/ jueves 13 de octubre de 2022

A 50 años del accidente en Los Andes: “La vida sigue” relatan los sobrevivientes

Considerada como la historia más grande de sobrevivencia humana, 15 de los 16 que volvieron están con vida

Era viernes el 13 de octubre de 1972, cuando 45 uruguayos cayeron en un avión en la cordillera de Los Andes; aunque fueron dados por muertos, 16 sobrevivieron.

Medio siglo después, 15 de ellos viven y recuerdan esa proeza que pasó de ser un escándalo de canibalismo a una historia de fortaleza espiritual.

Emergieron de los congelados Andes para gritarle al mundo que estaban vivos, aun cuando en el día 10, posterior al avionazo, se enteraron de que habían sido dados por muertos, por lo que asumieron que para sobrevivir debían hacer lo que fuera necesario.

Te puede interesar: La lucha en los tribunales, la cara oculta del combate climático

Hicieron un pacto, cualquiera estaba de acuerdo con que, en caso de su muerte, su cuerpo fuera usado como alimento. Así siguieron luchando, hasta que un alud que los sepultó por tres días en la nieve arrancó la vida de 8 personas más. Tenían que salir de la montaña.

Tres fueron elegidos como expedicionarios, partieron una mañana con el más rudimentario equipo y la responsabilidad de conseguir ayuda. Diez días después, un 22 de diciembre de 1972, los jóvenes refugiados en un pedazo del fuselaje del avión fueron rescatados por la Fuerza Aérea Chilena.

No fue el fin de la historia, había que continuar, asumir la realidad, ser felices y honrar a los que no volvieron.

Así lucía hace 50 años la información de Los Andes en El Sol de Tampico | Hemeroteca El Sol de Tampico

La familia, el motor para volver: José Luis Inciarte, sobreviviente de Los Andes

Para José Luis Inciarte, conocido como “Coche”, quien perdió 30 kilogramos de peso en esta odisea, volver a ver a la familia fue el motor para que, en la soledad de la cordillera, instaurar una sociedad de la nieve.

“La zanahoria por delante era volver a ver la familia… queríamos hacer todo lo impensable para lograr lo imposible”, declaró en entrevista virtual a El Sol de Tampico.

Una foto que se tomó durante el vuelo, antes de la tragedia en 1972 | Reuters

A cinco décadas del accidente, Coche, el noble, dice que aún no sabe qué ocurrió, del accidente se salvó porque le cambió el lugar en el avión a su gran amigo Gastón Costemalle, algo similar ocurrió en la avalancha cuando intercambió el sitio con Marcelo Pérez.

De lo que está seguro, es que nadie espera que alguien sobreviva en esa cordillera a más de 3 mil metros de altura y con una temperatura de -30 grados centígrados.

La única certeza que teníamos es que estábamos tirados en el fondo de una gran olla de nieve, inhóspita, donde el ser de humano no puede vivir, sin embargo, anochecíamos y adormecíamos, destinados a morir, pero no nos moríamosDice José Luis Inciarte, conocido como “Coche”, el hombre que tenía 24 años cuando se cayó el avión y que hoy es abuelo de 9 nietos.

Sobrevivientes de Los Andes, vivieron cuando se les creía muertos

Eduardo es uno de los primos Strauch que junto con Daniel y Fito, se encargó de la organización y el reparto del alimento, dice que jamás se ha preguntado por qué se salvó, ya que sabe que no hay una respuesta.

“Curioso el tema del tiempo, ¿No? No puedo decir si es mucho o poco, 50 años es un montón, parecería, pero en muchos aspectos parece que no, todo está tan cerca, tan vivo”, analizó.

Así quedó la parte frontal del avión que se estrelló en Los Andes hace 50 años | Reuters

“De esos 16 que salimos somos decenas de personas generando amor, es muy conmovedor, somos más de 100. Es enorme la familia”, añadió.

Eduardo, el elegante, el pintor, recuerda que pese al paisaje frío, gélido y blanco de los 72 días que estuvo en la montaña, ninguno fue igual.

“No quiere decir que los que murieron no hayan hecho algo para salvarse, luchamos sin cuartel durante los 72 días, pusimos nuestra creatividad al máximo y la usamos para salir”, explicó.

La motivación para sobrevivir propició que la mente ejecutara mecanismos de protección como no percibir olores, pese a no bañarse, o no llorar, pese a la muerte, para no deshidratarse.

