El impacto de la pandemia en la economía llevó a la pérdida de más de 12 millones de empleos en el país, tanto formales como informales, y con ello la disminución en el ingreso en uno de cada tres hogares mexicanos, de acuerdo con datos del Inegi.
Además, 65 por ciento de los hogares del país vieron un impacto significativo en sus ingresos derivado de la crisis, indicó el Instituto en la Encuesta Telefónica sobre Covid-19 y Mercado Laboral (ECOVID-ML).
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Esta reducción del ingreso condicionará, en el corto y mediano plazo, la compra de una dieta adecuada en los hogares advierte el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).
De acuerdo con el organismo que mide la pobreza en México, al cierre de 2018 había en el país 25.5 millones de personas con carencia alimentaria, dato que viene incrementándose año con año y podría dispararse este 2020.
El reporte anual del Estado de la Seguridad Alimentaria y la Nutrición en el Mundo, de la Organización de las Naciones Unidas de la Alimentación y la Agricultura (FAO), indica que entre 2017 y 2019 la población en estado de subalimentación en México creció 7.1 por ciento. Las cifras globales muestran que el hambre ha aumentado por quinto año consecutivo. Y las previsiones no son alentadoras ya que se espera un incremento de unos siete millones de personas más subalimentadas a nivel nacional al cierre de 2020.
El Coneval estimó que los efectos potenciales de la coyuntura sanitaria podrían incrementar la pobreza por ingresos entre 7.2 y 7.9 puntos porcentuales, lo que repercutirá en un incremento de la población en situación de pobreza extrema por ingresos entre 6.1 y 10.7 millones de personas al cierre del año.
Una encuesta nacional de características de la población durante la epidemia, realizada por el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), señala que uno de cada tres mexicanos ha tenido experiencias de inseguridad alimentaria durante la contingencia y más de 90 por ciento de los encuestados lo atribuyó a la pandemia, principalmente por la falta de recursos.
La Alianza por la Salud Alimentaria, señala que, además, crecerá el problema de la mala alimentación, dada la “errónea” idea que se tiene de que los alimentos saludables son más caros y por el alza de precio en los productos de la canasta básica.
La Alianza Nacional de Pequeños Comerciantes (Anpec) advirtió que al cierre del tercer trimestre los precios de los 33 productos de consumo obligado de la canasta básica se incrementaron 25 por ciento respecto al año pasado.
En productos como jitomate, cebolla, lentejas, frijoles, arroz y tomate verde los precios se incrementaron entre 35 y casi 50 por ciento.
“Lo que explica esta constante inflacionaria es la ultra demanda de estos productos, provocada por la pandemia y factores estacionales (sequías, inundaciones y heladas), así como el elevado costo de las gasolinas, que encarece el suministro y los temas de inseguridad”, señala el organismo.
Y concluye que, como siempre, los más afectados serán aquellos habitantes de las comunidades más marginadas.
Sin embargo, destaca que gran parte de la población de clase media y media baja podría también ser sensible a la reducción en el ingreso y, con ello, engrosar las filas de la pobreza alimentaria.