Un reclamo acompaña al otro en las manifestaciones de mujeres en contra de la violencia de género: alto a la violencia machista, alto a la prensa que usufructúa con ella.
El feminicidio de Ingrid, junto con la filtración de sus fotos a los medios, fue el último eslabón en una cadena de agravios acumulados con los años.
Al interior de las redacciones, el movimiento feminista ha obligado a los medios de comunicación a plantearse preguntas vitales: ¿Cómo cubrimos la violencia de género?, ¿qué tanto mostramos?, ¿a quién mandamos a reportear?, ¿qué papel tenemos en medio de la crisis?, ¿si el morbo vende, qué titulares manejamos?
Aún suceden deslices en encabezados, enfoques de noticias o contenidos que violentan a las víctimas, pero el debate está ahí.
No hace falta acudir a una junta editorial para saberlo. Se nota en los espacios que diarios, radio, televisión e internet le están dedicando a la violencia de género y cómo el país asimila la creciente ola de inconformidad ante el status quo.
En el 2011, la International Women's Media Foundation (IWMF) y la Unesco se dieron a la tarea de estudiar las cuotas de género en las empresas de medios a lo largo de 59 países.
Específicamente en México, la IWMF estimó que la participación de las mujeres en la industria periodística era del 47% en el momento del levantamiento de información. Aunque menor a la de los hombres, esta cuota femenina era mucho más elevada que en el promedio mundial, la cual fue del 35 por ciento.
Cuando se analiza la penetración de las mujeres en los puestos que marcan la línea editorial de los medios se observa que son mayoriteadas por hombres pero sin dejar de representar un porcentaje muy importante.
Las mujeres representan al 32% de los gerentes de primer nivel (editores en jefe, directores generales); el 33% de los gerentes senior (jefes de información, editores generales); el 40% de gerentes medios (editores, directores de diseño); y el 46% de los profesionistas senior (reporteros, columnistas, productores).
En la Organización Editorial Mexicana (OEM) no es muy distinto. Según datos de la dirección general, el 45% de su fuerza laboral son mujeres. La misma empresa periodística que fue duramente criticada por el trato que se le dio al caso de Ingrid en la portada de La Prensa, publicación hermana de El Sol de México.
¿A qué viene tanto dato? A que las mujeres ya componían una parte vital de la construcción y ejecución de la agenda informativa de los medios antes que el feminismo les exigiera más sensibilidad.
La cosa es que la costumbre y la inercia son fuerzas poderosas. En los medios durante años hombres y mujeres hemos replicado lo que otros creyeron que estaba bien.
En este cambio al interior de los medios de comunicación se están jugando la vida. No es secreto que el descrédito de las grandes corporaciones mediáticas y la reducción en ventas les tiene profundamente preocupados. No hace falta echarle más leña al fuego.
El reclamo por mayor sensibilidad está sobre la mesa y los engranes al interior de los medios de comunicación se están moviendo. La pregunta es si los segundos podremos movernos a la velocidad y altura de las expectativas.