La pandemia de Covid-19 incrementará el número de pacientes con dolor crónico debido a que los pacientes carecen de atención y un diagnóstico oportuno desde el inicio de la emergencia sanitaria y al hecho de que este mal puede presentarse como una secuela del coronavirus, coinciden especialistas.
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A más de un año de que el virus SARS-CoV-2 llegó a México, y con una tercera ola de contagios en puerta, los mexicanos que padecen dolor crónico han experimentado dificultades para acceder al diagnóstico oportuno y a la atención especializada que necesitan, lo que agrava su situación y produce un aumento de casos.
Cifras de la Federación Latinoamericana de Asociaciones para el Estudio del Dolor (FEDELAT) indican que el dolor crónico afecta a 27 por ciento de la población mexicana y a cerca de 190 millones de personas en Latinoamérica. En México, son mujeres y adultos mayores quienes más lo padecen.
João García, presidente de la FEDELAT, señala que, en el último año, no solo se ha dilatado la detección oportuna del dolor crónico, sino que alrededor de la mitad de los pacientes con esta condición se vieron forzados a interrumpir sus tratamientos.
“La mayoría de los pacientes con dolor crónico han dejado de asistir a los centros hospitalarios porque son considerados población de riesgo por sus trastornos inmunológicos. Además, muchos de los hospitales han priorizado la atención de pacientes Covid-19 frente a otras patologías”, indica el especialista.
Por su parte, Silvia Allende Pérez, especialista en Algología y jefa del Servicio de Cuidados Paliativos del Instituto Nacional de Cancerología (INCAN), explica que la falta de atención personalizada y oportuna ocasionaría un incremento en el número de pacientes con dolor crónico. A ello se suman las personas que lo experimentan como una secuela de la Covid-19: el virus puede causar dolor neuropático por sus efectos sobre los nervios periféricos y ocasionar complicaciones asociadas a los largos periodos en cama y sin actividad física.
“El dolor crónico se comporta como una epidemia silenciosa, sus secuelas son devastadoras por el grave deterioro funcional que ocasiona y el profundo impacto emocional, social y económico que tiene no sólo para los afectados directos, sino para la sociedad en su conjunto”.
DERECHO A NO SENTIR DOLOR
El alivio del dolor es un derecho universal estipulado en la Carta de Derechos Humanos de las Naciones Unidas desde el año 2000. De hecho, existe un Día Mundial contra el Dolor, que se celebra cada 17 de octubre, para encontrar tratamientos que alivien el sufrimiento físico causado por las enfermedades.
El presidente de FEDELAT resalta la importancia de llevar un registro de los pacientes que permita hacer un seguimiento y garantizar la continuidad del tratamiento.
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La Clasificación Internacional de Enfermedades (ECD-11 por sus siglas en inglés) considera al dolor crónico como una patología en sí misma. En ese sentido, los expertos coinciden en que se requiere de un tratamiento integral, que comprenda terapias farmacológicas, físicas y psicológicas. Sin embargo, aún persisten barreras como el poco conocimiento sobre la enfermedad y su manejo, que dificultan la óptima atención del dolor.
“Ya antes de la pandemia, el tiempo que le tomaba a un paciente conseguir un diagnóstico y tratamiento adecuado podía ser de hasta dos años, lo cual tiene un impacto físico, emocional y económico en las personas que lo padecen y en la sociedad”, señala João García.
Silvia Allende pide visibilizar y atender este problema de salud para garantizar la calidad de vida de los pacientes y de sus familias. “El dolor crónico limita las oportunidades de llevar una vida satisfactoria, por ello, fomentar el conocimiento sobre esta condición para que pueda ser atendida como se debe, es impostergable”.