La polarización, los odios y amores que este gobierno genera, dan origen a debates casi surrealistas, poco sustanciales y escasamente útiles para la vida nacional. Tal es el caso de la inauguración del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA).
Se observa que la charla de mesa sobre éste, plagada de clasismo, se ha ido quedando en la superficialidad y deja irresueltos los problemas técnicos de fondo.
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Primero lo primero. El AIFA está construido mas no terminado. Si se inauguró esta semana fue por la voluntad presidencial de empatar el evento con el natalicio de Benito Juárez, y por qué no, antes de la consulta popular para la revocación de mandato.
Con apenas una capacidad inicial de 20 millones de pasajeros anuales, al AIFA aún le faltan largas horas de construcción para cumplir con la promesa de quitarle al AICM la carga que hoy lo tiene colapsado.
Pero para los términos de esta columna interesa hablar de las reacciones tangenciales a la obra, pues la opinión publicada y en redes sociales han hecho del AIFA un tema de clase cuando debería ser meramente técnico y presupuestal.
Rascándole a las publicaciones posteriores a su inauguración las notas más destacadas en portales y replicadas por usuarios eran las que relataban el subdesarrollo intrínseco de la Zona Conurbada de la Ciudad de México y que hoy alberga a la mayor obra de infraestructura de este sexenio.
Que si no hay duty free en el AIFA, que si no hay un Four Seasons, que "si está muy lejos", que si hay tlayudas vendiéndose en la terminal, que si el Uber está muy caro, que a uno lo asaltan si llega caminando.
Entre las columnas de opinión de diarios nacionales encontré un fragmento que engloba bien ese tipo de pensar, aquel que se niega a ubicarse en la realidad tercermundista de México: "En vez del aeropuerto de clase mundial que hubiera sido el NAIM, López Obrador entrega un aeropuerto regional, que provincianiza y atrasa a México, en vez de conectarlo y modernizarlo".
Para quienes crecimos en la zona conurbada de la Ciudad de México, la heroica Tlalnepantla de Baz en mi caso, no sorprende este contexto.
Sabemos lo que es pasar tres horas como mínimo en traslados a centros de estudio y trabajo, lo peligroso e incómodo que es el transporte público del Estado de México, el desorden, desaseo y descuido de la zona conurbada y, en general, la monserga que representa cruzar una ciudad tan compleja y grande como lo es la capital del país.
Para los que refieren que el AIFA es inviable como Aeropuerto Internacional no lo dicen porque "esté lejos". Al AIFA se hace hora y media desde la Narvarte cuando del Aeropuerto Internacional John F. Kennedy a Manhattan se hace más o menos lo mismo.
A los que no les gusta el AIFA se debe al trayecto que les obliga; cruzar por "lugarejos" como Tecámac, Las Américas, Neza, Zumpango, Tlalne, Naucalpan o Tultepec.
"Mordor" les dice el conocido meme. Los que venimos de la zona conurbada les llamamos raíces.
De nuevo, para quienes vivimos esto, y que somos millones, sabemos que la CdMx no acaba en Indios Verdes, la caseta de Cuernavaca o en Cuatro Caminos, sino que se extiende kilómetros y kilómetros hasta tierras donde la falta de infraestructura y seguridad son la norma.
La verdadera relevancia del AIFA para este país radica en cómo proveerá a la zona centro de mayor movilidad de carga y personas. Esta es una incógnita que tomará años responder a partir de hoy, que se ha inaugurado una obra inconclusa. No cometamos el error de irnos por las ramas.
Y no es que ofenda este redescubrimiento de la pobreza metropolitana por parte de un puñado de capitalinos con la capacidad de viajar en avión, sino que muy dentro de mí me genera gozo que esta minoría tenga que salir por la puerta de atrás de la CdMx para entrar al mundo globalizado.