/ viernes 25 de agosto de 2023

Más que un cadenero, Guillermo lleva tres décadas velando por la seguridad en centros nocturnos

Este trabajo forma parte de una serie de entrevistas en las que los y las "vigilantes" de la Ciudad de México nos platican su experiencia de laborar en una de las capitales más importantes del mundo

“Aquí no somos cadeneros. Somos tres compañeros los que nos encargamos del acceso y vigilancia en la puerta”, respondió serio y tajante Guillermo, quien se ha dedicado a esta actividad laboral desde 1993, y ha trabajado en al menos siete centros nocturnos distintos de la Ciudad de México.

“Nuestra misión es garantizar la seguridad de los clientes que quieren pasar un rato agradable o de esparcimiento en un centro nocturno, y sabemos la gran responsabilidad que tenemos en nuestras manos”, subrayó.

También te puede interesar: Al terminar el servicio tuve ganas de llorar, pero hay que ser fuertes: Cecilia, paramédico del ERUM

“Nuestro trabajo consiste básicamente en recibir a los clientes, les damos la bienvenida y les pedimos hacerles una revisión o ‘cacheo’ para asegurarnos que no traigan armas de fuego o punzocortantes, así como algún tipo de sustancia ilícita, e incluso, cierto tipo de medicamentos, como son las gotas –por todo lo que ha pasado últimamente–”, explicó.

“En esta revisión también debemos descartar que la persona ingrese al establecimiento con bebidas alcohólicas o líquidos. El personal de la puerta también se encarga de despedir a los clientes y cerciorarse que vayan bien y seguros”, comentó.

“Aquí cuidamos al cliente, sí vemos que alguien ya va muy tomado, le ofrecemos pedirle un taxi, para que llegue seguro a su casa”, comentó Guillermo, quien explicó que a fin de brindar una atención adecuada, el personal de seguridad debe tomar cursos de capacitación para tener un buen trato con la gente, anticiparse a algún tipo de problema y saber actuar de forma preventiva.

Foto: José Melton | La Prensa

-¿Estudian algo de psicología?

-“Sí, en cierta manera sí, porque tenemos que saber qué hacer cuando un cliente se nos pone pesado o prepotente, cómo calmarlo y tranquilizarlo, pero nunca con el uso de la fuerza”, respondió Guillermo.

Señaló que su trabajo consiste precisamente en brindar una atención preventiva, saber detectar situaciones que pueden detonar un conflicto y anticiparse a ello.

Platicó a LA PRENSA que en muchos casos los conflictos surgen entre el mismo grupo de amigos que sale a divertirse, ya no con los demás clientes ni con el personal del establecimiento. “Parece mentira, pero a veces el problema surge entre los propios amigos que vienen”, agregó.

Es bonito trabajar en la noche

“Este es un trabajo con un horario muy variable, empezamos a laborar a las 8 de la noche y terminamos a las 2 de la mañana. Hay negocios que trabajan toda la semana, otros de lunes a sábado y algunos solo los fines de semana”, explica Guillermo.

“Nos vamos acostumbrando al ambiente y a la noche, ¡porque es bonito trabajar de noche!”, señaló al recordar que durante la pandemia los negocios del giro nocturno atravesaron una etapa muy difícil, pues fueron los primeros en suspender actividades y los últimos en abrir.

La pandemia fue una etapa muy difícil para todos los trabajadores del sector de entretenimiento nocturno, tuvimos que sacar el guardadito, algunos nos tuvimos que dedicar al reparto de comida por aplicación, e incluso, muchos tuvieron que empeñar o vender los bienes que tenían.

Afortunadamente ahora ya podemos trabajar, ya pasó la pandemia y ahí van saliendo los gastos

Durante la charla, Guillermo explica que el ambiente en cada negocio de este giro es distinto, como ocurre en los centros nocturnos de entretenimiento, las discotecas, los bares o los antros.

“En los antros es más frecuente que vayan clientes jóvenes y se les pasen las copas. En cambio, en ciertos centros nocturnos esto ya no es muy frecuente, porque acude gente mayor que quiere pasar un rato agradable y a convivir de forma adecuada”.

-¿Cuál ha sido la experiencia más sobresaliente que ha vivido en su trabajo?

“Afortunadamente, en los lugares que he trabajado nunca he vivido un problema fuerte, donde haya disparos de arma de fuego, asaltos o personas heridas o que presenten un problema de salud.

“Lo que sí es frecuente, y nos ha tocado vivir, es que algún cliente se vaya a los golpes, lo cual generalmente ocurre en el mismo grupo de amigos porque no quieren cooperar para la cuenta, o porque otro consumió más que los demás”.

