Lo nombraron Félix. La idea fue de una enfermera. Fue ella quien recordó que ese día era el santoral de los “San Félix”. Todo el personal médico sabía que el destino de esa persona de la tercera edad, sin nombre, sin nadie que preguntara por él, era la fosa común.
El hombre de 94 años ingresó al Hospital de La Villa, en la alcaldía Gustavo A. Madero, el 14 de junio de 2020. Llegó sin nombre y se fue sin nombre. Murió a los dos días de diagnosticarle Covid-19.
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No había ningún rastro para poder identificarlo. Los rescatistas del Escuadrón de Rescates y Urgencias Médicas (ERUM) sólo informaron en ese centro de salud del gobierno de la Ciudad de México que lo “levantaron” en “muy malas condiciones”, cerca del Metro Talismán, luego de un reporte ciudadano.
Graciela –opta por no dar su nombre real por motivos de seguridad laboral– fue de las enfermeras que cuidó a Félix esos dos últimos días de su vida.
“Luchó hasta el final, pero nunca pudo pronunciar una palabra por la situación en la que llegó… Había y todavía hay mucho desconocimiento sobre este virus. Era notorio que el anciano había sido abandonado en la calle. No traía nada que lo pudiera identificar, una credencial, una placa, un papel. Nada”.
El caso de Félix coincide con fechas, lugares, edad y destino que contiene la base de datos del Instituto de Ciencias Forenses (Incifo) de la Ciudad de México, específicamente la casilla marcada con el número 2413.
En ese recuadro, en la fila sobre “diagnóstico”, se establece que la causa del deceso fue por “insuficiencia respiratoria. Neumonía atípica con probable SARS-CoV-2.”.
Más adelante, en el penúltimo recuadro, sobre el destino del cuerpo, se señala “Panteón Civil de Dolores”, donde se encuentra la única fosa común en la capital del país, en la Alcaldía Miguel Hidalgo, en la Tercera Sección del Bosque de Chapultepec.
En la última variable de la base de datos del Incifo, referente al “estatus de identificación”, sólo aparece la palabra “desconocido”.
En esa situación están otros 159 cadáveres que se han ido acumulando desde el 18 de marzo de 2020 –cuando las autoridades de salud anunciaron el primer deceso en México por coronavirus– hasta el 31 de agosto de 2021, de acuerdo con la respuesta a una solicitud de información que realizó El Sol de México al Tribunal Superior de Justicia del Poder Judicial de la Ciudad de México (TSJCDMX).
Sólo en la capital, en la fosa común del Panteón Civil de Dolores están los cuerpos de 134 hombres y 26 mujeres, los cuales se apilan uno tras otro, aunque separados de los mil 208 cadáveres no identificados que fueron trasladados a ese sitio pero que fallecieron por otras causas.
Felipe Takahashi Medina, director del Incifo, anota que aunque en este periodo sí hubo un incremento significativo en el número de cadáveres que recibió la institución –en al menos un 10 por ciento de 2019 a 2020, pero también de 2020 a 2021–, puntualiza que esto no quiere decir necesariamente que se deba a casos específicos de personas confirmadas de Covid.
“En México, a diferencia de otros países, no se hizo una prueba de PCR a los cadáveres para poder confirmar la posibilidad de que fuera un cuerpo que hubiera padecido coronavirus. Por lo tanto, debemos manejar estas estadísticas como casos sospechosos, o en algunos confirmados, pero por el hospital, no por el Incifo”, aclara.
OLVIDADOS EN VIDA Y EN MUERTE
Jóvenes, adultos y personas adultas mayores, que van de los 21 a los 97 años de edad, moldean esta cara desconocida de la pandemia. Personas abandonadas a su suerte que alguna vez tuvieron un nombre.
Mujeres y hombres que ni siquiera tuvieron el derecho a portar un papel que los identificara, a contar con un familiar o conocido que levantara la mano en la muerte, esa que se presentó en la vía pública, en albergues, en hospitales, en hogares, en vehículos y en prisiones de la capital del país.
