En eventos de la naturaleza como los sismos de septiembre del 2017 es normal que todos tengamos estrés traumático ya que los percibimos como peligrosos para nuestra vida e integridad, sin embargo, aplicar técnicas de respiración, de meditación, de relajación, lleva a nuestro cuerpo y mente a sentirnos más seguros.
En entrevista para El Sol de México, el doctor Fernando Ortiz Lachica, responsable del Programa de Orientación y Apoyo Psicológico de la UAM-Iztapalapa, dijo que cada vez que vemos (edificios caídos), sabemos (muertes) u oímos algo –como la alerta sísmica- que nos recuerda ese evento, nos genera angustia, alerta, miedo, nervios; palpitaciones, respiración agitada.
“Es normal, no es que se están volviendo locos. El año pasado, muchas personas pensaron ´aquí quede, me voy a morir, esto se va a caer´; vimos personas que perdieron la vida o su casa. A un año del sismo, en un recorrido por la Ciudad de México, todavía hay edificios sin demoler. Esos estímulos nos recuerdan el siniestro”, explicó.
Ortiz Lachica no comparte la idea de aplicar simulacros de sismo el mismo día, a la misma hora, como el 19 de septiembre, y con el mismo sonido de la alerta sísmica “porque recuerda ese evento traumático a las personas”. Reviven emociones pasadas: “una persona me comentó que incluso se le salieron las lágrimas; no me gusta ese sonido, me pone nervioso, dicen”.
El especialista recomienda no preocuparnos por cosas que no sucedieron y tomarse “un momentito para hacer algo que nos calme de manera individual o colectivamente como salir a caminar, respirar profundamente, hablar con alguien cercano. Dirigir la atención a otra cosa. Calmar la mente, no dejar que se vaya, llevar al cuerpo y mente a un estado de relajación para sentirnos más seguros”.
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Lo primero es reconocer qué es lo que nos pasa emocionalmente, de qué me siento angustiado, a dónde y con quién me siento seguro y luego usar la técnica maestra que es la respiración: “ser conscientes de ella. Ese cuerpo y mente en alerta hay que irlos llevando a un estado relajado, a algo que nos conforte”.
El sismo “fue una tragedia colectiva y colectivamente podemos sanar, algunas personas sienten alivio al hablarlo con otros”, dijo, como sucedió el año pasado en la UAM-Iztapalapa donde hubo un servicio para la comunidad universitaria y personas en general.