/ viernes 7 de enero de 2022

Lo que el virus nos dejó

Luego de dos años de vivir esta pandemia, lo que empezamos llamando la Nueva Normalidad ahora ya es la vida diaria

Antes de que el virus SARS-CoV-2 irrumpiera por primera vez en una provincia de Wuhan, China, el 17 de noviembre de 2019, el mundo seguía llevando una vida normal.

En cuestión de semanas, el avance de la enfermedad por el planeta hizo que todo cambiara radicalmente: desde usar cubrebocas como parte de nuestro outfit diario hasta modificar la forma en que estudiamos, trabajamos, adquirimos algún producto, nos divertimos y nos relacionamos.

La pandemia ha obligado al ser humano a ser más virtual. Ante el crecimiento de los contagios se disparó el trabajo en casa, la telemedicina, la educación a distancia, el comercio electrónico y el consumo de las plataformas de televisión en streaming.

Y aunque la pandemia eventualmente llegará a su fin –aún con fecha incierta, pues depende de varios factores como la vacunación o la presencia de nuevas variantes–, algunos de estos cambios adoptados en la llamada “nueva normalidad” llegaron para quedarse. Estos son tres de los más importantes.

Estudiar detrás de una pantalla

Antes de la pandemia, los celulares estaban prohibidos en clase y la televisión se consideraba un objeto de entretenimiento, ¿videollamadas? Ni pensarlo.

Pero desde que el SARS-CoV-2 apareció, lo que antes era inimaginable se convirtió en el insumo principal de los estudiantes de todos los niveles educativos, desde preescolar hasta la universidad.

En un santiamén, casi mil 500 millones de estudiantes en el mundo –33.6 millones en México– de todos los niveles dejaron de ir a clases y tuvieron que aprender a aprender desde sus casas. Y aun cuando paulatinamente han retornado a las aulas, se mantiene un modelo mixto que combina las clases presenciales con la formación online.

De acuerdo con el Instituto para el Futuro de la Educación del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, antes de la aparición del SARS-CoV-2 el sector educativo estaba más centrado en las clases presenciales que en el aprendizaje digital. Sin embargo, “la pandemia por Covid-19 volcó al mundo hacia el aprendizaje digitalizado que, al parecer, llegó para quedarse”.

La Asociación Mexicana de la Industria de Tecnologías de Información (AMITI) coincide en que “cada vez es menos relevante tener un salón de clases físico para absorber conocimiento… muchos de los profesionales que preferían tomar un curso presencial ahora les es más fácil tomarlo vía remota, ya que llevan tanto tiempo trabajando en sus casas que se han acostumbrado a aprender cosas nuevas mediante estas herramientas”.

Por otro lado, Estíbaliz Pérez, especialista en Innovación Educativa y Tecnologías, considera que la pandemia obligó a estudiantes y maestros a acelerar el uso de las tecnologías y a emprender un proceso de constante cambio.

“De la noche a la mañana se pasó de una educación presencial –en la que todas las personas aprenden al mismo tiempo y en el mismo lugar– a una educación en la cual el aprendizaje puede darse en cualquier momento y en cualquier lugar. Se modificó el rol del profesorado, las personas encargadas de familia y del estudiantado que ahora tiene el reto de aprender de forma más autónoma.

“Con el apoyo de la tecnología, y buena formación, esto potencialmente puede implicar una educación mucho más flexible y personalizada”, indica la especialista en un artículo publicado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

Ahora que la pandemia aceleró la digitalización educativa, México tiene grandes retos por delante para que la nueva ventana de oportunidades no se convierta en una puerta cerrada para los estudiantes menos favorecidos.

Según el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), la emergencia sanitaria dejó un rezago de dos años educativos para casi 10 millones de estudiantes en el país luego del cierre de las escuelas.

“Los alumnos con menos aprendizajes se convierten en trabajadores con menos habilidades… Tendrán menos acceso a empleos mejor pagados por no ser considerados tan productivos”, indica la organización. Añade además que este fenómeno podría reducir la productividad y la innovación del país, lo que evita la posibilidad de alcanzar un PIB mayor a largo plazo.

