La Reforma Laboral para cinco millones de trabajadores del sector público significó, además de democracia sindical, transparencia y rendición de cuentas, acabar con las cadenas de familias que heredaban las dirigencias, con el poderío económico que soportaban a regímenes anteriores y con los chantajes de los líderes, afirmó Plácido Morales Vázquez, magistrado presidente del Tribunal Federal de Conciliación y Arbitraje (TFCA).
En entrevista con El Sol de México, Morales Vázquez consideró que los sindicatos al servicio del Estado “dan más dividendos al control político al servicio de quien sea, ahí está el impacto de la reforma laboral”.
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“Es distinto el efecto o el impacto que dio hacia los del Apartado A (trabajadores en el sector privado), porque en el Apartado B (trabajadores al servicio del Estado) eran los sindicatos donde estaban los poderíos económicos que soportaban al régimen anterior. Pensemos en Pemex, fuente de recursos; el SNTE, capacidad de operación clientelar; el Sindicato de Telefonistas cuando era del orden público. Y el sindicato de la Comisión Federal de Electricidad, el de la Secretaría de Salud que fue donde más impactó la Reforma Laboral”.
Y del otro lado, para los trabajadores del Apartado A, se modificaron los órganos de impartición de justicia. De este lado no, sólo en lo que toca a la manera o forma de elección de los dirigentes sindicales, puntualiza el magistrado presidente del TFCA.
El órgano impartidor de justicia, que es el Tribunal Federal de Conciliación y Arbitraje y árbitro de las elecciones sindicales, no se modificó.
El impacto relevante es para la base trabajadora. Una, es poder elegir; dos, que le rindan cuentas y tres, poder elegir por voto secreto.
“Ahora, nadie le va a pedir votar por tal fulano. Se acabaron las cadenas de familias hereditarias o el no te damos el permiso temporal o no te damos la hoja rosa para que saques tu préstamo, etc.
“Hoy nadie sabe por quién votó cada uno de los trabajadores al servicio del Estado, porque el voto es secreto y ya no a mano alzada. El dirigente sindical decía: Ya te vi y cuando venga la Comisión de Escalafón, no vas a ascender… Entonces, sí es un impacto de beneficio para los trabajadores al servicio del Estado”, dijo.
–¿Hablamos de qué mundo, de qué universo?
Hablamos de un universo de 160 y tantos sindicatos, más los que se están creando, y de un gremio de cinco millones de trabajadores al servicio del Estado, porque ahí van 2.3 millones de maestros junto con los jubilados.
Es un gremio mucho muy reducido ante el gremio laboral del Apartado A del Artículo 123 Constitucional: los trabajadores privados. La diferencia es que el gremio de los sindicatos al servicio del Estado son un baluarte político mayor…
–¿Ante este nuevo escenario, se han alineado todos?
-Bueno, casi todos. Se han alineado porque la ley marcó un plazo de 260 días para la modificación de los estatutos. Cuando se fueron venciendo los comités directivos y tuvieron que hacerlo mediante el voto personal, libre y secreto. Casi todos los han aceptado y acatado.
Alguno que otro que no y cuando quiso reelegirse por voto directo, ya no le damos la toma de nota y listo. Se acabó porque no cumple con lo que dice el Artículo 69.
–¿Fue un cambio radical?
Fue un cambio radical que debía de haber ocurrido hace 70 años.
–¿Pero nunca es tarde?
-No. Ese cambio si es producto total de las políticas de la Cuarta Transformación.
–¿La reforma cambió las relaciones en el mundo sindical del Apartado B?
Ha cambiado, sigue cambiando y va a cambiar más. Un trabajador al servicio del Estado que le toca el Apartado B al basificarse tenía que ser de un solo sindicato y éste sólo se afiliaba a una sola federación que era la FSTSE.
Ahora puede haber tantas federaciones como quieran constituir los sindicalistas y tantos sindicatos como lo decidan 20 y uno más. Y cooperar con su cuota sindical, para quien la administre y represente, pero ahora le tienen que informar porque es obligatoria la transparencia.
–¿El Tribunal se dedica a desmenuzar todo lo que ocurre en los sindicatos de trabajadores al servicio del Estado?
A desmenuzar y a veces a confrontar. La Reforma Laboral tiene que caminar.
–¿Está caminando?
Camina de manera continua. No es a paso veloz, pero tampoco está paralizada o ha tenido tropiezos. No, ahí va.
–¿Más vale paso que dure que trote que canse?
¡Claro! No hay que llegar primero sino hay que saber llegar.
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