¿Cómo convences a un país de 110 millones de habitantes de quedarse en casa para evitar contagiarse de gripa?
Ese fue el reto al que se enfrentó José Ángel Córdova Villalobos en 2009, quien en su calidad de secretario de Salud tuvo que empezar por convencer al presidente Felipe Calderón para que diera el anuncio de cerrar escuelas para prevenir un contagio masivo de influenza.
“Cuando nos llegó la información de Canadá (de que era un nuevo virus) lo comentamos con toda la certeza con la gente de la Subsecretaría de Prevención con el doctor Mauricio Hernández y la doctora Celia Alpuche y tomamos la decisión. Platique con el presidente, le dije ‘que hay riesgo’, y él me pregunto ¿qué hay que hacer?”, contó el ex secretario de Salud en entrevista con El Sol de México.
La plática no fue sencilla. Córdova tenía claro que no sólo se trataba de un asunto de salubridad. Faltaban poco más de dos meses para las elecciones intermedias, la economía se veía amenazada por las crisis mundial de 2008 y en ese momento la credibilidad del gobierno federal no pasaba por su mejor momento.
Una vez tomada la decisión política, correspondía afrontar la emergencia con lo que tenían. Desde Canadá ya tenían la confirmación de que el virus de la influenza era “nuevo”, por lo que la vacuna que tenían como reserva posiblemente no funcionaría.
“Poder convertir el millón de dosis que teníamos, que no sabíamos si funcionaban porque se tenían para H5N1. Lo que hicimos fue hacer esa reconversión y atender todos los casos, movilizar a las caravanas en el Valle de México para contener la demanda de consultas hacia los hospitales”, recordó córdova.
A pesar de eso, comenzaron con la aplicación de la vacuna, esto a la par de que se obtenía información para mandarla a la OMS y así tener la información necesaria para elaborar la específica en contra de AH1N1, el nuevo virus.
“Qué bueno que esto inicio en México, no sólo aquí, sino también en Estados Unidos y Canadá porque de otra manera esto hubiera sido mucho más fuerte”, comentó Córdova.
Mientras hacían eso, en México la situación política y social por el decreto de cancelar toda actividad pública que generara peligro de contagio hacía más complicada la toma de decisiones.
“Era un reto difícil porque eran elecciones intermedias, era abril de 2019, y julio se elegían diputados federales y en muchos estados diputados locales, obviamente el ambiente estaba polarizado, y no estamos acostumbrados a algo así. Ya sabíamos que esa respuesta se iba a presentar (las críticas y dudas), pero con el apoyo de los medios y la transparencia de la in-formación pudimos avanzar y sobre todo tener un impacto en la población porque a los políticos ya nadie nos cree”, recordó.
Es así como el 23 de abril de 2009, a las 11 de la noche, el presidente de México anunció que ante una amenaza sanitaria hasta ese entonces de dimensiones desconocidas, ordenaba el cierre de las 27 mil escuelas del país, además de que exhortaba (por no decir ordenaba) que todos los lugares donde hubiera aglomeraciones quedaran cerrados ante un nuevo aviso. A partir de esa fecha se desplegaron una serie de acciones para contener el incremento de casos del nuevo tipo de influenza, pero también quedaron al descubierto deficiencias en el sector salud que complicaron la atención de los casos.
Córdova recuerdó que pese a contar con un protocolo de acción dictado por la Organización Mundial de la Salud, encontraron varios problemas.
“Al principio fue un poco decepcionante cuando nos dimos cuenta que del personal de salud sólo 38 por ciento se había vacunado contra la influenza estacional, eso nos habla de que no teníamos la conciencia de la prevención porque nosotros íbamos a tratar a las personas”.
“El diagnóstico de influenza era por fluorescencia que tiene un margen de error de 50 por ciento, y a partir de ahí el diagnóstico es por PCR, ahora ya tenemos una certeza absoluta de que se trata y en algunos hospitales había falta de respiradores artificiales, porque llegan pacientes muy graves”, platicó.
Del lado positivo, el exfuncionario federal recuerdó que se desplegó todo el aparato sanitario del país para atender los casos, difundir información que hasta ahora sigue siendo valiosa como la vacunación contra la influenza, taparse la boca con el ángulo interior del codo, lavarse las manos constantemente y terminantemente no automedicarse.
"Fue extraordinario el ver cómo la gente se refugió en sus casas, no salió, evitó las aglomeraciones, el ver iglesias cerradas, estadios de futbol sin aficionados, muchas zonas de la ciudad se veían solas, y eso nos ayudó mucho porque eso frenó el contagio”, comentó.
Fue el 11 de mayo cuando regresó a la normalidad el país con la reapertura de escuelas y demás centro públicos de diversión y convivencia. Aunque eso no paró por completo el brote, pues en los siguientes meses aparecieron más casos.
El saldo de la influenza fue que entre marzo de 2009 y febrero de 2010 se registraron mil 032 muertes y 72 mil 233 enfermos confirmados en nuestro país.
En cuanto a lo económico, se calcula que la pausa de 14 días por la influenza costó 0.7 por ciento del PIB, alrededor de 57 mil millones de pesos.
Y aunque no puede achacarse el resultado electoral a la influenza, el PAN, perdió esos comicios.