PARÍS, Francia. (OEM-Informex).- El líder ruso Vladimir Putinno tiene –evidentemente– ninguna confianza en las promesasalmibaradas de amistad y cooperación que destila Donald Trumpdesde que ganó la elección del 8 de noviembre. El recelo de Putines tan grande que, aun antes de que Trump se instale en la CasaBlanca, el 20 de enero, expuso los “principios fundamentales, lasorientaciones prioritarias y los objetivos” que inspirarán, apartir de ahora, la política exterior rusa.
El gran problema reside en que esas definiciones, que empiezan aser conocidas como la doctrina Putin, reconocen que el mundo seencuentra en una nueva guerra fría.
A través de tres iniciativas mayores adoptadas en los últimos10 días, que pasaron prácticamente inadvertidas en Occidente, ellíder del Kremlin teorizó las características que tiene esteremake del dramático conflicto geopolítico que protagonizaron losaliados occidentales y la URSS entre 1947 y 1991.
El gesto más importante fue la publicación del llamado NuevoConcepto de la Política Exterior de la Federación Rusa. Parareforzar la solemnidad de esa doctrina diplomática y estratégica,el 2 de diciembre, Putin firmó un decreto para aprobar esadirectiva que, a partir de ahora, determinará la orientación dela política del Kremlin.
En ese documento de 38 páginas, que reemplaza los principiosvigentes desde 2013, la palabra seguridad aparece en 71 ocasiones yel término amenaza 25 veces. Sin recurrir a las sutilezas queutilizan habitualmente las grandes potencias para describir a susadversarios, el Kremlin acusa abiertamente a la Unión Europea (UE)de “expansión geopolítica”. Se trata de una clara alusión alos esfuerzos realizados por Bruselas en los últimos años, paraintegrar a los países de Europa Oriental. Desde que se desintegróla Unión Soviética, en 1991, la UE aceptó la incorporación deocho países que integraban el bloque comunista en la época de laURSS (Polonia, Hungría, Eslovaquia, República Checa, Bulgaria,Estonia, Lituania y Letonia).
La misma acusación se aplica a la Otan que, desde 1991,incorporó a nueve ex países comunistas (los mismos másRumania).
La adhesión de Ucrania a las dos instituciones, que quedó ensuspenso por la guerra en el este de ese país, fue una de lasrazones invocadas por Rusia, interesada en impedir que continuaraesa hemorragia estratégica.
“La UE, junto con Estados Unidos, busca debilitar laestabilidad regional y global”, argumenta la nueva doctrina.
Un indicio del nuevo clima que preside las relacionesEste-Oeste, es la desaparición de un párrafo clave de la doctrinaanterior. El documento de 2013 sostenía que uno de los“objetivos principales” de las relaciones de Rusia conOccidente, era “crear un espacio económico y humano delAtlántico hasta el Pacífico”. Ahora, en cambio, la doctrinadenuncia los “problemas sistémicos, acumulados desde hace uncuarto de siglo”.
En reemplazo del “diálogo con Estados Unidos” que Moscúprivilegiaba en 2013, con el objetivo de “reforzar las relacionesen todos los ámbitos”, ahora acusa a Washington de ejercer“presiones militares, políticas y económicas” al margen delderecho internacional. Frente a esa actitud “agresiva”, elKremlin “se reserva el derecho de reacciones a las accioneshostiles, incluso mediante el refuerzo de su defensa nacional y laadopción de medidas simétricas y asimétricas”. Esos párrafosse refieren en particular al sistema anti-misiles, desplegado porla Otan en Europa del Este, iniciativa definida como “una amenazapara la seguridad nacional” de Rusia, que “se reserva elderecho a una respuesta adecuada”.
El principio de “no recurso a la fuerza” enaltecido en 2013,fue sustituido por la “comprobación” de un “aumento delfactor de la fuerza en las relaciones internacionales”.
Aunque ese documento contiene algunos mensajes y advertencias enclave, destinados a Gobiernos, cancillerías y decisores militares,para la opinión pública, resulta evidente que Moscú consideraque el mundo se encuentra en plena guerra fría.
Putin enunció con mayor claridad algunas posiciones de sudoctrina estratégica en el discurso que pronunció el 1 dediciembre, sobre el estado de la nación. En ese mensaje clavereconoció incluso, que la guerra fría 2.0 “lanzada porOccidente en 2014” se está convirtiendo en un conflicto“desequilibrado” que “amenaza con provocar una confrontaciónabierta”.
En una clara respuesta a la afirmación de Trump, cuando afirmóque privilegiará “el compromiso en lugar de la hostilidad y lacooperación en vez del conflicto”, Putin empleó casi la mismafórmula para asegurar que “no queremos confrontación con nadie[…] No buscamos enemigos […] Necesitamos amigos”. Pero,inmediatamente lanzó una advertencia, que seguramente hizo temblarlas paredes de la Organización del Atlántico Norte (Otan): “Noadmitiremos que se violen o ignoren nuestros intereses. Queremos yvamos a decidir nuestro destino por nosotros mismos”.
El 6 de diciembre, por último, firmó el decreto que instaurala nueva Doctrina de Seguridad Informática, cuyo objetivoproclamado, consiste en garantizar la “estabilidad la seguridaddel país” y “prevenir conflictos militares” que puedenestallar, debido a “acciones [hostiles] en internet”.
“El objetivo estratégico de Rusia es crear un sistema derelaciones sin conflicto en el espacio digital”, precisa esadirectiva de 16 páginas.
Apenas cuatro días antes de esa publicación, el servicio deinteligencia FSB -que reemplazó al temible KGB- aseguró quehabía descubierto un complot de agencias de espionaje extranjeras,previsto para el lunes 5 de diciembre, que preveía una serie deciberataques contra el sistema financiero ruso. En los últimosmeses se produjeron varios episodios de esa índole contra variasagencias del Gobierno, centros científicos y plantas deproducción del complejo militar-industrial ruso. Pero, en eseterreno, la moneda también tiene otra cara: Rusia mantiene unaintensa actividad en la red. Los estrategas de Moscú consideranesa esfera como un nuevo escenario de la conflictualidad entre lasdos potencias.
Estados Unidos está convencido de que Rusia interfirió en lacampaña previa a las elecciones del 8 de noviembre, en particularmanipulando datos y mails del Partido Demócrata y efectuandoacciones de ciberespionaje contra John Podesta, director decampaña de Hillary Clinton. En una entrevista publicada estasemana por la revista Time, Trump afirmó: “No creo que [Rusia]haya tenido nada que ver”. Pero Obama piensa lo contrario. Elpresidente, que, fue víctima de una infiltración durante lacampaña de 2008 -descubierta por el FBI-, ahora cree que Moscúestá detrás de esta nueva “actividad cibernética maliciosa”,detectada por el FBI, según la púdica definición de la consejerade seguridad nacional, Lisa Monaco.
La adición de todos esos elementos tiende a confirmar laexistencia de un acelerado aumento de la tensión internacional. Lasilenciosa escalada que libran ambos países en Siria, los paísesbálticos, la frontera polaca, el Ártico, el espacio y el teatrode operaciones cibernético, muestra una trayectoria de colisiónque puede llevar al mundo al borde de una crisis internacional degran envergadura.