El estado de salud de un Presidente se ha convertido en un asunto de Estado, luego de diversos rumores de enfermedades y padecimientos de Andrés Manuel López Obrador, por lo que políticos, líderes de opinión y ciudadanos han exigido en numerosas ocasiones que se haga pública dicha información por considerarlo un tema de suma importancia.
Pese a ello, y tras confirmar que sufrió un infarto de 15 minutos y padece hipertensión arterial, el mandatario ha reiterado que se encuentra bien de salud, pero ¿qué pasaría de no ser así?
¿Qué pasaría en México si un Presidente dimite por enfermedad o fallece?
De acuerdo con el artículo 84 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos “en caso de falta absoluta del Presidente de la República, en tanto el Congreso nombra al presidente interino o substituto, lo que deberá ocurrir en un término no mayor a sesenta días, el Secretario de Gobernación asumirá provisionalmente la titularidad del Poder Ejecutivo”.
Sin embargo, si la “falta absoluta del Presidente ocurriese en los dos primeros años del período respectivo, si el Congreso de la Unión se encontrase en sesiones y concurriendo, cuando menos, las dos terceras partes del número total de los miembros de cada Cámara, se constituirá inmediatamente en Colegio Electoral y nombrará en escrutinio secreto y por mayoría absoluta de votos, un presidente interino, en los términos que disponga la Ley del Congreso”, indica dicho artículo.
Posteriormente, “el Congreso expedirá, dentro de los diez días siguientes a dicho nombramiento, la convocatoria para la elección del Presidente que deba concluir el período respectivo, debiendo mediar entre la fecha de la convocatoria y la que se señale para la realización de la jornada electoral, un plazo no menor de siete meses ni mayor de nueve”.
“Si el Congreso no estuviere en sesiones, la Comisión Permanente lo convocará inmediatamente a sesiones extraordinarias para que se constituya en Colegio Electoral, nombre un presidente interino y expida la convocatoria a elecciones presidenciales”, señala el apartado de la Constitución Mexicana.
Ocultar una enfermedad puede llevar a situaciones como las que se vivieron en Rusia, cuando Boris Yeltsin consiguió con éxito un segundo mandato. Controló a la prensa para ocultar que tenía cáncer. Yeltsin, también afecto al alcohol, tuvo momentos difíciles por su comportamiento como jefe de Estado.
Por salud, Yeltsin tuvo que renunciar en diciembre de 1999 y dejó el cargo en manos de su primer ministro, Vladimir Putin, por quien no habían votado los rusos.
En Estados Unidos el tema del estado de salud es de suma importancia. Desde 2011 los candidatos a la Presidencia son objeto de una nueva política de transparencia sobre “asuntos de salud presidencial”, que hasta 2008 eran protegidos como datos personales que no tenían que divulgarse.
En Venezuela el presidente Hugo Chávez murió de cáncer en 2013 sin que los votantes estuvieran enterados del avance de su enfermedad; en Colombia Juan Manuel Santos, quien también presentó un cuadro de esta enfermedad, se vio obligado a hacer público su estado de salud para dar certidumbre en cuanto a su capacidad de gobernar; en Chile, Pablo Longueira, candidato oficialista a la presidencia, renunció a por padecer depresión.
En México el Presidente no está obligado a transparentar o hacer público su estado de salud, por tratarse de un tema de seguridad nacional, lo que hace inaccesible la divulgación de su expediente médico.