Foto: José Melton | La Prensa

Por tu seguridad y la de todos

Entre las anécdotas que ha vivido en su trabajo, Guillermo contó que con frecuencia hay personas que quieren ingresar al negocio y no aceptan la revisión. Considera que aquellos que asisten a un centro nocturno deben entender que esto es necesario para su seguridad y la de los demás.

“Hay gente que desde la entrada nos dicen que no quieren ser revisados, que son influyentes, o que vienen con tal o cual persona, pero sin excepción lo tenemos que hacer, porque es por su propia seguridad, ¡imagínese que dejamos pasar a todos sin revisión!, no sabemos qué traigan, y esto es más que nada por su propia seguridad y la de todos”, indicó.

También hay otro tipo de clientes que son los que se fijan en todo, que eligen lugares que les puedan brindar condiciones de seguridad y tranquilidad, comentó Guillermo, quien precisó que para desempeñar este tipo de trabajo se requiere cierta estatura y condición física.

“Los clientes, sobre todo cuando son personas adultas, quieren ir a un lugar a convivir, a disfrutar, a pasar un buen rato, y quieren un lugar que les brinde un ambiente seguro y tranquilo”, indicó Guillermo.

En cambio, en los antros llega a ocurrir frecuentemente que a los jóvenes se les pasan las copas y se ponen agresivos o groseros.

También nos ha tocado que llegan con el papá, el hermano o los amigos mayores y cuando les pedimos la credencial de elector, para comprobar que tienen más de 18 años de edad, se enojan porque no se les deja entrar


Otra situación frecuente es que algunos jóvenes llegan al negocio ya bastante tomados y en estos casos, tampoco se les permite la entrada. “Porque son personas que se duermen o que van a estar dando lata y, aquí lo mejor es evitar este tipo de situaciones”, señaló.

“Cuando a una persona se le pasan los alcoholes y se pone agresiva, lo que provoca es una situación muy desagradable y difícil, no solo para el personal de seguridad, sino también para sus acompañantes y los demás clientes”, indicó.

Este tipo de situaciones no son exclusivas de los centros nocturnos o los antros, llegan a ocurrir en las fiestas familiares, las bodas o los XV Años, por lo que hay que saber cómo manejar un conflicto, para evitar acabar en golpes.

“Las personas asisten a un centro nocturno para divertirse y olvidarse un poco de sus problemas cotidianos”, por eso consideró que es muy importante que quienes asisten a un centro nocturno, discoteca, bar o antro, comprendan que sí se les solicita una revisión es por su propia seguridad y la de todos.

Recordó que cuando empezó a descender el índice de contagio por la pandemia de Covid-19 y se autorizó que los negocios nocturnos abrieran con ciertas especificaciones, como un aforo menor al 30 o 40%, el uso de gel sanitizante y cubrebocas, así como una adecuada ventilación y sana distancia, había clientes que no querían cumplir las normas.

“Aquí les regalábamos el cubrebocas y muchos no se lo querían poner, a pesar de que les explicábamos que era una medida obligatoria para cuidar su propia salud y la de todo el personal que trabaja en el lugar”, indicó Guillermo, quien agregó pensativo… “fue una época difícil”.

Foto: José Melton | La Prensa

Apoyados por Protección Civil

“Tampoco falta el cliente influyente, que no quiere hacer fila o quiere entrar cuando el lugar ya está lleno”, narró Guillermo, pues las personas deben entender que cuando no se les permite el paso es porque en los establecimientos mercantiles hay un límite de aforo y la sobresaturación ya implica un riesgo.

Informó que el personal de seguridad también recibe cursos de capacitación en materia de Protección Civil para saber cómo actuar en caso de sismo, incendio o cualquier otro tipo de emergencia.

“Cada tres meses viene a este negocio personal de Protección Civil, el último curso lo dieron el día del simulacro. Ellos nos dicen cómo actuar en caso de incendio o sismo, a qué personas se les debe ayudar primero, revisan que tengamos libre de obstáculos las salidas de emergencia y el acceso principal, e incluso, nos orientan cómo tranquilizar a los clientes”.

También contamos con un paramédico en caso de que un cliente presente algún problema de salud o infarto para dar los primeros auxilios, además de tener comunicación directa con los servicios de emergencia de la Ciudad de México, indicó Guillermo al advertir que el solo hecho de que un número importante de personas esté reunida al mismo tiempo en un solo lugar, ya implica un riesgo.

Por ello, en todos los lugares se tiene un límite de aforo, incluso hay negocios donde, por ejemplo, no se tiene barra ni se permite que las personas estén paradas en los pasillos y anden de un lugar a otro, para que en caso de presentarse una emergencia las rutas de evacuación estén liberadas.

