Robos, extorsiones y ataques directos, es lo que sufren todos los días los templos católicos de todo el país. En principio sonaría normal esto, después de todo, si uno le pregunta a vendedores de abarrotes, camioneros o cualquier otro gremio contestarán que es pan nuestro de cada día, pero ¿que no la iglesia tendría un fuero divino?
Pues no, no es así, la delincuencia parece no temerle a Dios al momento de delinquir contra su casa.
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“La descomposición social por la que estamos pasando, la descomposición del tejido social, la falta de valores, la falta de respeto a la misma familia ha generado que este tipo de situaciones crezcan de esta manera”, dijo el sacerdote Omar Sotelo, director del Centro Católico Multimedial (CCM).
El CCM es una organización dedicada al estudio de fenómenos sociales desde la perspectiva católica que desde hace 15 años, ya iniciada la llamada Guerra contra el narcotráfico de Felipe Calderón, se enfoca en la crisis de violencia por la que pasa el país.
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El padre Sotelo explicó que desde hace unos años México se convirtió en el país de América Latina más peligroso para ejercer el sacerdocio. Entre 2007 y 2022 hubo 51 asesinatos de sacerdotes en nuestro país, de acuerdo con el Reporte de incidencia de la violencia contra ministros, religiosos y laicos de la iglesia católica en México en su edición 2022 del CCM.
“La violencia sí se ha acrecentado. El hostigamiento es bastante crudo por el trabajo pastoral de muchísima gente de la iglesia porque los sacerdotes están pastoreando en sus parroquias, son un estabilizador social que de alguna otra manera ha competido con el crimen organizado en el sentido de que la iglesia no sólo presta un servicio pastoral sino también social y eso incomoda”.
Hasta el momento, el sexenio más letal para los sacerdotes católicos ha sido el de Enrique Peña Nieto con 26, una tendencia que al comienzo de la administración de Andrés Manuel López Obrador seguía, pero la pandemia la cambió.
“Hasta el momento el sexenio de Peña Nieto es el que más asesinatos de religiosos ha registrado. El sexenio de López Obrador más o menos iba por esa tendencia, pero luego pasó la pandemia y nos cambió la jugada completamente”, comentó el director del CCM.
Según la organización en el actual sexenio han habido al menos siete homicidios, pero la cifra no registra 2020 (el de mayor impacto del Covid-19, ni lo que llevamos de 2023).
En más de una región del país, como la sierra Tarahumara donde fueron asesinados los sacerdotes jesuitas Javier Campos y Joaquín Mora, la iglesia católica es la principal institución social, por encima de las dependencias de gobierno o asociaciones civiles, pero también esos lugares tienen una presencia importante del crimen organizado.
Sotelo comentó que la inseguridad pega a los templos católicos de todo el país, sin importar si están en comunidades apartadas o urbes con gran población.
“Lo acabamos de actualizar porque este los testimonios de los casos han crecido, pero nosotros en el caso de las profanaciones hemos registrado 26 iglesias a la semana en México”.
Algunos ejemplos de estas profanaciones son: el pasado 31 de mayo un grupo de hombres armados entró por la fuerza a la parroquia San Luis Gonzaga en Iztacalco y asaltó el recinto.
“¡Alto a la inseguridad! Un grupo de hombres encapuchados y armados llegó hasta la parroquia de San Luis Gonzaga, de la Arquidiócesis de México, ubicada en la Alcaldía Iztacalco, para someter al sacerdote y cometer un robo con violencia”, publicó la Arquidiócesis Primada de México en su cuenta de X.
Otro caso sucedió el mes pasado en Querétaro. En redes sociales se difundió un video en el que se ve cómo un par de sujetos roban a una mujer de la tercera edad cuando se desarrollaba la misa en el templo de San Isidro.
Según el informe del CCM hay tres delitos que sufren los templos católicos: robo común, ataques con fines de profanación y agresiones directas a sacerdotes.
“Robo común: La conducta de los delincuentes tiene como objetivo realizar la sustracción de bienes, hurto de alcancías y la apropiación de objetos que se estiman valiosos entre los que se encuentran los del patrimonio cultural; en ocasiones se da el robo con violencia a fieles, contra encargados del cuidado a templos y sacerdotes. Igualmente se da aquí la extorsión”, dice el documento.
Sobre los ataques con fines de profanación, el CCM los define como los robos de sagrarios, copones o de objetos sacros con fines sacrílegos y de burla a la fe, principalmente el robo del Santísimo sacramento o de sagrarios con propósitos infamentes.
Finalmente, de las agresiones directas a sacerdotes y líderes de comunidades católicas el Centro Asesinatos perpetrados contra clérigos por diversas causas, predominando las derivadas de sus acciones pastorales, seguida por el robo o bien otras causas de índole personal.
“Los casos que nosotros hemos seguido están en la impunidad. Las autoridades han sido rebasadas en y sí, yo no me he cansado de señalar, que que muchos de muchos casos las autoridades han demostrado su ineficacia”. aseguró Sotelo.
En el caso del asesinato de los jesuitas Javier Campos y Joaquín Mora —uno de los más mediaticos de los últimos años— su presunto homicida, José Noriel Portillo, El Chueco, también fue asesinado antes de que enfrentara a la ley.
"Se confirmó que sí es José Noriel Portillo Gil la persona que encontraron muerta en Choix, Sinaloa, una comunidad rural, ya se confirma por los estudios", dijo el presidente Andrés Manuel López Obrador durante su conferencia matutina del 23 de marzo.
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Ante esta situación, el director del Centro Católico Multimedial mantiene la fe en que el tejido social se va a recomponer para por fin, poner fin a la ola de violencia que no sólo afecta a la iglesia, sino a la sociedad en su conjunto.
“Lo hemos visto en Sudáfrica, en Ruanda, en lugares en donde el tejido social se corrompió de tal manera que llegó a situaciones peligrosas, pero que gracias al perdón se logró superar ese tipo de situaciones”, comentó Sotelo.