Filadelfia, EU.- Héctor y César son niños mexicanos. Haceseis años se debatían entre la vida y la muerte tras el fatalincendio en la guardería ABC de Hermosillo, Sonora. Hoy recibieronla bendición del Papa Francisco junto con sus familiares y milesde hispanos de diversos países.
Francisco sostuvo este sábado un encuentro con miles demigrantes en el Parque Nacional Histórico de la Independencia,ubicado frente al edificio donde el 4 de julio de 1776 se proclamóla autonomía de los Estados Unidos.
Hasta aquel emblemático lugar llegaron seis personas, cuatromadres y dos niños. Tras un largo viaje esperaron pacientemente lallegada del pontífice, se emocionaron al verlo circular en elpapamóvil y agradecieron la bendición de poder verlo.
El grupo estuvo compuesto por cuatro madres y dos hijos. Dos deellas perdieron a sus pequeños entre las llamas que se desataronel 5 de junio de 2009 en la guardería que los debía proteger yterminó siendo su trampa mortal.
“Nos cambió la vida a mi esposo y a mí. Hemos tenido unalucha muy intensa durante seis años para que las autoridades nosescuchen”, dijo a Notimex Julia Escalante, madre de FátimaSofía, una niña de dos años que fue una de los 49 infantesfallecidos.
Advirtió que “curiosamente” no existen responsables de losucedido, cuando la guardería estaba junto a una bodega delgobierno de Sonora y que, pese al incendio, se cerraron los accesosprovocando que los niños quedasen atrapados.
“Estamos aquí con el Papa por la gracia de Dios, sabemos quees un gran luchador social y queremos que sepa que Hermosilloexiste, que ahí hubo una guardería, que los niños se murieron enlas peores condiciones, nuestros hijos quemados y nadie los pudoayudar”, señaló.
Confesó que los familiares de las víctimas necesitan “muchafuerza espiritual y mucha fe” porque su camino es muy largo;saben que el Papa “está muy cerca de Dios” y que es la“máxima autoridad católica”.
“Mi hija está con Dios y es mi comunicación hacia él. Yquiero decirle a Dios que no estoy enojada por lo que sucedió, queyo s+e de sus tiempos, yo se la entregué el mismo día quefalleció pero esto no puede volverse a repetir”, apuntó.
Junto a Escalante estaba Adriana Guadalupe Villegas Gálvez,quien acariciaba la cabeza de su hijo Héctor mientras esteintentaba dormirse. Él es uno de los niños sobrevivientes másafectados por el episodio. Lleva 19 cirugías y le faltan muchasmás.
Su mamá estaba emocionada, no obstante saber que debeacompañar a Héctor con operaciones hasta que tenga 21 años. Hoytiene nueve. Nunca se imaginó estar tan cerca del Papa cuando leconfirmaron que viajaría a Estados Unidos hace apenas 10días.
“Qué mayor bendición que estar aquí, soy una afortunada. Yonunca perdí la fe, nací en una familia de mucha fe, siempre tuvefe y sigo teniéndola. Es lo que me mueve, me mantiene, mi hijo esquien me da la fortaleza para seguir en esto”, indicó.
Héctor Manuel Robles Villegas tenía tres años cuando ocurrióla tragedia. “Muchos querían estar aquí, sólo había seislugares. Hoy tenía clínica en el hospital de Hermosillo, van cadaseis meses y primero dije no, pero después él me dijo que queríaestar aquí. Por eso estamos”, precisó.
“Ha sido un viaje muy duro, nada fácil pero vale la penavivir esta experiencia. Nos dieron la invitación a últimomomento, nos están hospedando porque no había hoteles. Para míya estar aquí es lo máximo, ¿qué más le puedo pedir a Dios?Sería egoísta querer pedirle algo más”, consideró. (Notimex)