En países como Nueva Zelanda y algunas regiones de Canadá, se están controlando los contagios de Covid-19 y se preparan para la reactivación económica. Esto, lo lograron poniendo en práctica las llamadas “burbujas sociales”.
Se trata de un experimento que se puso en marcha inicialmente en Nueva Zelanda cuando primero lograron erradicar los contagios. Luego, pidieron a la gente quedarse el mayor tiempo posible en sus casas, para que, posteriormente, ampliaran su círculo de contactos sociales y así hicieran más llevadero el aislamiento social de la cuarentena.
Es decir, primeramente, los miembros de una familia mantenían el aislamiento social, creando una burbuja. Después, ampliaban su circulo social con otros miembros de la familia extendida o amigos que hubiese guardado las mismas medidas de cuidado. Lo cual constituye una especie de contrato social, donde varias personas se mantienen sanas dentro de un grupo.
La principal ventaja de esta estrategia es que se aumenta el contacto social, pero al mismo tiempo se reduce el riesgo de la transmisión de la enfermedad, porque si llegase a haber un contagio: todo queda dentro de la burbuja social, detalla la BBC de Londres.
Pero para que la estrategia de la burbuja social funcione, se requieren dos requisitos básicos: el primero, consiste en que cada miembro de la burbuja debe pertenecer exclusivamente a su grupo y a ningún otro más. Esto quiere decir que cada persona debe tener sólo un grupo o burbuja social. Por lo que no podrá deambular de grupo en grupo.
El segundo requisito, radica en que todos los miembros de una burbuja social deben vivir en el mismo pueblo o la misma ciudad. Así se evitan los desplazamientos de larga distancia, lo cual es relevante para mantener bajos los niveles de propagación cuando comienzan a relajarse las medidas de distanciamiento social, detalla el medio británico.
Esta estrategia, destacan los especialistas, conlleva fundamentalmente un alivio psicológico para la población, ya que destacan que entre más rigurosa es la cuarentena, más alto es el costo psicológico para las personas.
Este costo psicológico, principalmente se da porque algunas personas extrañan el contacto humano. Además, el confinamiento social, también significa soledad para otras personas y para los niños es todo un reto el no mantener contacto con otros niños, pues a pesar de todas las tácticas que se implementan para sobrellevar el confinamiento, como las videollamadas o mensajes para mantener la comunicación, llega un momento que no es suficiente.
Incluso, estas propuestas son difíciles para mucha gente, simplemente porque no tienen acceso a la tecnológica; por lo que estas burbujas sociales, piensan los expertos, pueden ser un alivio a la ansiedad que pueden estar viviendo muchas personas.
Los retos que implica también la estrategia de las burbujas sociales, es que, si los miembros no respetan la exclusividad de su grupo, hay un riesgo de que se dé un descontrol y repunten los contagios.
Además, otro problema es que las familias o miembros de la burbuja se pongan de acuerdo con respecto a la cantidad de integrantes que la van a integrar. Pues les costará trabajo decidir con quién quieren ampliar su burbuja social.
Los expertos consideran que los miembros de una burbuja social deben ser pocos, menos de diez integrantes, porque a falta de una vacuna, el mejor antídoto para contener una infección de coronavirus hasta este momento es el distanciamiento social y, subrayan que las burbujas sociales son solo una alternativa a corto plazo para hacer más tolerables las cuarentenas.
Pero es de destacar que esta medida se puede dar únicamente en países en que ya no aumentan los contagios.
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