La población debe entender que aquí no se trata de “ser influyente”, se trata de respetar las normas que se han establecido para resguardar la seguridad de todos, concluyó Guillermo.

Publicado originalmente en La Prensa

“Aquí no somos cadeneros. Somos tres compañeros los que nos encargamos del acceso y vigilancia en la puerta”, respondió serio y tajante Guillermo, quien se ha dedicado a esta actividad laboral desde 1993, y ha trabajado en al menos siete centros nocturnos distintos de la Ciudad de México.

“Nuestra misión es garantizar la seguridad de los clientes que quieren pasar un rato agradable o de esparcimiento en un centro nocturno, y sabemos la gran responsabilidad que tenemos en nuestras manos”, subrayó.

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“Nuestro trabajo consiste básicamente en recibir a los clientes, les damos la bienvenida y les pedimos hacerles una revisión o ‘cacheo’ para asegurarnos que no traigan armas de fuego o punzocortantes, así como algún tipo de sustancia ilícita, e incluso, cierto tipo de medicamentos, como son las gotas –por todo lo que ha pasado últimamente–”, explicó.

“En esta revisión también debemos descartar que la persona ingrese al establecimiento con bebidas alcohólicas o líquidos. El personal de la puerta también se encarga de despedir a los clientes y cerciorarse que vayan bien y seguros”, comentó.

“Aquí cuidamos al cliente, sí vemos que alguien ya va muy tomado, le ofrecemos pedirle un taxi, para que llegue seguro a su casa”, comentó Guillermo, quien explicó que a fin de brindar una atención adecuada, el personal de seguridad debe tomar cursos de capacitación para tener un buen trato con la gente, anticiparse a algún tipo de problema y saber actuar de forma preventiva.

Foto: José Melton | La Prensa

-¿Estudian algo de psicología?

-“Sí, en cierta manera sí, porque tenemos que saber qué hacer cuando un cliente se nos pone pesado o prepotente, cómo calmarlo y tranquilizarlo, pero nunca con el uso de la fuerza”, respondió Guillermo.

Señaló que su trabajo consiste precisamente en brindar una atención preventiva, saber detectar situaciones que pueden detonar un conflicto y anticiparse a ello.

Platicó a LA PRENSA que en muchos casos los conflictos surgen entre el mismo grupo de amigos que sale a divertirse, ya no con los demás clientes ni con el personal del establecimiento. “Parece mentira, pero a veces el problema surge entre los propios amigos que vienen”, agregó.

Es bonito trabajar en la noche

“Este es un trabajo con un horario muy variable, empezamos a laborar a las 8 de la noche y terminamos a las 2 de la mañana. Hay negocios que trabajan toda la semana, otros de lunes a sábado y algunos solo los fines de semana”, explica Guillermo.

“Nos vamos acostumbrando al ambiente y a la noche, ¡porque es bonito trabajar de noche!”, señaló al recordar que durante la pandemia los negocios del giro nocturno atravesaron una etapa muy difícil, pues fueron los primeros en suspender actividades y los últimos en abrir.

La pandemia fue una etapa muy difícil para todos los trabajadores del sector de entretenimiento nocturno, tuvimos que sacar el guardadito, algunos nos tuvimos que dedicar al reparto de comida por aplicación, e incluso, muchos tuvieron que empeñar o vender los bienes que tenían.

Afortunadamente ahora ya podemos trabajar, ya pasó la pandemia y ahí van saliendo los gastos

Durante la charla, Guillermo explica que el ambiente en cada negocio de este giro es distinto, como ocurre en los centros nocturnos de entretenimiento, las discotecas, los bares o los antros.

“En los antros es más frecuente que vayan clientes jóvenes y se les pasen las copas. En cambio, en ciertos centros nocturnos esto ya no es muy frecuente, porque acude gente mayor que quiere pasar un rato agradable y a convivir de forma adecuada”.

-¿Cuál ha sido la experiencia más sobresaliente que ha vivido en su trabajo?

“Afortunadamente, en los lugares que he trabajado nunca he vivido un problema fuerte, donde haya disparos de arma de fuego, asaltos o personas heridas o que presenten un problema de salud.

“Lo que sí es frecuente, y nos ha tocado vivir, es que algún cliente se vaya a los golpes, lo cual generalmente ocurre en el mismo grupo de amigos porque no quieren cooperar para la cuenta, o porque otro consumió más que los demás”.

Foto: José Melton | La Prensa

Por tu seguridad y la de todos

Entre las anécdotas que ha vivido en su trabajo, Guillermo contó que con frecuencia hay personas que quieren ingresar al negocio y no aceptan la revisión. Considera que aquellos que asisten a un centro nocturno deben entender que esto es necesario para su seguridad y la de los demás.

