Las calles de Ciudad de México lucieron este lunes escasa presencia de mujeres, que se ausentaron de escuelas y centros de trabajo, en una inédita jornada denominada #UndíaSinNosotras convocada para protestar por la ola de feminicidios que azota al país.
El asesinato en febrero de una niña de 7 años que sufrió abuso sexual y de Ingrid Escamilla, una mujer de 25 años cruelmente ultimada por su pareja, encendieron la indignación de los grupos feministas en un país que, según cifras oficiales, en 2019 registró al menos 1.006 feminicidios.
La ausencia femenina se notó desde temprano en el reducido tránsito matinal. Muy pocas conductoras circulaban por calles de la capital donde el tráfico, usualmente caótico, resultaba mucho más fluido.
Una que otra trabajadora ingresaba a estaciones de metro entre abultados grupos de hombres que se dirigían al trabajo, muchos de ellos portando un listón morado en solidaridad con la causa. Algunos negocios también exhibían el listón en sus vitrinas.
"Padres y madres de familia, se les informa que el personal femenino se une al paro nacional" de mujeres, decía un cartel en una escuela primaria del centro.
En un colegio de Polanco, una exclusiva zona de la ciudad, los papás se organizaron para hacer talleres, ante la ausencia de maestras y madres de familia.
El paro se realiza tras una multitudinaria marcha de mujeres el domingo que contó con al menos 80.000 asistentes en Ciudad de México y decenas de miles en otras localidades del país.
En estas marchas participó un "conservadurismo disfrazado de feminismo", consideró el lunes el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador. Aunque afirmó que hay mujeres que luchan legítimamente por sus derechos, reiteró que existen opositores detrás de grupos feministas.
Medios, bancos, el metro
El periódico Reforma salió el lunes con el cabezal de su portada en color morado y al igual que otros diarios, los espacios de mujeres columnistas quedaron en blanco o rellenos con los hashtags #ParoNacionaldeMujeres o #Undíasinnosotras.
"En el caso de algunas estaciones del metro, hay compañeros taquilleros que están laborando" y se utilizan máquinas recargadoras para sustituir parcialmente a las empleadas, dijo a la AFP Jesús Aguilar, jefe de la estación Zócalo del metro.
Oficinas de gobierno y muchas empresas privadas, con mayoría femenina entre sus empleados, estaban prácticamente vacías.
De acuerdo con un análisis de Citibanamex, la participación de mexicanas en el mercado laboral es de las más bajas de Latinoamérica, con la mayoría de ellas confinadas al trabajo doméstico, sobre todo no remunerado (23.7 millones).
Sólo 18 millones se dedican a actividades remuneradas y fuera del hogar, indicó el banco, que pronosticó una pérdida económica de unos 2.000 millones de dólares en el día del paro de mujeres.
Es una "demostración de cómo sería una sociedad sin mujeres", dijo Jorge Luna, un joven de 21 años, empleado de una cadena de cafeterías donde este lunes atendían puros hombres.
Por norte y sur
En Ciudad Juárez, fronteriza con Estados Unidos y donde cientos de mujeres aparecieron muertas en la década de 1990, feministas protestaron frente a la fiscalía especializada para delitos contra mujeres por la muerte de la activista Isabel Cabanillas, cuyo cadáver fue hallado a finales de enero.
Sin embargo, las trabajadoras de la poderosa industria maquiladora se presentaron a trabajar, constató un periodista de la AFP.
En Chiapas (sur), en la otra punta del país, mujeres zapatistas se recluyeron en sus comunidades autónomas, luego de que durante la madrugada se desplegaran en una carretera con veladoras encendidas en señal de protesta.
"¡Vamos mujeres, vamos a vencer, a este sistema maldito que nos quiere desaparecer!", corearon durante su manifestación.
El paro promueve un ausentismo generalizado tanto en el sector privado como público para mostrar el alcance del trabajo de las mujeres y el impacto de su eventual desaparición por la violencia.
Grandes empresas y dependencias de gobierno se apresuraron a conceder el día a sus trabajadoras sin descontar el salario, en una adhesión que muchas feministas han rechazado por considerarla oportunista.