Desde 1992 se celebra a nivel mundial el 22 de julio como el Día Internacional de las Trabajadoras del Hogar. En México, el Centro de Apoyo y Capacitación para Empleadas del Hogar (CACEH) y, más recientemente, el del Sindicato Nacional de Trabajadores y Trabajadoras del Hogar (SINACTRAHO) se han dedicado a luchar por los derechos laborales y reivindicar la labor de las personas trabajadoras del hogar.
Históricamente, las personas trabajadoras del hogar se han desarrollado bajo relaciones opresivas tanto laboral como socialmente; en ellas confluyen diversos tipos de discriminación: género, clase, raza, etnia y nacionalidad. Dependiendo de la época varían algunos elementos, sin embargo, la composición este grupo laboral es más o menos estable.
De acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Geografía, Estadística e Informática (Inegi), en México, 95 de cada 100 personas trabajadoras del hogar son mujeres.
Hasta hace apenas dos décadas nunca se había considerado necesario regular los salarios que perciben las personas que realizan las tareas del hogar, por lo que, hasta la fecha, cerca del 46.34% reciben apenas el salario mínimo.
➡️ Logros y retos de trabajadoras del hogar
El rezago en materia legislativa es tal que apenas en 2018 se revisó la Ley Federal del Trabajo, que ni siquiera consideraba a las personas trabajadoras del hogar como un "trabajador(a)" en el sentido legal del término.
Una de las piezas centrales de los avances en la materia es Marcelina Bautista, quien ha encabezado la lucha en México desde principios de los 80 para conseguir mejores condiciones laborales para las trabajadoras del hogar.
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Experimentar en carne propia la discriminación de quienes se dedican a esta actividad la llevó a relacionarse con diversos grupos enfocados en esta problemática, así como con colectivos feministas que influyeron en su formación.
Marcelina es la principal impulsora del Centro de Apoyo y del Sindicato de Trabajadoras del Hogar. Su actividad no se limita a México, ha estado involucrada en la creación de organizaciones regionales como la Confederación Latinoamericana y del Caribe de Trabajadoras del Hogar (CONLACTRAHO).
Desde esta Confederación logró establecer relación con instancias internacionales, llegando hasta la Organización de Naciones Unidas (ONU) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Gracias a este esfuerzo, en 2006 Marcelina fue representante de México en el primer encuentro internacional de trabajadoras del hogar en Ámsterdam. Derivado de este encuentro se creó el acuerdo 189 de la OIT en materia de trabajadoras del hogar.
En México, los acuerdos internacionales jurídicamente se encuentran al mismo nivel que la Constitución, por lo que la ratificación en el país de este acuerdo impulsaría el cambio en las condiciones laborales del sector.
En 2011 se turnó el acuerdo al Congreso federal; sin embargo, su ratificación se dio hasta ocho años después, gracias al esfuerzo de una red de organizaciones civiles construida alrededor de las organizaciones fundadas por Marcelina.
Reconocimiento Social
Uno de los mayores retos a la hora de posicionar los derechos laborales de las personas trabajadoras del hogar es que incluso entre la sociedad estas labores no suelen reconocerse como un trabajo. En esto influye un factor cultural arraigado mediante los roles de género, según los cuáles las labores domésticas son realizadas por las mujeres.
En el mismo sentido, la concientización de las personas trabajadoras del hogar sobre sus propios derechos ha sido un reto, debido a la falta de comunicación entre las empleadas que deriva de no compartir un lugar de trabajo, así como una fuerte carga de actividades.
El año 2019 fue el escenario de los avances más grandes en la lucha de las personas trabajadoras del hogar. Un año antes, el estreno de Roma posicionó en la agenda pública las relaciones que se establecen entre los empleadores y las personas que trabajan para ellos en el cuidado del hogar.
El mismo Alfonso Cuarón, director de la película, se puso en contacto con el Sindicato de Trabajadoras para hacerles saber que podían usar libremente el filme como plataforma para su causa.
La discusión tuvo argumentos variados, pero logró que la reflexión sobre las deformidades del sistema llegaran hasta sus principales responsables: los empleadores.
Un año más tarde se reformó la Ley Federal del Trabajo, la Ley del Seguro Social y se propuso por primera vez fijar un salario mínimo profesional en el sector.
Propuestas que no atienden la situación laboral
El programa piloto con el que se buscaba incorporar a las trabajadoras del hogar en los esquemas de seguridad social arrojó grandes diferencias entre los grupos demográficos que componen este sector laboral y las características de quienes fueron registradas.
De acuerdo con los resultados del programa piloto de afiliación al IMSS, la mayoría de las personas trabajadoras del hogar están entre los 55 y 64 años y viven en la Ciudad de México, mientras los datos del Inegi indica que este sector está compuesto principalmente por mujeres en los 35 y 49 años, que viven en el Estado de México.
Por otro lado, en el registro existe una sobre representación masculina, ya que 3 de cada 10 personas registradas ante el Seguro Social son hombres, mientras los datos demográficos indican que sólo un hombre por cada 10 personas se emplea en las labores del hogar.
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Debido a lo anterior, el proyecto de ley que se analizará en la siguiente legislatura en materia de derechos laborales para las personas trabajadoras del hogar dejará fuera a la mayor parte de este sector laboral.
El proyecto plantea que, para acceder a la protección completa del IMSS, las personas trabajadoras del hogar deben cumplir con 20 días de labores al mes, y percibir cuando menos un salario mínimo, lo que se opone completamente a las condiciones laborales de la mayoría de las personas trabajadoras del hogar.