“Hay gente que desde la entrada nos dicen que no quieren ser revisados, que son influyentes, o que vienen con tal o cual persona, pero sin excepción lo tenemos que hacer, porque es por su propia seguridad, ¡imagínese que dejamos pasar a todos sin revisión!, no sabemos qué traigan, y esto es más que nada por su propia seguridad y la de todos”, indicó.

También hay otro tipo de clientes que son los que se fijan en todo, que eligen lugares que les puedan brindar condiciones de seguridad y tranquilidad, comentó Guillermo, quien precisó que para desempeñar este tipo de trabajo se requiere cierta estatura y condición física.

“Los clientes, sobre todo cuando son personas adultas, quieren ir a un lugar a convivir, a disfrutar, a pasar un buen rato, y quieren un lugar que les brinde un ambiente seguro y tranquilo”, indicó Guillermo.

En cambio, en los antros llega a ocurrir frecuentemente que a los jóvenes se les pasan las copas y se ponen agresivos o groseros.

También nos ha tocado que llegan con el papá, el hermano o los amigos mayores y cuando les pedimos la credencial de elector, para comprobar que tienen más de 18 años de edad, se enojan porque no se les deja entrar


Otra situación frecuente es que algunos jóvenes llegan al negocio ya bastante tomados y en estos casos, tampoco se les permite la entrada. “Porque son personas que se duermen o que van a estar dando lata y, aquí lo mejor es evitar este tipo de situaciones”, señaló.

“Cuando a una persona se le pasan los alcoholes y se pone agresiva, lo que provoca es una situación muy desagradable y difícil, no solo para el personal de seguridad, sino también para sus acompañantes y los demás clientes”, indicó.

Este tipo de situaciones no son exclusivas de los centros nocturnos o los antros, llegan a ocurrir en las fiestas familiares, las bodas o los XV Años, por lo que hay que saber cómo manejar un conflicto, para evitar acabar en golpes.

“Las personas asisten a un centro nocturno para divertirse y olvidarse un poco de sus problemas cotidianos”, por eso consideró que es muy importante que quienes asisten a un centro nocturno, discoteca, bar o antro, comprendan que sí se les solicita una revisión es por su propia seguridad y la de todos.

Recordó que cuando empezó a descender el índice de contagio por la pandemia de Covid-19 y se autorizó que los negocios nocturnos abrieran con ciertas especificaciones, como un aforo menor al 30 o 40%, el uso de gel sanitizante y cubrebocas, así como una adecuada ventilación y sana distancia, había clientes que no querían cumplir las normas.

“Aquí les regalábamos el cubrebocas y muchos no se lo querían poner, a pesar de que les explicábamos que era una medida obligatoria para cuidar su propia salud y la de todo el personal que trabaja en el lugar”, indicó Guillermo, quien agregó pensativo… “fue una época difícil”.

Foto: José Melton | La Prensa

Apoyados por Protección Civil

“Tampoco falta el cliente influyente, que no quiere hacer fila o quiere entrar cuando el lugar ya está lleno”, narró Guillermo, pues las personas deben entender que cuando no se les permite el paso es porque en los establecimientos mercantiles hay un límite de aforo y la sobresaturación ya implica un riesgo.

Informó que el personal de seguridad también recibe cursos de capacitación en materia de Protección Civil para saber cómo actuar en caso de sismo, incendio o cualquier otro tipo de emergencia.

“Cada tres meses viene a este negocio personal de Protección Civil, el último curso lo dieron el día del simulacro. Ellos nos dicen cómo actuar en caso de incendio o sismo, a qué personas se les debe ayudar primero, revisan que tengamos libre de obstáculos las salidas de emergencia y el acceso principal, e incluso, nos orientan cómo tranquilizar a los clientes”.

También contamos con un paramédico en caso de que un cliente presente algún problema de salud o infarto para dar los primeros auxilios, además de tener comunicación directa con los servicios de emergencia de la Ciudad de México, indicó Guillermo al advertir que el solo hecho de que un número importante de personas esté reunida al mismo tiempo en un solo lugar, ya implica un riesgo.

Por ello, en todos los lugares se tiene un límite de aforo, incluso hay negocios donde, por ejemplo, no se tiene barra ni se permite que las personas estén paradas en los pasillos y anden de un lugar a otro, para que en caso de presentarse una emergencia las rutas de evacuación estén liberadas.

La población debe entender que aquí no se trata de “ser influyente”, se trata de respetar las normas que se han establecido para resguardar la seguridad de todos, concluyó Guillermo.

Publicado originalmente en La Prensa

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