En el país donde [gastadamente] se dice “pobre México tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos” hablar de la cooperación bilateral suele ser una tarea solitaria. Pero convencida de que los problemas transnacionales requieren de soluciones que también trascienden fronteras, es posible decir que a un año del Entendimiento Bicentenario hay razones para ser cautelosamente optimistas.
¿Por qué?
Primero porque tenemos un acuerdo. Una de las características definitorias de la relación entre México y Estados Unidos es la asimetría de poder que existe entre ambos países. Esta asimetría no representa necesariamente una desventaja siempre y cuando se gestione. Un marco para cooperar en materia de seguridad, aunque parezca contraintuitivo, es una manera de gestionar esta asimetría y beneficiar a México. Cooperar bajo un esquema, llámese Iniciativa Mérida o Entendimiento Bicentenario, entre otras cosas, facilita poner temas en la agenda que son prioridad para nuestro país.
El caso más emblemático es el tráfico de armas. Además del litigo estratégico presentado por México contra fabricantes y distribuidores de armas en Estados Unidos, el Entendimiento Bicentenario permite que este problema se atienda, sin carecer de retos, de forma interinstitucional en ambos países. Por supuesto que hay mucho que México tiene que hacer en su política interna para reducir el número de armas que circulan de manera ilegal en el país, pero así como Estados Unidos ha pedido a México atender temas de narcotráfico por el impacto que tiene en sus ciudadanos, México también ha puesto el foco sobre una de las actividades ilícitas transnacionales que más han deteriorado la calidad y expectativa de vida para los y las mexicanas.
¿Qué falta?
Saber cómo. Es decir, aun cuando celebro que exista este marco de cooperación hace falta saber cómo se lograrán los objetivos planteados. Después de todo, las comunidades seguras en ambos lados de la frontera no se lograrán solo por plasmarlas en un acuerdo.
Uno de los ejemplos más claros es el grupo de trabajo sobre fentanilo anunciado tras la visita del presidente López Obrador a Washington en julio de este año. Este es un tema importante para México, en particular en la región fronteriza, y urgente para nuestro vecino donde las muertes por sobredosis en el año 2021 llegaron a 107,622. Si bien no todo el fentanilo que produce muertes en EU se produce o se distribuye desde México, el contar con un grupo de trabajo demuestra que México toma en serio la seguridad compartida. Aunque no toda la información puede publicarse, tras el anuncio, poco se sabe de cómo trabajará este grupo.
La falta de información sobre cómo se lograrán los objetivos no es una discusión meramente técnica. La falta de detalles también alimenta los argumentos de quienes ven en el Entendimiento Bicentenario el principio del fin de la cooperación en seguridad. Es decir, el Entendimiento como letra muerta y no un instrumento útil para la gestión de retos compartidos en la relación más importante para nuestro país.
* Jefa de Investigación en Programas de Seguridad, Centro de Estudios México-Estados Unidos, Universidad de California San Diego.