En el mercado, la mezcla de olores no es para todos

Afuera del Mercado de Vísceras Minillas, el olor a grasa y sangre predomina entre los negocios

Claudia Mendoza

  · viernes 30 de septiembre de 2022

Principalmente en domingo, cientos de familias llegan a comprar sus alimentos. Foto: Adrián Vázquez | El Sol de México

Caminar la zona que circunda lo que antes fue el rastro viejo, cuyo esplendor fue de 1904 a 1955, la venta de carne de res y de vísceras trae una mezcla de olores a sangre y grasa, que no importan en el momento de comprarla cuando se piensa en el resultado de otro olor resultado de su cocción en platillos, como un caldo de pancita, tostadas de pata o tacos de cabeza, tripa o suadero.

Afuera del Mercado de Vísceras Minillas, en la calle siguiente al rastro viejo -entre Congreso de la Unión (antes Inguarán), el Eje 2 Norte y la calle Aluminio, en la colonia Felipe Ángeles de la Ciudad de México-, se encuentra el puesto de la señora Olivia Morán en un donde tiene un tambo de plástico azul con unos 20 kilos de tripa remojados en agua. En el puesto también ofrece panza de res.

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Una mujer se acerca a comprar dos kilos de tripa y le pregunta cómo cocinarla.

Venta de vísceras en mercados de la CDMX. Foto: Adrián Vázquez | El Sol de México

-La pone a hervir con leche, que también debe llevar ajo y cebolla, y luego se saca y se fríe, y eso es todo. La salsa, la cebolla y el cilantro aparte.

-¿Hay que limpiarla, cómo la limpio?

-Ya está limpia. Nosotros nada más le damos una lavadita. Ya viene bien limpiecita.

-Hay gente que las lava con jabón o cloro.

-No, eso no, pierde su sabor, ya no es lo mismo.

-¿Es lo mismo con los machitos?

-Sí, es lo mismo. De ahí salen los machitos, igual.

-¿Y la pancita, cómo la prepara?

-Primero la pone a cocer en la olla exprés y, si quiere, le agrega patitas de cerdo. Para el caldillo, si es un kilo de pancita lleva un cuarto de chile guajillo del que no pica, que se prepara aparte de la carne. El chile se pone a hervir con ajo y cebolla. Ya cuando junta la carne con el chile, al caldo le pone epazote y sal al gusto. La pancita cuando se sirve en la mesa, en un plato aparte se pone orégano, cebolla picada, aguacate y limones, para que quien se la vaya a comer le ponga todo a su gusto.

Comerciantes comparten la mejor receta para preparar pancita. Foto: Adrián Vázquez | El Sol de México

En la calle de Minillas, con dirección a Estaño (hacia el norte), hay puestos callejeros de carne precocida -falda de res-. En la acera los trabajadores tienen mesas especiales que utilizan para quitar la piel a las cabezas y a las patas de los animales. Una vez sin piel las destazan con un machete.

También los que venden panza se dedican a limpiarla, que es como quitarle un pedazo de piel delgada a los cuadros de la pieza de la res que le llaman libro.

En medio de ese mar de olores predomina el de la sangre. En ciertos puestos sale mezclada con agua, que busca en forma de riachuelo su llegada a la alcantarilla que tiene rastros de grasa y basura. Y es que el piso está aún mojado debido a que llovió toda la noche anterior.

Son las 9:30 horas del domingo y llegan familias a comprar. Para algunos los precios que ofrecen los comerciantes son accesibles, pues son más baratos que en un supermercado.

Vendedores buscan ofrecer los mejores precios. Foto: Adrián Vázquez | El Sol de México

Ya sobre la calle de Estaño, la vista es más agradable. El olor de la sangre se pierde con el de vendedores y compradores, con el de los puestos de verduras, con el del carrito de tamales, con el del cazo de cobre donde la manteca fríe los chamorros y las carnitas.

Armando Quintero Reséndiz tiene 25 años trabajando ahí y es dueño de un local que ofrece carne de res y cerdo. Su jornada de trabajo es de cinco de la mañana a ocho de la noche. Cuando llegan los trabajadores colocan un puesto en la calle, mientras el local que tiene le sirve de bodega. Cuando cierran, barren la calle y colocan en tambos la basura, por la mañana lavan la acera con cloro y jabón para retirar el exceso de grasa que llega a caer al piso.

Venta de carne de res en mercados de la CDMX. Foto: Adrián Vázquez | El Sol de México

"Voy a comprar suadero, para una taquiza que vamos a preparar en un rato. Vengo aquí porque es más barato que en el mercado de mi casa, la carne no está vieja, si no, olería feo", comenta la señora Araceli.

En 1904 entró en funciones el rastro de Inguarán, su creación fue planeada desde 1885 como una necesidad de modernización y como tal se volvió viejo y obsoleto a mediados del siglo XX, que dejó su lugar a lo que hoy se conoce como el Nuevo Rastro y Frigorífico de la Ciudad de México, en la zona de Ferrería.