México.- Aunque la esencia misma de una peregrinación radica en el acto de fe, la caminata implica el pago del transporte, comida que se ofrece en algunas escalas, así como la vestimenta y en algunos casos hasta la limosna que se entrega a los organizadores; sin embargo, la mayor ganancia es para el comercio informal que también peregrina junto con el contingente para ofertar desde calzado, tamales, atole y remedios para el cansancio hasta el arreglo de bicicletas en talleres móviles.
Si bien el fervor guadalupano este 12 de diciembre no se vive solo en el Valle de Toluca, también en Gualupita en Santiago Tianguistenco se celebra con ceremonias religiosas.
Pero el verdadero negocio es para el comercio informal, ya que en cuanto salen de los pueblos se reúnen en los municipios y los vendedores los acompañan para ofrecer desde alimentos hasta productos para aminorar el cansancio de los peregrinos. En Toluca, el contingente que se congrega previo a la salida a la Basílica de Guadalupe suma miles y por lo mismo el zócalo se convierte en un mercado.
Y es que aunque la mayoría de negocios ambulantes ofrecen alimentos diversos, también se venden productos como calzado cómodo para caminar, pomadas, algunos medicamentos para disminuir el cansancio, ropa, colchonetas, cobijas, paraguas, imágenes religiosas, entre otros artículos. Cabe señalar que una vez que sale el contingente, muchos vendedores también caminan con el contingente para ofrecer sus productos al momento. De hecho, talleres móviles de bicicletas también son instalados en puntos donde la peregrinación ciclista realiza escalas.
Si bien el requisito indispensables para poder participar estos actos religiosos es la fe, los participantes tienen que cumplir