Sin ser un profundo conocedor del futbol mexicano, lo que pasa con el Cruz Azul me obsesiona. Resulta fascinante que el equipo reiteradamente caiga en el abismo del fracaso y la tristeza.
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Vale recordar que no todo son derrotas para el equipo, han habido importantes victorias en la Liga de Campeones Concacaf y otros torneos nacionales. Vaya a sus fieles aficionados todo mi respeto y empatía.
Pero lo que pasó ahora frente a los Pumitas de la magnánima Universidad Nacional (así en mayúsculas) es para los libros de historia.
El hecho de perder una ventaja de cuatro goles como sucedió ahora se hace todavía más extraordinario si se le añade las derrotas del Cruz Azul en partidos de eliminatoria o final frente al Pachuca en 2009; Monterrey en el mismo año; Monarcas en 2011; el Necaxa en 2016; y marcadamente el América en 2013, 2016 y 2018.
Aquí es donde entra mi interés. Todos los equipos pierden, pero el Cruz Azul tiene el hábito de hacerlo en los escenarios más importantes y de manera constante.
Cuando pierde como pierde, la maldición deja de ser mito para quedarse tejida en las fibras del equipo. Es como si al invocar a sus fantasmas en la chorcha estos se volvieran realidad cotidiana.
Hasta verbo hay, "cruzazulear".
Ya la RAE lo tiene identificado en su Observatorio de Palabras, que no incluido en su diccionario, pero si aceptara propuestas diría el que escribe: "dícese del acto de normalizar el fracaso estrepitoso".
El artista y "psicomago" chileno Alejandro Jodorowsky le dice "neurosis del fracaso" a esa inhabilidad de sacudirse la derrota.
Dicho lo anterior, demos un salto cuántico al torneo apocalíptico al que hemos llamado Vivir con Covid 2020.
Durante 1 año hemos publicado diariamente en la OEM el análisis de los datos sobre contagios y muertes de la pandemia (hicimos un especial muy completo que le invito a leer en esta liga)
Los datos disponibles son testigo que ésta es una fuerza natural que no sabe de límites. Como el mar, su única dinámica es la de colarse en todas las esquinas y desde ahí causar estragos pese a todos los diques y presas que se le pongan enfrente.
La oposición mexicana gusta de achacarle una derrota total a la 4T frente a la pandemia al conjurar el alto número de muertos y contagios en México, pero lo cierto es que sólo en un puñado de países que ya habían "controlado" la pandemia no han habido severos rebrotes que eclipsan las tasas de contagios iniciales.
Si uno se pone a ver la dinámica de la pandemia en cada país, podemos decir que la hemos "cruzazuleado" de este a oeste y de norte a sur: Alemania, España, Francia, México, Suecia, EU, Japón o Corea del Sur, et all.
El mundo está clamando por una vacuna porque sabe que no hay sistema económico que aguante el encierro indefinido y a su vez no hay encierro sostenible a largo plazo.
Vivimos en la negación de pensar que "ya pasamos lo peor" cuando estamos en el pico máximo de contagios y muertes en todo el mundo. Aún así ahí están las plazas abarrotadas, las fiestas y los restaurantes abiertos.
La cruzazuleamos todos. Hemos asimilado la derrota como algo cotidiano y sobre ella estamos construyendo una nueva realidad en el que la muerte de miles al día es menos impactante.
Pero lo más extraño es que no detecto fatalismo en el grueso de nosotros. Hay dolor, hay estrés, pero hay esperanza por el mañana, hay planes y hay proyectos.
Entonces comprendemos al fanático del Cruz Azul, porque siempre habrá otro torneo a pesar del fracaso en el que estamos sumergidos; esperando que el Apertura 2021 nos aporte menos amarguras.