Fue a finales de sus 20 e inicios de los 30, cuando Julieta Brambila decidió transitar a su verdadera identidad de género, aunque desde su infancia supo que su cuerpo no correspondía a lo que ella sentía y quería ser en realidad.
Como mujer trans reconoce el privilegio que tuvo para poder continuar con su vida con cierta normalidad, pues una vez que concluyó un posgrado en el extranjero, regresó a México a concluir su transición y a comenzar su vida. Sin embargo, no le es indiferente la discriminación y violencia a la que están expuestas a diario las mujeres trans.
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“Si bien la ciudad de México o Guadalajara son una especie de oasis para la comunidad LGBTQ+, no estamos exentas a la discriminación o a la violencia. Y entre más urbanos sean ciertos lugares, más expuestas estamos a estos problemas”, platica Brambila, quien se desempeña como directora de comunicación del Inegi.
En entrevista con El Sol de México comenta que al regresar al país, empezó a buscar empleo, y en cada entrevista que le hacían, ella decidió “advertirles” que en en los siguientes meses, tendría un cambio en su personalidad y que estarían listos sus papeles con su verdadera identidad de género.
“Yo sabía que era un factor que no debería influir en una entrevista de trabajo o en el ámbito profesional, pero tampoco yo quería llevarme desencantos en el proceso más adelante”.
Brambila admite que falta mucho por hacer en los protocolos para que se normalice la presencia de mujeres trans o de la comunidad LBGTQ+ en cualquier espacio
En México, las personas con una orientación sexual no normativa tienen 18.7% de probabilidad de ser violentadas frente a 14.9% de las personas heterosexuales, de acuerdo con la Encuesta Nacional sobre Diversidad Sexual y de Género (ENDISEG) 2021.
Brambila cuenta que fue una estrategia que funcionó en su momento porque a partir de ahí tuvo otros trabajos en los que encontró una mayor aceptación a su identidad como cuando fue profesora en la Universidad de las Américas Puebla y después en el sector público dentro de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.
Și bien en estos lugares encontró sensibilidad y empatía respecto de su identidad de género, Brambila admite que falta mucho por hacer en los protocolos para que se normalice la presencia de mujeres trans o de la comunidad LBGTQ+ en cualquier espacio.
“Casi no hay los protocolos específicos, por ejemplo, si alguien de tu propio lugar de trabajo decide salir del clóset, se debe saber y entender qué tipo de protocolos seguir, o en otros lugares como los baños públicos, donde se normalice y se deje de estigmatizar y se respete a las comunidades trans”.
Otro tema en los que se pide mejorar ciertas normativas es cuando una persona trans está tramitando sus documentos para tener su verdadera identidad, pues no todas las dependencias cuentan con personal capacitado para ayudar a las personas trans en su proceso de obtener un documento que acredite su nueva identidad.
Brambila dice que si bien, en el mundo se está viviendo un momento histórico en el que se tiene cada vez más presencia de la comunidad, “nada está por sentado, es decir, se puede lograr un derecho, pero hay que cuidarlos. Hemos visto en otros lugares como Estados Unidos o Inglaterra en donde un derecho ganado no es un derecho ganado para siempre, porque los contextos cambian, se pueden perder los derechos y por eso es necesario que sigamos hablando de esto”.
Sobre la postura de feministas radicales que buscan excluir a las mujeres trans dentro de sus luchas, Brambila afirma que se pueden tener diferencias, pero “lo que no es debatible es la existencia de las personas y los derechos humanos”.
“Es bueno que se hagan debates constructivos, pero no todo está a debate, la existencia de una persona, la existencia de una persona trans y que se asuma su derecho a la identidad no es algo debatible, es una garantía individual, es un derecho humano y una parte fundamental de nuestro desarrollo personal”.
Hemos visto en otros lugares como Estados Unidos o Inglaterra en donde un derecho ganado no es un derecho ganado para siempre
Julieta Brambila
Brambila indica que parte de una democracia es que puedan existir debates como cuál puede ser la mejor legislación de las infancias trans, sobre los protocolos que deberían existir en las instancias públicas, pero lo que no está a debate y en ello no es irreductible “es que no es debatible la existencia de las personas y me refiero a que no es debatible si tienen derecho al acceso a su propia identidad”.
Al preguntarle por qué es importante hablar también de las infancias trans, refiere justo la encuesta del Inegi en el que se encontró que alrededor 6 de cada 10 de las personas trans se dieron cuenta de su identidad antes de los siete años de edad.
“Nos dimos cuenta, y te das cuenta de la magnitud del problema público que representa el no tener una legislación en la materia (…) el no tenerla es una negligencia (…) además, nunca dejas de preguntarte si el tiempo que estuvo atrás fue un tiempo perdido, nunca dejas de preguntarte si el silencio que existió atrás era un silencio necesario, entonces hay mucho que se trunca y por eso debemos seguir hablando de las infancias trans”.