/ domingo 23 de octubre de 2022

Sobre el Entendimiento Bicentenario 

El Entendimiento Bicentenario cuenta con mayor precisión y alcance en sus propuestas

El 8 de octubre de 2021 inició una nueva etapa en las relaciones entre los Estados Unidos y México, se logró el Entendimiento Bicentenario sobre Seguridad, Salud Pública y Comunidades Seguras, que estableció compromisos, objetivos y acciones estratégicas con enfoques específicos y novedosos, que sustituyó a la Iniciativa Mérida, el acuerdo marco de cooperación establecido en 2008, bajo el gobierno del presidente Felipe Calderón, y dio paso a una renovada cooperación entre ambos países.

Un título sugestivo para el acuerdo, en la medida en que recuperaba los 200 años de las relaciones entre ambos países, y había un entendimiento.

La relación bilateral en la administración del presidente López Obrador y con los presidentes Donald Trump y, actualmente con Joe Biden, ha tenido altibajos marcados, por la amenaza estadounidense de imponer aranceles a los productos mexicanos, si no atendía el problema de la migración que se dirige hacia el país vecino del norte, colocando de facto un muro policíaco y militar al sur del país, o también por la detención del Gral. Salvador Cienfuegos, que colocaba en el banquillo de los acusados a la institución castrense, así como por la limitación de las actividades de los agentes de la DEA y otras agencias en territorio mexicano y, desde luego, por la violencia criminal por parte de los cárteles, como fue el caso de la familia LeBarón, que han aumentado sensiblemente hasta alcanzar rasgos de narcoterrorismo; el incremento en el tráfico de drogas, en particular del fentanilo, con su gran impacto entre la juventud de EU y, claro está, la implementación de la reforma eléctrica que afecta el T-MEC, las inversiones de EU y confronta la propuesta que impulsa el gobierno estadounidense, respecto a las energías limpias y el cambio climático.

Desde luego, los apoyos de EU hacia México, en vacunas para combatir la pandemia de Covid-19 y de algunos proyectos en Centroamérica, así como las múltiples reuniones y comunicaciones de alto nivel entre ambos gobiernos, han disminuido la tensión y conflictos entre ambos gobiernos, a pesar de algunas acciones mexicanas como la demanda en contra del comercio ilegal de armas, el lastimar la Cumbre de las Américas o el manejo de un doble discurso, acusatorio en algunas medidas anteponiendo la soberanía nacional y favoreciendo la acción de grupos criminales, o señalando acciones terroristas contra migrantes mexicanos, se han solventado.

El diálogo de Alto Nivel entre ambas administraciones contó con la buena disposición del gobierno de Biden y, con la deposición de algunos enfoques del gobierno de López Obrador. Para México había que modificar y rechazar la Iniciativa Mérida, apelando a una reafirmación soberana y a un cambio en apoyos a una supuesta guerra militarizada, enfatizando un plan para el sureste mexicano y para Centroamérica, con respaldo a actividades productivas y generación de empleos, disminuyendo los recursos militares, señalando menos helicópteros artillados y de armamento para la seguridad.

EU no se confrontó por estos señalamientos y prosiguió el diálogo de Alto Nivel, considerando más bien que la Iniciativa Mérida había evolucionado y podrían darse nuevas oportunidades.

Desde luego, el Entendimiento Bicentenario cuenta con mayor precisión y alcance en sus propuestas, incorpora estrategias y acciones vigentes tanto en EU como en México, fortalece la cooperación bilateral y un enfoque más amplio, que considera los aspectos militares, y los acompaña con acciones jurídicas, de salud.

Sin duda la crisis de inseguridad mexicana, y su impacto en los Estados Unidos, es un tema prioritario en la relación entre ambos países, México mantiene altas tasas de homicidios y feminicidios, de desapariciones y no localizados que otorgan control a los grupos criminales, de territorios y actividades productivas y muestran a las instancias de seguridad y justicia en un formato de vulnerabilidad e incompetencia institucionales y, en algunos casos de corrupción y colaboración entre la autoridad y la delincuencia, las investigaciones son limitadas y, en muchos casos discrecionales, su atención es producto de la presión social y la difusión que surge de medios de comunicación y redes sociales. Si a ello se suma la impunidad prevaleciente, el tema tiende a volverse más complejo.

La Guardia Nacional no ha logrado posicionarse adecuadamente en la percepción social y sus resultados son mínimos. El necesario trabajo de investigación y de inteligencia avanza, pero sus resultados son lentos y limitados.

Si bien las reuniones bilaterales entre autoridades y personal especializado entre ambos países, en todos los temas considerados en el Encuentro Bicentenario avanzan y continúan, se necesita más precisión y recursos para lograr los diagnósticos, así como para diseñar e implementar estrategias comprensivas y viables.