Home office

Otro de los sectores que sufrió transformaciones radicales fue el laboral. Con la aparición del virus millones de trabajadores tuvieron que aprender a trabajar a distancia. Sólo en México, aproximadamente 7.7 millones de empleados laboraron desde casa en 2020, en medio de la primera ola de la pandemia. Esto es, 23.5 por ciento de la población ocupada.

El ambiente en el que se desarrolló el teletrabajo estuvo marcado por el uso de plataformas como Skype, Teams y Zoom. Y aunque no estuvo exento de problemas –había quien no contaba con equipo, se requirió invertir en plataformas digitales, los distractores en casa– las empresas se dieron cuenta de que es posible ser productivos sin acudir a la oficina, eso sin contar la reducción en rentas de locales y oficinas.

Los empleados también han notado bondades de esta modalidad como la flexibilidad laboral, vestirse de manera más informal y cómoda, ahorrar en comidas fuera de casa y viajes a su centro de trabajo, reducción del estrés por llegar a tiempo a la oficina en ciudades plagadas de embotellamientos y hasta pasar más tiempo con la familia.

“En México como consecuencia de la pandemia, algunas empresas ya consideraron implementar de forma permanente un modelo híbrido o mixto de trabajo”, señala Sinuhé Guardado López, profesor de la FES Cuautitlán de la UNAM.

Sin embargo, aunque en México se transita a la consolidación del teletrabajo, el especialista acota que “no siempre las empresas respetan los horarios de trabajo fijados y el derecho de desconexión, numerosas empresas consideran que por el hecho de estar el empleado en su casa tienen la facultad de disponer de éste las 24 horas del día, los siete días de la semana”.

“Lo anterior ha generado desgaste, hartazgo y ansiedad entre los trabajadores quienes manifiestan que trabajaban menos estando en oficina que en casa”.

Cifras de ManpowerGroup, basadas en encuestas propias y datos del Inegi, revelan que muchos trabajadores no quieren volver a la antigua forma de trabajar, donde no existe la flexibilidad laboral, la combinación de trabajo a distancia y presencial, el horario condensado, planes de trabajo compartidos y elección de los centros de trabajo. Ocho de cada 10 necesitan que su empresa cumpla con el requisito básico de mejorar el balance entre su vida personal y profesional para el futuro.

La era del comercio electrónico

Los negocios también se vieron obligados a vender sus productos por internet y los consumidores se tuvieron que adaptar a esta nueva forma de comprar.

Si bien el comercio electrónico mexicano ya crecía más que otros sectores antes del inicio de la pandemia, el confinamiento multiplicó las compras online.

De acuerdo con el portal de estadística en línea Statista, mientras que en 2017 el porcentaje de compradores digitales en el país no superaba 30 por ciento, para 2020 más de 39 por ciento de la población mexicana adquirió bienes o servicios en línea.

Las mismas estadísticas indican que el porcentaje de la población que hace compras online seguirá creciendo hasta rozar el 58 por ciento de penetración en 2025.

Según el reporte Venta Online 2021, elaborado por la Asociación Mexicana de Venta Online (AMVO), el comercio electrónico en México alcanzó los 316 mil millones de pesos en 2020, lo que significa un incremento de 81 por ciento en comparación con el año previo. Dicha cifra representa además nueve por ciento de las ventas totales al menudeo.

Otro estudio de la misma asociación revela que aunque los principales motivos para comprar online al principio de la pandemia eran no querer salir de casa por temor a contagios o evitar aglomeraciones en tiendas físicas, con el paso de los meses otras razones comenzaron a cobrar relevancia.

Algunas son el hecho de encontrar mejores promociones y descuentos que en las tiendas físicas, comparar precios y variedades antes de comprar, adquirir productos que no había en tiendas físicas o que no se venden en México, pagar de diversas formas, ahorrar tiempo, poder ver detalladamente la descripción de los productos y conocer las reseñas de otros compradores.

Los productos y servicios que más se adquieren por internet también han variado desde el comienzo de la pandemia. En marzo de 2020, quienes optaban por esta modalidad compraban principalmente comida y medicamentos; para octubre los principales productos eran los tecnológicos.