Takahashi Medina, director del Incifo, expone que desde el inicio de la crisis sanitaria en México, específicamente en marzo de 2020, la institución que preside, conjuntamente con la Consejería Jurídica de la CDMX, determinó que se abrieran fosas comunes especiales para estos casos sospechosos, o confirmados de coronavirus, que quedaran en calidad de desconocidos.
“No se inhumaron en la fosa tradicional, digamos, de cadáveres que tenían algún tipo antecedente de evento traumático. No puedo asegurar en este momento que haya habido una determinada cantidad de deudos que hayan reclamado a su ser querido porque se haya enviado a este tipo de fosas especiales, pero definitivamente tienen toda la posibilidad de reclamar el cuerpo de su ser querido a través del Ministerio Público y de determinar el destino que decidan”, detalla.
Respecto al tiempo que tarda el Instituto de Ciencias Forenses en recibir y hacer el peritaje a los cadáveres con probable Covid-19 que llegan a esa institución, para que en caso de no ser identificados se envíen a la fosa común, el médico forense destaca que tratan de que sea el mismo que el de un cuerpo con otras características de fallecimiento, es decir, de tres a cuatro semanas, “todo con el propósito de que en ese lapso pueda ser identificado o reclamado”.
Y así ocurrió con 37 cadáveres no identificados en la alcaldía Iztapalapa; 26 de Gustavo A. Madero; 22 de Álvaro Obregón; 14 de Miguel Hidalgo; 14 de Benito Juárez; 13 de Cuauhtémoc; 11 de Iztacalco; seis de Tláhuac; seis de Venustiano Carranza; cinco de Coyoacán; tres de Tlalpan; dos de Milpa Alta y uno de Magdalena Contreras.
27 DE MARZO, EL PRIMER CASO
Número consecutivo: 1277. Tipo de diagnóstico: Covid en sujeto con cirrosis hepática. Descripción: Coronavirus como causa de enfermedades clasificadas en otros capítulos. Tipo de Muerte: Muerte natural. Sexo: Masculino. Edad: 56 años. Estado civil: Desconocido. Escolaridad: Desconocido. Nacionalidad: Desconocido. Ocupación: Desconocido.
Nombre de la calle donde ocurrió el deceso: Calzada Ermita Iztapalapa. Colonia: Citlalli. Alcaldía: Iztapalapa. Fecha: 27/03/2020. Mes: Marzo. Hora: 01:05. Sitio de muerte: Hospital. Fecha de ingreso al Incifo: 30/03/2020. Fecha de egreso: 25/04/2020. Destino: Panteón Civil de Dolores. Estatus de identificación: Desconocido.
Habían pasado nueve días del anuncio oficial sobre el primer deceso en México por Covid-19. La pandemia todavía era un enigma. La letalidad, la duración, los tipos de transmisión, los efectos inmediatos y secundarios, pero sobre todo las historias en torno a esta enfermedad apenas comenzaban a escribirse.
Ese día, 27 de marzo de 2020, el tablero que presentaban las autoridades de la Secretaría de Salud federal en las conferencias vespertinas de Palacio Nacional marcaba 12 decesos confirmados, 717 casos positivos y dos mil 475 casos sospechosos.
De acuerdo con los datos entregados a El Sol de México por la Dirección de Estadística de la Presidencia del TSJCDMX, con información del Incifo, en respuesta a la solicitud de información con folio 090164121000058, ese día ocurrió el primer caso de una persona “no identificada” que falleció en la capital del país por “probable Covid-19”.
En los meses posteriores, los casos de personas que murieron a consecuencia de la pandemia y que permanecen en calidad de “desconocidas” aumentó considerablemente, hasta llegar a la cifra de 160 al 31 de agosto de 2021.
Pero la tragedia no sólo estaba en los hospitales de la Ciudad de México –donde se han registrado 129 decesos de personas no identificadas–, sino que también se trasladó a las calles (con un reporte de 13 fallecimientos de personas) y a los albergues de asistencia e integración social del gobierno capitalino (10 muertes).
