Ana Hernández es una empleada del hogar de la colonia Polanco. Ante la pandemia del coronavirus en México, ella toma todas las precauciones posibles: se lava las manos constantemente, carga con su gel antibacterial para sus traslados en el transporte público, y lleva sus utensilios de cocina cuando le toca comer en la casa donde trabaja.
Pese a ello, y en espera de la declaración de fase dos por parte del gobierno federal, Ana no ha podido negociar con sus empleadores y sigue sin saber cómo procederá su convenio ante el Covid-19, que ya reporta en el país 316 contagios.
“Yo ya he tratado de hablar con la señorita que me contrató, pero a ella no le interesa el seguro ni nada, sólo que cuide a su abuela de 85 años, porque ya no se puede mover”.
Ana no sabe qué hará si ella se enferma, no ve viable que sus empleadores le concedan realizar una cuarentena en casa, y considera que si los contagios se salen de control renunciará a su trabajo, “pues nadie más vería por su salud.”
La situación de Ana es la misma entre las trabajadoras del hogar en México, un total de 2.1 millones de personas, de las cuales 41 por ciento perciben dos salarios mínimos y 98 por ciento no cuenta con acceso a servicios de salud, según el Inegi.
Con la expansión de la pandemia, empresas han tomado la iniciativa de realizar home office como un esfuerzo para aminorar la propagación del virus, pero, ¿qué sucede con las personas cuyo trabajo no se puede realizar a distancia?
Hoy Ana tiene que decidir entre acudir al trabajo porque no cuenta con otro ingreso y arriesgarse a un contagio, o quedarse en casa sin recibir sueldo y con el temor de ser despedida.
María Isidro Llanos Moreno, secretaria general colegiada del Sindicato Nacional de Trabajadores y Trabajadoras del Hogar (Sinactraho), señala que hay varios temores entre quienes se dedican a esta labor. No saben si las van a descansar con paga, si las correrán, o qué deben hacer si sus empleadores viajan y adquieren el virus; incluso trasladarse en transporte público las pone nerviosas.
“Les dicen: si estás enferma no vengas, pero si ellos se enferman, entonces sí ven a laborar. Estamos en riesgo, las trabajadoras del hogar seguimos siendo invisibles”.
Datos del Consejo Nacional para prevenir la discriminación (Conapred) apuntan que 96 por ciento de las trabajadoras del hogar no cuenta con un contrato escrito que especifique sus actividades, y ocho de cada 10 no tienen un plan de retiro.
El sindicato ha recibido notificaciones de patrones que piden limpieza profunda, lo cual implica horas extra que desgastan a las trabajadoras, pero lo más preocupante son los químicos con los que les piden desinfectar.
“Están utilizando sustancias nocivas, químicos desconocidos que combinan para tener una limpieza más profunda, y estamos viendo que estamos expuestas. Esto sólo estresa más a las compañeras”.
Roberto Domínguez viajó a Italia y regresó a México durante la primera quincena de marzo. A su parecer, los filtros de las autoridades sanitarias en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) no fueron suficientes, por lo que decidió realizar un aislamiento voluntario de 15 días, y a la empleada doméstica le pidió que no trabajara en ese periodo.
Considera que de extenderse una cuarentena le pagaría su sueldo íntegro aunque no trabaje, pues entiende que la situación del Covid-19 es extraordinaria.
Por su parte Enrique Pastrana, ingeniero en sistemas de un banco, no sabe cómo abordaría el tema en caso de que la cuarentena deje de ser voluntaria y sea oficial.
Para él, lo justo sería pagarle 50 por ciento de su sueldo sin que labore esos días, lo que le dejaría a la trabajadora con una paga de 500 pesos semanales, un total de dos mil pesos mensuales.
En México, 49 por ciento de las trabajadoras del hogar laboran más de 35 horas a la semana, 25 por ciento tienen vacaciones con goce de sueldo y 36.3 por ciento recibe aguinaldo.
María Isidro Llanos Moreno del Sinactraho hace un llamado a la empatía y a no olvidar que detrás de una trabajadora doméstica hay una persona que es el sustento de toda una familia.
“Estamos en esta tablita de desigualdad. Hacemos una invitación a que los empleadores las registren ante el IMSS y así ellos también se quitan esa carga de trabajo y gasto económico en caso de que a las compañeras les llegue a pasar algo”.
El sindicato pide a los empleadores conceder 30 días a las trabajadoras y se cubra su sueldo y sobre todo, se les otorgue un seguro médico.
Esta situación no es ajena al resto del mundo, un ejemplo de ello es caso de la diseñadora de modas uruguaya, Carmela Hontou, quien dio positivo a Covid-19 tras regresar de España. Hontou acudió a una boda con 500 invitados, y de ese evento se registraron 44 casos positivos. En casa, propagó el virus a su empleada doméstica, reportó el diario argentino El Clarín.
Esta situación se repitió en Río de Janeiro, Brasil. La primera víctima mortal fue una mujer de 63 años, empleada de una familia que recientemente había viajado a Italia. La Secretaria de Sanidad de Río de Janeiro informó que fue empleadora quien la contagió.
En abril de 2019, el Senado aprobó reformas a la Ley Federal del Trabajo, que avaló reglamentar la figura de las personas trabajadoras del hogar, al entenderse como las que, de manera remunerada, realicen actividades de cuidados, aseo o cualquier otra inherente al hogar.
El beneficio podrá otorgarse a jardineros, choferes, cuidadoras, y no sólo a las quienes hacen la limpieza del hogar. Al momento, 17 mil trabajadoras del hogar se han afiliado al IMSS, indica Marcelina Bautista, directora del Centro de Apoyo y Capacitación para Empleadas del Hogar.