Sin embargo, para la sociedad el problema permanece, la respuesta es lenta y se vinculan a otras situaciones de carácter económico y social que limitan mantenerse en las filas de atención institucional. En EU, la estrategia de abrazos si, balazos no, ha caído en desuso, se ha vuelto tóxica y socava el imperio de la ley y la acción de combate a la delincuencia, los resultados son insuficientes y, disminuye la vigencia plena del Estado de Derecho.

El compromiso renovado de ambos gobiernos, a partir del esfuerzo de cooperación en materia de seguridad y justicia, que el Entendimiento Bicentenario ha propuesto, es pertinente y necesario. La necesaria voluntad política de los liderazgos y los tomadores de decisión debe mantenerse, institucionalizarse y bajar a los mandos medios y operativos, incluyendo a los gobiernos estatales y municipales. Es menester considerar que se requiere mantener la gobernabilidad institucional y democrática, pero también debemos incrementar la gobernanza plural, que de paso a la participación de los grupos sociales organizados y a la sociedad en general, en particular a las víctimas y sus familiares, a los grupos colectivos y organizaciones, a un diálogo entre la sociedad y el gobierno.

La inseguridad está en crisis, los grupos criminales también evolucionan, los actos violentos que han ocurrido recientemente, en Baja California, Chihuahua, Jalisco, Guanajuato y Zacatecas, y otras entidades más, que alcanzan actos terroristas, ha recrudecido los enfrentamientos y las tragedias, las masacres y el deterioro de la autoridad, los eventos narcoterroristas, terminan por dar la razón a los señalamientos emitidos por algunas autoridades estadounidenses, desde lo expresado como pérdida de control territorial a favor de la delincuencia, por quien dirige el Comando Norte, hasta el Departamento de Estado con sus alertas de no visitar tal o cual lugar y, desde luego, por las expresiones críticas de las agencias de inteligencia e instancias de seguridad y justicia.

Es claro que los tópicos son complejos, pero tampoco desaparecen por un voluntarismo oficioso, hay que realizar un trabajo conjunto, sistemático y permanente, de y con inteligencia y operaciones enfocadas, hasta erradicar la violencia y la delincuencia, hasta que haya tranquilidad en cada hogar y en cada punto del territorio nacional. El cumplimiento del Entendimiento Bicentenario, la valoración y retroalimentación cotidianas y las acciones conjuntas, es una ruta importante en una cooperación fundamental para avanzar y alcanzar la seguridad, la paz y el desarrollo nacionales.


* Profesor e Investigador en el Centro de Estudios Superiores Navales (CESNAV) y el Instituto Nacional de Investigaciones Estratégicas de la Armada de México (ININVESTAM-SEMAR).


El 8 de octubre de 2021 inició una nueva etapa en las relaciones entre los Estados Unidos y México, se logró el Entendimiento Bicentenario sobre Seguridad, Salud Pública y Comunidades Seguras, que estableció compromisos, objetivos y acciones estratégicas con enfoques específicos y novedosos, que sustituyó a la Iniciativa Mérida, el acuerdo marco de cooperación establecido en 2008, bajo el gobierno del presidente Felipe Calderón, y dio paso a una renovada cooperación entre ambos países.

Un título sugestivo para el acuerdo, en la medida en que recuperaba los 200 años de las relaciones entre ambos países, y había un entendimiento.

La relación bilateral en la administración del presidente López Obrador y con los presidentes Donald Trump y, actualmente con Joe Biden, ha tenido altibajos marcados, por la amenaza estadounidense de imponer aranceles a los productos mexicanos, si no atendía el problema de la migración que se dirige hacia el país vecino del norte, colocando de facto un muro policíaco y militar al sur del país, o también por la detención del Gral. Salvador Cienfuegos, que colocaba en el banquillo de los acusados a la institución castrense, así como por la limitación de las actividades de los agentes de la DEA y otras agencias en territorio mexicano y, desde luego, por la violencia criminal por parte de los cárteles, como fue el caso de la familia LeBarón, que han aumentado sensiblemente hasta alcanzar rasgos de narcoterrorismo; el incremento en el tráfico de drogas, en particular del fentanilo, con su gran impacto entre la juventud de EU y, claro está, la implementación de la reforma eléctrica que afecta el T-MEC, las inversiones de EU y confronta la propuesta que impulsa el gobierno estadounidense, respecto a las energías limpias y el cambio climático.

Desde luego, los apoyos de EU hacia México, en vacunas para combatir la pandemia de Covid-19 y de algunos proyectos en Centroamérica, así como las múltiples reuniones y comunicaciones de alto nivel entre ambos gobiernos, han disminuido la tensión y conflictos entre ambos gobiernos, a pesar de algunas acciones mexicanas como la demanda en contra del comercio ilegal de armas, el lastimar la Cumbre de las Américas o el manejo de un doble discurso, acusatorio en algunas medidas anteponiendo la soberanía nacional y favoreciendo la acción de grupos criminales, o señalando acciones terroristas contra migrantes mexicanos, se han solventado.

