Lo que durante una vida fueron dos campos de fútbol en la colonia Luis Donaldo Colosio, fracción Rancho Nuevo, comunidad aledaña a la Capital de San Luis Potosí, donde niños y jóvenes practicaban deporte, es ahora un enorme tiradero de basura que se encuentra a escasos metros de las viviendas, donde con nostalgia y entre enjambres de moscas y olores nauseabundos, niños y jóvenes viendo en las montañas de basura solo recuerdan lo que un día fue.
De acuerdo con testimonios de vecinos de esta colonia, con alrededor de 25 años de radicar en la zona, durante la administración municipal 2009-2012, el sitio comenzó a usarse como tiradero de basura. Ellos en conjunto se opusieron, reunieron firmas y se dirigieron con autoridades estatales y federales, quienes incluso hicieron visitas de campo para evaluar los riesgos.
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Nunca hubo una resolución a su favor, y simplemente se les decía que era una situación difícil y que no podría solucionarse, porque había intereses de por medio.
“Intentamos quitarlo muchas veces desde el inicio, pero de arriba espantaban a quienes empezaban algún movimiento y ya no pudo hacerse nada, después cercaron, no sabemos si se compró la propiedad, si se rente o cómo esté legalmente”, señaló uno de los habitantes de la zona, quien por seguridad prefirió omitir su nombre.
Según comentan varios de los vecinos, en ese entonces se hizo el compromiso de construir a un costado áreas verdes y juegos infantiles, lo cual no se cumplió.
Fue debido a los riesgos por amenazas, que los vecinos desistieron de su lucha, esto a pesar de que con la ampliación del basurero comenzó a generarse fauna nociva que invade sus viviendas, y que a la postre comenzó a causar problemas de salud como irritación de ojos, dolor de garganta, enfermedades gastrointestinales, además de dolores de cabeza por los persistentes olores.
Pese a que, por su ubicación geográfica, la corriente natural del viento favorece a alrededor de 300 familias de la colonia, no es así para “los del otro lado”, un fraccionamiento de reciente construcción hacia donde el viento lleva la mayor parte de los olores que desprende el basurero, a cargo ya de una empresa de reciclaje que emplea a varias familias de pepenadores.
Los vecinos destacaron que, con las lluvias, los fétidos olores se incrementan de manera que todos prefieren estar dentro de sus viviendas para no percibirlos con la misma intensidad, “es una peste que no se aguanta”. Proliferan en la zona las moscas, ratas, cucarachas, y aves de rapiña.
Un caso similar se registraba en el municipio de Cerritos, en la zona Media de San Luis Potosí, donde los nauseabundos y fétidos olores, enfermedades gastrointestinales, irritación de ojos y proliferación de fauna nociva como enjambres de moscas, ratas, zopilotes, y demás animales carroñeros invadían comunidades cercanas. Esto fue la razón principal para que el relleno sanitario del municipio de Cerritos fuera removido de su lugar original.
Sin embargo, la nueva sede del depositario de basura se encuentra a unos 300 metros de las instalaciones de la feria y de donde comienzan a visualizarse algunas viviendas, por lo que, al haber crecimiento demográfico hacia esta zona, el problema volverá a ser el mismo.
En el nuevo sitio donde se depositan los residuos de los habitantes de la cabecera municipal, estos se tiran al aire libre, siendo la principal fuente de alimento de cuervos, zopilotes y moscas, cuyo aleteo puede escucharse a metros de distancia, y aunque periódicamente se colocan capas de tierra encima para propiciar su descomposición, sin embargo, no toda la basura tiene el mismo proceso, y los fétidos olores se siguen percibiendo.
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Desde la entrada a la cabecera municipal por la carretera libre, pueden observarse los animales carroñeros sobrevolando el sitio de desechos.