Los candidatos presidenciales en EU, lademócrata Hillary Clinton y el republicano Donald Trump, sepreparan para enfrentarse en su segundo debate, unencuentro arriesgado en el que ambos deberán demostrar su empatíacon los votantes, y al que llegan en un momento especialmentetenso.
Cuando falta justo un mes para las elecciones del 8 de noviembre,Clinton y Trump son conscientes de lo mucho que se jueganen el debate de este domingo en San Luis (Misuri), unencuentro en el que la mitad de las preguntas las harán votantesindecisos de esa ciudad que han sido seleccionados por laconsultora Gallup.El riesgo es mayor para Trump, cuya actuación en elprimer debate le perjudicó en las encuestas y que ahora afrontauna oleada de críticas tras la revelación este viernes de unvídeo en el que hacía declaraciones denigrantes sobre lasmujeres.
"Trump no puede permitirse otro mal debate", dijo a Efe WilliamLowry, profesor de ciencias políticas en la Universidad deWashington en Saint Louis, donde se celebrará el nuevo cara acara.
Mientras Clinton ha pasado los últimos días encerrada con susasesores para practicar su lenguaje corporal y su estilo a la horade responder directamente a las preguntas de los votantes, Trump leha dedicado menos tiempo porque no necesita "ensayar cómo serhumano", según dijo la semana pasada al diario The New YorkTimes.
Aún así, sus asesores le han obligado a mantener encuentrosinformales para prepararle y evitar que repita la improvisaciónque marcó su primer debate, especialmente dada su escasaexperiencia interactuando con votantes indecisos.
"Trump no empatiza demasiado bien con la genteque no forma parte de su base principal de votantes", explicó aEfe una experta en comunicación política de la Universidad deBoston, Tammy Vigil.
"Si percibe que la gente que le pregunta es 'anti Trump', aunquesolo sean votantes indecisos, puede ponerse nervioso y sentirsetentado a contraatacar. Su temperamento puede volverse en sucontra, especialmente al final de la noche. Como vimos en elprimer debate, Trump es menos disciplinado a medida que pasa eltiempo", añadió.
Después del primer debate, en el que todas las preguntas lashizo un único moderador, Trump dijo quehabía estado a punto de atacar a su rival con las infidelidadesdel expresidente Bill Clinton, y amenazó con ser más duro conella en el siguiente encuentro.
Es posible que el magnate juegue esa baza si Clinton saca arelucir el vídeo con sus comentarios sobre las mujeres, aunque esopodría "tener un efecto bumerán y ganarle simpatías" a lacandidata demócrata, cuya popularidad aumentó durante elescándalo de Mónica Lewinsky hace casi dos décadas, pronosticóVigil.
"Además, eso reforzaría su imagen de misógino", puntualizó,por lo que a Trump le conviene más alejarse de los ataquespersonales a Clinton y limitarse a los "profesionales", o"centrarse en dar una imagen positiva de sí mismo".
En cuanto a Clinton, percibida por muchos votantes como distantey calculadora, "tiene que intentar ser más afable sin que parezcaque está intentando ser más afable", resumió Vigil.
"Por otra parte, su tendencia a proporcionar más detalles de lonecesario (sobre sus ideas políticas) presenta un problema en esteformato. Su esposo fue realmente uno de los mejores en este estiloporque combinaba un poco de detalle con un montón de empatía",algo que a ella le cuesta más, indicó la experta.
El formato de debate con preguntas de votantes ("town hall",en inglés) nació en las elecciones de 1992 y supuso un enormeimpulso para la campaña de Bill Clinton, quecompetía contra el presidente George H. W. Bush y el candidatoindependiente Ross Perot.
El fallo de Bush al mirar el reloj mientras le hacían unapregunta y sus respuestas asépticas contrastaron con el carisma deClinton, que se acercó a una votante para mirarla a los ojos ypreguntarle cómo le estaba afectando a ella la deuda nacional.
El segundo debate se celebra en Misuri, un estado del mediooeste que colinda con el cinturón industrial de EU y en el queTrump le saca diez puntos de ventaja a Clinton, impulsado poramplias zonas rurales en las que "el derecho a portar armas, losimpuestos y la oposición al aborto" mueven votos, según elexperto local Lowry.
La mitad de las preguntas correrán a cargo de dos moderadores,los periodistas Anderson Cooper y Martha Raddatz, que podríanplantear temas ignorados en el primer debate, como lainmigración.
Aunque aún queda un último debate, el 19 de octubreen Las Vegas (Nevada), muchos expertos creen que ésteserá especialmente decisivo para Trump, dado que una nuevaactuación decepcionante, sumada a los últimos escándalos, puedeinclinar a algunos indecisos hacia Clinton y ampliar la ventajanacional de la ex secretaria de Estado.
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