¿Sabes en qué se parecen un joven que corta la caña en el sur de Chiapas y un artesano de 70 años que vende sus productos de madera en uno de los mercados más céntricos de la capital de Veracruz?
¿O en qué son iguales ellos a una mujer que barre las calles del puerto de Acapulco o a un matrimonio que trabaja en el campo a menos de media hora de la capital poblana? En que todos son pobres a pesar de laborar los siete días de la semana y en jornadas que superan las ocho horas.
En México se puede trabajar de tiempo completo y aun así no salir de la miseria debido a los bajos salarios y la informalidad del empleo.
Y los estados que encabezan la lista de pobreza también son los que mantienen a una mayor proporción de sus trabajadores sin ingresos o con sueldos inferiores al mínimo establecido en la ley, que para este año es de 88.36 pesos, de acuerdo con el estudio Bajos salarios, informalidad y pobreza, la debilidad social del modelo económico, elaborado por el Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC).
La quinta parte de la población ocupada en el país –unos 10.7 millones– gana por su trabajo a lo mucho un salario mínimo o incluso no recibe remuneración alguna. Pero en lugares como Chiapas, Oaxaca y Guerrero, la proporción de empleados mal pagados o sin paga crece a 77%, 70% y 64%.
Lo mismo pasa con la informalidad laboral. Mientras que la tasa a nivel nacional es de 57%, en los estados mencionados supera el 80%, lo que significa no gozar de seguridad social ni de prestaciones de ley.
Trampa de pobreza
Se dice que hay que trabajar para salir de pobre, pero en México no siempre pasa así. En el país están ocupadas 52.4 millones de personas, pero solo 2.7 millones perciben un sueldo superior a los cinco salarios mínimos (13 mil 254 pesos), esto es, el 5% de los trabajadores. En cambio, 10.7 millones laboran por menos de 88 pesos diarios o incluso no perciben ingresos. Este grupo es el 20.6% de la fuerza laboral.
Además, de acuerdo con el estudio del IDIC, entre 2012 y 2017 los empleos mejor remunerados se redujeron casi 31%, mientras que los peor pagados crecieron 15%. En otras palabras, las fuentes de trabajo, lejos de generar riqueza, se han convertido en una barrera que impide a los mexicanos mejorar sus condiciones sociales dados los salarios paupérrimos.
Lo planteado en el informe coincide con las cifras de la organización México, ¿Cómo Vamos?, que revelan que dos de cada cinco trabajadores no pueden adquirir la canasta básica con su salario.
Para José Luis de la Cruz, director del IDIC, esta paradoja de empleo y pobreza se explica, en primer lugar, por la precarización del sistema productivo, o sea, de las empresas.
“El 95% de los establecimientos son micronegocios y pequeñas empresas, es decir, unidades económicas de muy bajo valor agregado en general… mientras se mantenga un entorno de alta regulación, que se presta a corrupción, con altos costos por falta de seguridad pública, con costo de energía y de combustibles elevados, la mayor parte de las empresas, particularmente las más pequeñas, tendrán problemas para poder pagar mejor”, detalla el especialista.
De la Cruz sostiene que para mejorar los salarios, México debe avanzar en la productividad de sus empresas, ya que entre 1993 y 2016 la productividad total de los factores, que es la capacidad en esencia de innovar de una economía, tuvo una variación negativa. Otra causa de los bajos sueldos es que la mayor parte de estos trabajadores labora en la informalidad.
Salario mínimo
El pasado jueves 8 de febrero, 70 organizaciones encabezadas por Acción Ciudadana Frente a la Pobreza presentaron ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) una denuncia por violación a los derechos humanos porque el salario mínimo en México se encuentra por debajo de la línea de pobreza.
La denuncia se basa en el artículo 123 de la Carta Magna que dice que los salarios mínimos “deberán ser suficientes para satisfacer las necesidades normales de un jefe de familia, en el orden material, social y cultural, y para proveer a la educación obligatoria de los hijos”.
A este ingreso actualmente le faltan 11 pesos diarios para adquirir los bienes y servicios contenidos en la canasta básica.
De la Cruz señala que el aumento difícilmente generaría una presión inflacionaria dado que en el sector formal menos de 200 mil personas reciben el mínimo. La mayoría son informales.
Pero por el mismo motivo, no queda claro si un aumento por decreto funcionará, pues los trabajadores informales no tienen garantías que recibir ese incremento. Además, muchos de ellos laboran por cuenta propia: si pudieran darse ese aumento, ya lo hubieran hecho.
“Si no hay formalización de la economía, no se puede garantizar que las personas reciban el beneficio del aumento”, concluyó el experto.