En ese lapso también crecieron las compras online de ropa y accesorios, belleza y cuidado personal y artículos para el hogar, revela el reporte Impacto Covid-19 en Venta Online México que publicó la AMVO.

Antes de que el virus SARS-CoV-2 irrumpiera por primera vez en una provincia de Wuhan, China, el 17 de noviembre de 2019, el mundo seguía llevando una vida normal.

En cuestión de semanas, el avance de la enfermedad por el planeta hizo que todo cambiara radicalmente: desde usar cubrebocas como parte de nuestro outfit diario hasta modificar la forma en que estudiamos, trabajamos, adquirimos algún producto, nos divertimos y nos relacionamos.

La pandemia ha obligado al ser humano a ser más virtual. Ante el crecimiento de los contagios se disparó el trabajo en casa, la telemedicina, la educación a distancia, el comercio electrónico y el consumo de las plataformas de televisión en streaming.

Y aunque la pandemia eventualmente llegará a su fin –aún con fecha incierta, pues depende de varios factores como la vacunación o la presencia de nuevas variantes–, algunos de estos cambios adoptados en la llamada “nueva normalidad” llegaron para quedarse. Estos son tres de los más importantes.

Estudiar detrás de una pantalla

Antes de la pandemia, los celulares estaban prohibidos en clase y la televisión se consideraba un objeto de entretenimiento, ¿videollamadas? Ni pensarlo.

Pero desde que el SARS-CoV-2 apareció, lo que antes era inimaginable se convirtió en el insumo principal de los estudiantes de todos los niveles educativos, desde preescolar hasta la universidad.

En un santiamén, casi mil 500 millones de estudiantes en el mundo –33.6 millones en México– de todos los niveles dejaron de ir a clases y tuvieron que aprender a aprender desde sus casas. Y aun cuando paulatinamente han retornado a las aulas, se mantiene un modelo mixto que combina las clases presenciales con la formación online.

De acuerdo con el Instituto para el Futuro de la Educación del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, antes de la aparición del SARS-CoV-2 el sector educativo estaba más centrado en las clases presenciales que en el aprendizaje digital. Sin embargo, “la pandemia por Covid-19 volcó al mundo hacia el aprendizaje digitalizado que, al parecer, llegó para quedarse”.

La Asociación Mexicana de la Industria de Tecnologías de Información (AMITI) coincide en que “cada vez es menos relevante tener un salón de clases físico para absorber conocimiento… muchos de los profesionales que preferían tomar un curso presencial ahora les es más fácil tomarlo vía remota, ya que llevan tanto tiempo trabajando en sus casas que se han acostumbrado a aprender cosas nuevas mediante estas herramientas”.

Por otro lado, Estíbaliz Pérez, especialista en Innovación Educativa y Tecnologías, considera que la pandemia obligó a estudiantes y maestros a acelerar el uso de las tecnologías y a emprender un proceso de constante cambio.

“De la noche a la mañana se pasó de una educación presencial –en la que todas las personas aprenden al mismo tiempo y en el mismo lugar– a una educación en la cual el aprendizaje puede darse en cualquier momento y en cualquier lugar. Se modificó el rol del profesorado, las personas encargadas de familia y del estudiantado que ahora tiene el reto de aprender de forma más autónoma.

“Con el apoyo de la tecnología, y buena formación, esto potencialmente puede implicar una educación mucho más flexible y personalizada”, indica la especialista en un artículo publicado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

Ahora que la pandemia aceleró la digitalización educativa, México tiene grandes retos por delante para que la nueva ventana de oportunidades no se convierta en una puerta cerrada para los estudiantes menos favorecidos.

Según el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), la emergencia sanitaria dejó un rezago de dos años educativos para casi 10 millones de estudiantes en el país luego del cierre de las escuelas.

“Los alumnos con menos aprendizajes se convierten en trabajadores con menos habilidades… Tendrán menos acceso a empleos mejor pagados por no ser considerados tan productivos”, indica la organización. Añade además que este fenómeno podría reducir la productividad y la innovación del país, lo que evita la posibilidad de alcanzar un PIB mayor a largo plazo.

