Washington, D.C.- Los estadounidenses eligen este martesa los 538 compromisarios del Colegio Electoral, órganoencargado de votar al presidente, y dado lo reñido de la campañaentre la demócrata Hillary Clinton y el republicano Donald Trump,surge la duda de qué pasaría si ambos empataran a 269compromisarios.
Aunque un escenario así no ha sucedido nunca, no espara nada improbable. Dejando a un lado los estadosteóricamente afianzados por los dos candidatos, si Clinton ganaraen Pensilvania y Colorado y Trump lo hiciera en el resto de losdecisivos (Florida, Ohio, Nuevo Hampshire, Nevada, Carolina delNorte y Iowa), el resultado sería de empate a 269.
En el caso de que Pensilvania y Colorado pasaran alcontrovertido empresario y la ex primera dama se alzara conFlorida, el desenlace sería el mismo, 269, por lo queninguno alcanzaría la mágica cifra de 270 que marca lamayoría.
La Duodécima Enmienda de la Constitución de Estados Unidos,aprobada en 1804, establece que, de no alcanzar una mayoríaabsoluta de compromisarios ninguno de los candidatos, laelección del presidente quedaría en manos de la Cámara deRepresentantes, y la del vicepresidente en la del Senado.Los republicanos gozan actualmente de unaholgada mayoría en la Cámara de Representantes (247 a 188), porlo que la elección de Trump, incluso con alguna disidenciainterna, parece un hecho. En el Senado, el partido deAbraham Lincoln también disfruta de una mayoría sobre losdemócratas, de 54 a 46 en este caso, un margen suficiente paraasegurar la Vicepresidencia al gobernador de Indiana y compañerode fórmula de Trump, Mike Pence. ¿Ysi irrumpe un tercer candidato y ninguno alcanza la mayoría decompromisarios? La respuesta vuelve a ser la DuodécimaEnmienda. Los 538 compromisarios del ColegioElectoral se reparten por estados conforme a su poblacióny el candidato más votado en cada uno de los estados logra todossus compromisarios con la excepción de Maine y Nebraska, quetienen distritos, por lo que la irrupción de otros candidatos noes habitual.
Pese a eso, si un tercero en discordia impidiera que Clinton yTrump llegaran a la mayoría absoluta, el mecanismo que seactivaría sería el mismo que en caso de empate: laCámara de Representantes y el Senado tendrían el poder,y no tendrían por qué elegir al más votado de los tres.
Aunque el libertario Gary Johnson es el tercero en las encuestas(sin posibilidades aparentes en ningún estado), es elexagente de la CIA, Evan McMullin, quien despunta en lamormona Utah como alternativa conservadora a Trump. McMullin gozade 25% de intención de voto según la media de sondeos deRealClearPolitics, aún lejos de Trump.
La única vez en la que el Congreso eligió presidenteen virtud de la Duodécima Enmienda fue en 1824, despuésde que una pugna entre cuatro dejó al más votado, Andrew Jackson,lejos de la mayoría absoluta.
La Cámara de Representantes optó en esa ocasión por entregarla Casa Blanca a John Quincy Adams, quien había quedadosegundo y en 1828 perdió la reelección precisamentecontra Jackson.
Pero 1824 queda muy lejos y a lo largo de su historiaEstados Unidos ha consolidado un sistemabipartidista. El último candidato ajeno a los dospartidos hegemónicos que logró compromisarios fue George Wallaceen 1968 al ganar en las sureñas Georgia, Arkansas, Luisiana,Misisipi y su Alabama natal.
Pese a la irrupción de Wallace, con 46 compromisarios, elrepublicano Richard Nixon se alzó con 301 y la mayoría absoluta,por lo que no hizo falta que el Congreso interviniera como en1824.
¿Y los tránsfugas? Estados Unidos tiene unaextensa lista de compromisarios tránsfugas a lo largo de suhistoria, pero ninguno de ellos costó la Casa Blanca al ganador delas elecciones.
Sin embargo, en un escenario de igualdad como el que predicenlas encuestas para las elecciones del martes, el surgimiento detránsfugas sí podría ser decisivo.
En una hipotética y posible victoria de Clinton por 270 -lacifra que marca la mayoría, a 268 Trump- un tránsfugademócrata forzaría la activación de la DuodécimaEnmienda, lo que dejaría la elección del presidente enmanos del Congreso de mayoría republicana.
Quedarse en 270 sería algo peligroso paraClinton, ya que un compromisario demócrata del estado deWashington -que con toda seguridad caerá del lado de la ex primeradama- ya ha advertido que no tienen ninguna intención de votarlaen el Colegio Electoral aunque de él dependa la Casa Blanca.
Se trata de Robert Satiacum, un indígena de la tribu Puyallupque durante las primarias demócratas apoyó al senador BernieSanders.
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