Además, a los hogares (cuatro casos), al interior de vehículos (un deceso) e incluso a los reclusorios, donde se han registrado tres decesos, dos en el Reclusorio Norte y uno en el Penal Femenil de Tepepan.
CONDENADOS AL OLVIDO
En la fosa común del Panteón Civil de Dolores están, en mayor número, los restos de adultos mayores abandonados en hospitales o en albergues públicos.
A esos sitios ingresaron sin documentos, en un estado de salud sumamente deteriorado. Algunos con padecimientos de salud mental. Otros con estados avanzados de enfermedades crónico degenerativas como demencia senil, Alzheimer, Parkinson, diabetes, hipertensión.
En los Centros de Asistencia e Integración Social de “Atlampa” y “Plaza del Estudiante” optan por no dar información sobre el tema. “Se trata de datos personales que deben tener un tratamiento especial”, argumentan.
Gerardo M. accede a platicar. Pide cambiar su nombre real para “cuidar la chamba”. Se desempeña como trabajador social en el albergue “Cuemanco”, donde se han registrado dos decesos de personas adultas mayores (una mujer de 74 años, en septiembre de 2020, y un hombre de 75 años, el febrero de 2021) en el periodo de marzo de 2020 a agosto de 2021.
“Regularmente llegan personas de edad avanzada en situación de calle, pero la mayor parte por abandono, porque muchas veces a las familias se les hace una ‘carga’ tenerlos en casa, solventar sus tratamientos médicos. Y los dejan a su suerte en las calles sin algo que los identifique, ¿por qué?, porque si portan algún documento de identificación inmediatamente se puede localizar a sus familiares. Saben que eso es un delito, que está penado, por eso los condenan al olvido”.
Gerardo comenta que muy pocos pronuncian su nombre de pila y casi nadie su nombre completo. “Allí los bautizamos, les damos un nombre, aunque sean sus últimos días”.
El trabajador social dice que todos los que laboran en el albergue saben que el destino de estas personas de la tercera edad es el servicio forense, primero, y luego la fosa común. “No sólo de los que murieron por Covid, sino de buena parte de los que pierden la vida en estos lugares por distintos padecimientos; hasta me atrevo a decir que incluidos el olvido y la tristeza”.
Felipe Takahashi señala, en cambio, que si bien no compete al Incifo determinar si las personas fallecidas estaban en situación de calle o fueron abandonadas en un hospital, sino a la Fiscalía General de Justicia de la CDMX, porque es la encargada del levantamiento del cadáver, afirma que en el instituto conocieron “indirectamente” de posibles casos de abandono a personas con Covid-19 en centros médicos.
Las edades de las personas que murieron en esa situación lo confirman los datos del Incifo: ocho de 70 años, siete de 71 años, siete de 77 años, cinco de 80 años, cuatro de 78 años, dos de 88 años, una de 97 años, una de 94 años…
MUERTOS SIN OFRENDA
La tonalidad amarillenta de las bolsas de plástico forenses contrasta con el barro negruzco que se moldeó en la tormenta de la noche anterior. Las zanjas mortuorias “especiales” están separadas de las otras fosas comunes. Segregados en vida. Segregados en la muerte.
Un par de flores de cempasúchil se ahogan en un charco de agua que se formó en el rincón de una de las cavidades de tierra. Parece que alguien se acordó de uno de los olvidados en la vida y en la muerte.
Los preparativos para el Día de Muertos en el Panteón Civil de Dolores se dan un poco más para allá, donde están los que fueron sepultados con una lápida, con un nombre, con una fecha.
Pero de este lado, en este sitio fangoso y poco transitable, descansan 160 cuerpos de mujeres y hombres que no tendrán una ofrenda, un simple recuerdo… Y sí. Puede que por ahí estén los restos de “Don Félix”.
@RivelinoRueda
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