Home office

Otro de los sectores que sufrió transformaciones radicales fue el laboral. Con la aparición del virus millones de trabajadores tuvieron que aprender a trabajar a distancia. Sólo en México, aproximadamente 7.7 millones de empleados laboraron desde casa en 2020, en medio de la primera ola de la pandemia. Esto es, 23.5 por ciento de la población ocupada.

El ambiente en el que se desarrolló el teletrabajo estuvo marcado por el uso de plataformas como Skype, Teams y Zoom. Y aunque no estuvo exento de problemas –había quien no contaba con equipo, se requirió invertir en plataformas digitales, los distractores en casa– las empresas se dieron cuenta de que es posible ser productivos sin acudir a la oficina, eso sin contar la reducción en rentas de locales y oficinas.

Los empleados también han notado bondades de esta modalidad como la flexibilidad laboral, vestirse de manera más informal y cómoda, ahorrar en comidas fuera de casa y viajes a su centro de trabajo, reducción del estrés por llegar a tiempo a la oficina en ciudades plagadas de embotellamientos y hasta pasar más tiempo con la familia.

“En México como consecuencia de la pandemia, algunas empresas ya consideraron implementar de forma permanente un modelo híbrido o mixto de trabajo”, señala Sinuhé Guardado López, profesor de la FES Cuautitlán de la UNAM.

Sin embargo, aunque en México se transita a la consolidación del teletrabajo, el especialista acota que “no siempre las empresas respetan los horarios de trabajo fijados y el derecho de desconexión, numerosas empresas consideran que por el hecho de estar el empleado en su casa tienen la facultad de disponer de éste las 24 horas del día, los siete días de la semana”.

“Lo anterior ha generado desgaste, hartazgo y ansiedad entre los trabajadores quienes manifiestan que trabajaban menos estando en oficina que en casa”.

Cifras de ManpowerGroup, basadas en encuestas propias y datos del Inegi, revelan que muchos trabajadores no quieren volver a la antigua forma de trabajar, donde no existe la flexibilidad laboral, la combinación de trabajo a distancia y presencial, el horario condensado, planes de trabajo compartidos y elección de los centros de trabajo. Ocho de cada 10 necesitan que su empresa cumpla con el requisito básico de mejorar el balance entre su vida personal y profesional para el futuro.

La era del comercio electrónico

Los negocios también se vieron obligados a vender sus productos por internet y los consumidores se tuvieron que adaptar a esta nueva forma de comprar.

Si bien el comercio electrónico mexicano ya crecía más que otros sectores antes del inicio de la pandemia, el confinamiento multiplicó las compras online.

De acuerdo con el portal de estadística en línea Statista, mientras que en 2017 el porcentaje de compradores digitales en el país no superaba 30 por ciento, para 2020 más de 39 por ciento de la población mexicana adquirió bienes o servicios en línea.

Las mismas estadísticas indican que el porcentaje de la población que hace compras online seguirá creciendo hasta rozar el 58 por ciento de penetración en 2025.

Según el reporte Venta Online 2021, elaborado por la Asociación Mexicana de Venta Online (AMVO), el comercio electrónico en México alcanzó los 316 mil millones de pesos en 2020, lo que significa un incremento de 81 por ciento en comparación con el año previo. Dicha cifra representa además nueve por ciento de las ventas totales al menudeo.

Otro estudio de la misma asociación revela que aunque los principales motivos para comprar online al principio de la pandemia eran no querer salir de casa por temor a contagios o evitar aglomeraciones en tiendas físicas, con el paso de los meses otras razones comenzaron a cobrar relevancia.

Algunas son el hecho de encontrar mejores promociones y descuentos que en las tiendas físicas, comparar precios y variedades antes de comprar, adquirir productos que no había en tiendas físicas o que no se venden en México, pagar de diversas formas, ahorrar tiempo, poder ver detalladamente la descripción de los productos y conocer las reseñas de otros compradores.

Los productos y servicios que más se adquieren por internet también han variado desde el comienzo de la pandemia. En marzo de 2020, quienes optaban por esta modalidad compraban principalmente comida y medicamentos; para octubre los principales productos eran los tecnológicos.

En ese lapso también crecieron las compras online de ropa y accesorios, belleza y cuidado personal y artículos para el hogar, revela el reporte Impacto Covid-19 en Venta Online México que publicó la AMVO.

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