En 2019, México rompió récord de devoluciones de migrantes a Centroamérica, debido a las medidas como el despliegue de la Guardia Nacional en la frontera sur.
“En los primeros siete meses del año fiscal 2019 (del 1 de octubre al 30 de abril), la cantidad de aprehensiones en la frontera con México superó la cifra total del año fiscal 2018 (del 1 de octubre al 30 de septiembre), en un 16%”, destacó la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
En el estudio “Tendencias Migratorias en Centroamérica, Norteamérica y el Caribe”, publicado en junio del presente año, este organismo de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) revela también que solo en el primer semestre de 2019, México regresó a 130 mil 985 migrantes a los países considerados dentro del Triángulo Norte, conformado por El Salvador, Guatemala y Honduras.
El número de migrantes retornados contrasta con los datos registrados durante todo 2017, cuya cifra ascendió a 141 mil 828 personas, mientras que para el 2018, el número de centroamericanos devueltos a sus países fue de 196 mil 61 personas.
Las cifras comprueban que las medidas aplicadas por México han dado los resultados esperados al contener a los centroamericanos que buscan emigrar a Estados Unidos, país que amenazó con aplicar sanciones arancelarias si el gobierno mexicano no impedía la migración.
Los casi 131 mil inmigrantes indocumentados que llegaron a México por la frontera sur fueron devueltos a sus países originarios.
Esas personas habían dejado sus hogares en busca de mejores condiciones de vida, por la inseguridad que representa vivir en sus comunidades, o por reunirse con sus familiares en Estados Unidos, según los resultados de una encuesta aplicada por personal de la ONU.
La OIM aplicó la encuesta a partir del 31 de octubre de 2018, cuando se da la integración de caravanas de migrantes de El Salvador hacia Estados Unidos.
El cuestionario arrojó que el 79% deja sus lugares de origen para mejorar sus condiciones de vida, el 45% por la violencia e inseguridad y el dos por ciento por reunificación familiar; sin embargo, en el 27% de los casos se combinan las causales.
El titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, reforzó esa información al admitir, durante una rueda de prensa en Palacio Nacional, que “va a la baja” la migración de centroamericanos hacia Estados Unidos, al pasar de 144 mil 278 en el mes de mayo a 87 mil 648 en julio.
“Para el mes que está por concluir, estimamos que tenemos una cifra de 87 mil 648 personas que llegaron a la frontera norte, en mayo eran 144 mil 278. Eso significa una reducción considerable”, destacó el funcionario federal.
Centroamérica, tierra de contrastes
Centroamérica es una franja de tierra compuesta por siete países, que muestra la disparidad en la que viven sus habitantes, a quienes el fenómeno migratorio no afecta por igual.
Según el Índice de Desarrollo Humano 2018 de la ONU, Costa Rica ocupa el lugar 63 entre 189 países; Panamá el 66; Belice el 106; y el mejor posicionado es Noruega.
El contraste se presenta cuando se analiza ese ranking donde El Salvador está en el número 121, seguido de Nicaragua en el 124, Guatemala en el puesto 127 y Honduras en el puesto 133.
Las diferencias económicas y políticas que registran estos cuatro países, respecto de Costa Rica, Panamá y Belice, están relacionadas directamente con que sean naciones expulsoras de emigrantes.
Por ejemplo, el Banco Mundial (BM) indica que Costa Rica “experimentó un crecimiento económico sostenido en los últimos 25 años. Dicho progreso es el resultado de una estrategia de crecimiento orientada al exterior, basada en la apertura a la inversión extranjera, así como en una gradual liberalización comercial”.
En lo que se refiere a Panamá, es el país con mayor ingreso per cápita de Centroamérica, calculado en 13 mil 519 dólares, y tiene una de las economías más estables, según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
Esas condiciones alientan a que sus habitantes permanezcan en su país, a diferencia de aquellos que atraviesan condiciones económicas adversas y una gestión deficiente de su sistema político gubernamental.