El diálogo de Alto Nivel entre ambas administraciones contó con la buena disposición del gobierno de Biden y, con la deposición de algunos enfoques del gobierno de López Obrador. Para México había que modificar y rechazar la Iniciativa Mérida, apelando a una reafirmación soberana y a un cambio en apoyos a una supuesta guerra militarizada, enfatizando un plan para el sureste mexicano y para Centroamérica, con respaldo a actividades productivas y generación de empleos, disminuyendo los recursos militares, señalando menos helicópteros artillados y de armamento para la seguridad.

EU no se confrontó por estos señalamientos y prosiguió el diálogo de Alto Nivel, considerando más bien que la Iniciativa Mérida había evolucionado y podrían darse nuevas oportunidades.

Desde luego, el Entendimiento Bicentenario cuenta con mayor precisión y alcance en sus propuestas, incorpora estrategias y acciones vigentes tanto en EU como en México, fortalece la cooperación bilateral y un enfoque más amplio, que considera los aspectos militares, y los acompaña con acciones jurídicas, de salud.

Sin duda la crisis de inseguridad mexicana, y su impacto en los Estados Unidos, es un tema prioritario en la relación entre ambos países, México mantiene altas tasas de homicidios y feminicidios, de desapariciones y no localizados que otorgan control a los grupos criminales, de territorios y actividades productivas y muestran a las instancias de seguridad y justicia en un formato de vulnerabilidad e incompetencia institucionales y, en algunos casos de corrupción y colaboración entre la autoridad y la delincuencia, las investigaciones son limitadas y, en muchos casos discrecionales, su atención es producto de la presión social y la difusión que surge de medios de comunicación y redes sociales. Si a ello se suma la impunidad prevaleciente, el tema tiende a volverse más complejo.

La Guardia Nacional no ha logrado posicionarse adecuadamente en la percepción social y sus resultados son mínimos. El necesario trabajo de investigación y de inteligencia avanza, pero sus resultados son lentos y limitados.

Si bien las reuniones bilaterales entre autoridades y personal especializado entre ambos países, en todos los temas considerados en el Encuentro Bicentenario avanzan y continúan, se necesita más precisión y recursos para lograr los diagnósticos, así como para diseñar e implementar estrategias comprensivas y viables.

Sin embargo, para la sociedad el problema permanece, la respuesta es lenta y se vinculan a otras situaciones de carácter económico y social que limitan mantenerse en las filas de atención institucional. En EU, la estrategia de abrazos si, balazos no, ha caído en desuso, se ha vuelto tóxica y socava el imperio de la ley y la acción de combate a la delincuencia, los resultados son insuficientes y, disminuye la vigencia plena del Estado de Derecho.

El compromiso renovado de ambos gobiernos, a partir del esfuerzo de cooperación en materia de seguridad y justicia, que el Entendimiento Bicentenario ha propuesto, es pertinente y necesario. La necesaria voluntad política de los liderazgos y los tomadores de decisión debe mantenerse, institucionalizarse y bajar a los mandos medios y operativos, incluyendo a los gobiernos estatales y municipales. Es menester considerar que se requiere mantener la gobernabilidad institucional y democrática, pero también debemos incrementar la gobernanza plural, que de paso a la participación de los grupos sociales organizados y a la sociedad en general, en particular a las víctimas y sus familiares, a los grupos colectivos y organizaciones, a un diálogo entre la sociedad y el gobierno.

La inseguridad está en crisis, los grupos criminales también evolucionan, los actos violentos que han ocurrido recientemente, en Baja California, Chihuahua, Jalisco, Guanajuato y Zacatecas, y otras entidades más, que alcanzan actos terroristas, ha recrudecido los enfrentamientos y las tragedias, las masacres y el deterioro de la autoridad, los eventos narcoterroristas, terminan por dar la razón a los señalamientos emitidos por algunas autoridades estadounidenses, desde lo expresado como pérdida de control territorial a favor de la delincuencia, por quien dirige el Comando Norte, hasta el Departamento de Estado con sus alertas de no visitar tal o cual lugar y, desde luego, por las expresiones críticas de las agencias de inteligencia e instancias de seguridad y justicia.

Es claro que los tópicos son complejos, pero tampoco desaparecen por un voluntarismo oficioso, hay que realizar un trabajo conjunto, sistemático y permanente, de y con inteligencia y operaciones enfocadas, hasta erradicar la violencia y la delincuencia, hasta que haya tranquilidad en cada hogar y en cada punto del territorio nacional. El cumplimiento del Entendimiento Bicentenario, la valoración y retroalimentación cotidianas y las acciones conjuntas, es una ruta importante en una cooperación fundamental para avanzar y alcanzar la seguridad, la paz y el desarrollo nacionales.


* Profesor e Investigador en el Centro de Estudios Superiores Navales (CESNAV) y el Instituto Nacional de Investigaciones Estratégicas de la Armada de México (ININVESTAM-SEMAR).


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