Ya que en este país le estamos agarrando el gusto a legislar aberraciones, como extenderle arbitrariamente el cargo a Arturo Zaldivar, propongo formalmente prohibir a un presidente mexicano el expresar "¡Misión cumplida!" o cualquiera de sus derivaciones sintácticas.
Dicha expresión no ha generado a este país más que ofensas para el sentido común y para los presidentes sendos ridículos en la memoria colectiva.
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Se la hemos escuchado a Enrique Peña para avisar que ya habían agarrado a El Chapo por tercera vez luego de que se les escapara por un túnel, y también a Felipe Calderón al asegurar que en México el acceso a servicios de salud era universal y sin excepciones.
A esta lista se suma ahora el presidente en turno.
Este martes el presidente López Obrador aseguró: “se cumplió el compromiso de que en abril se vacunara a todos los adultos mayores del país mayores de 60 años. Hoy se informa que se vacunaron a todos los adultos mayores de todos los municipios”.
Tremenda aseveración, considerando que apenas se han vacunado a poco más de 11 millones de adultos mayores con al menos una dosis cuando existen –de acuerdo con el Inegi– 15.1 millones.
Claramente es un despropósito andar refiriendo que se ha "cumplido la misión" cuando buena parte de los 11 millones de adultos mayores apenas están medio vacunados y que permanecen en riesgo.
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Es más, ni siquiera el presidente de los Estados Unidos Mexicanos de 67 años ha recibido su segunda dosis, siendo que se acaba de vacunar el 20 de abril.
A esto habría que sumarle que según el Presidente existen 4 millones de adultos mayores que no se quisieron vacunar.
Es decir, el 36% del total de personas de más de 60 años son antivacunas, según él.
De acuerdo a esta cuenta oficial, los adultos mayores de México estarían casi tan ideologizados contra la vacuna como los republicanos en EU, pues según una encuesta reciente del think tank Pew Research, 44 % de ellos no piensa vacunarse.
Algo no cuadra si se considera que las campañas de concientización sobre vacunación en México son de las pocas políticas transexenales que han probado ser exitosas.
En tanto, el ambiente político nacional, aunque polarizado, se encuentra lejos de ubicarse en el nivel del atrincheramiento dogmático en el que están sumidos los republicanos en EU, que han preferido creer que las vacunas causan infertilidad y consideran el uso de tapabocas como la expresión máxima del marxismo.
Se entiende que el Presidente quiera hacer uso político de los datos que tiene a la mano, pero la expresión del "compromiso cumplido" viene a manchar lo que se puede considerar uno de los pocos éxitos de la 4T en cuanto a política pública.
Aquí referimos que el morenismo iba a vivir y a morir durante estas elecciones intermedias con base en el éxito de la campaña de vacunación. El Presidente lo sabe.
Lenta, mal comunicada y en algunos casos un caos, pero ahí va la campaña nacional en el país, afortunado de pertenecer al club de naciones ricas que están vacunando a sus poblaciones.
En los hechos, México lo ha hecho mejor que países como Rusia, India, Japón, Colombia, Australia o Corea del Sur por el número de vacunas aplicas por cada 100 habitantes.
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Así que era innecesario que el Presidente doblara la realidad una vez más en beneficio de su régimen.
Una actitud así no es extraña para un mandatario mexicano, claro, pero cala cuando la renovación moral y política fueron el abanderamiento para el que fue elegido AMLO.
¿Qué fuerzas obligan al Presidente a autosabotearse? Quizá este sea el mayor enigma de la 4T.