“El momento cuando escuchamos con mi primo Daniel la noticia de que había llegado a la civilización, Canessa y Parrado, que nos iban a rescatar, ese es el momento más lindo de mi vida, —después sonó el Ave María en la radio— el Ave María es la confirmación”, expresó.

No fue canibalismo, fue una comunión: sobreviviente de Los Andes

Una vez que los jóvenes regresaron a esta civilización, la pregunta era ¿cómo se alimentaron?, tras el asedio de la prensa revelaron que se usaron los cuerpos de algunos de sus compañeros.

“Hubo mucha prensa, muy, muy asquerosa, tratando de vender con sensacionalismo muy desagradable.

Javier Methol, Roberto Canessa y Calos Paez, durante septiembre del 2002 rememorando las páginas de los periódicos que hablaron del suceso | Reuters


No lo sufrí para nada, estaba tan seguro con lo que había hecho que lo volvería a hacer mil veces para vivir”, recordó Eduardo Strauch, quien aseguró que no recibió ningún tipo de agresión por parte de estas familias.

“Al principio, el gran gancho de esta historia era la antropofagia, porque caníbales no fuimos, porque no matamos para comer, porque comimos cuerpos ya muertos… lo tuvimos qué hacer porque nadie quería morirse a los 20 años”, argumentó Coche.

“Fue una noticia mundial, pero en ese momento recién nos enteramos de la trascendencia de la historia cuando entran periodistas de todo el mundo, cuando entran por la ventana de la habitación”, destacó Antonio Vizintin.

Antonio Vizintin, sobreviviente de Los Andes, cargó una mochila de 30 a 40 kilos y no lo supo

Antonio Vizintin fue uno de los tres expedicionarios que realizaron el último viaje, sin embargo, al ver que el camino era arduo y que la comida podría escasear, regresó; él no lo sabía, pero en sus espaldas cargaba la mochila más pesada, la del alimento.

En las páginas de El Sol de Tampico se informó sobre el tema de los sobrevivientes de Los Andes | Hemeroteca El Sol de Tampico

“La mochila era en realidad un pantalón que usábamos las piernas por los hombros y lo que sería la cintura la cerrábamos con una piola, me enteré de que pesaba 30, 40 kilos, 30 años después”, relató.

“Llevaba la máquina de afeitar que mi padre me había prestado, una botella de agua, un revólver y varios pares de medias y por supuesto, la esperanza, nosotros éramos las piernas de los que se quedaron en el fuselaje”, apuntó.

“Es parte de las cartas que te tocan, no puedes sentarte a llorar porque fuiste un sobreviviente del que murieron muchos y que años después se muere la madre de mis hijos y, por suerte, la vida sigue, estoy casado, sigo con mis dos hijos, tengo cuatro nietos, la vida sigue”, agregó el hombre siempre fuerte al que de forma contrastante le llaman “Tintin”.

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A 51 años, los sobrevivientes de Los Andes refrendan que la vida sigue, con los recuerdos aún vívidos de aquellos días complejos y luchando cada día por demostrar que la oportunidad de ser recatados tenía un motivo: enseñar al mundo la fuerza del espíritu.

Un 22 de diciembre de 1972, los jóvenes refugiados en un pedazo del fuselaje del avión fueron rescatados por la Fuerza Aérea Chilena | Reuters

Publicado originalmente en El Sol de Tampico

Era viernes el 13 de octubre de 1972, cuando 45 uruguayos cayeron en un avión en la cordillera de Los Andes; aunque fueron dados por muertos, 16 sobrevivieron.

Medio siglo después, 15 de ellos viven y recuerdan esa proeza que pasó de ser un escándalo de canibalismo a una historia de fortaleza espiritual.

Emergieron de los congelados Andes para gritarle al mundo que estaban vivos, aun cuando en el día 10, posterior al avionazo, se enteraron de que habían sido dados por muertos, por lo que asumieron que para sobrevivir debían hacer lo que fuera necesario.

Te puede interesar: La lucha en los tribunales, la cara oculta del combate climático

Hicieron un pacto, cualquiera estaba de acuerdo con que, en caso de su muerte, su cuerpo fuera usado como alimento. Así siguieron luchando, hasta que un alud que los sepultó por tres días en la nieve arrancó la vida de 8 personas más. Tenían que salir de la montaña.

Tres fueron elegidos como expedicionarios, partieron una mañana con el más rudimentario equipo y la responsabilidad de conseguir ayuda. Diez días después, un 22 de diciembre de 1972, los jóvenes refugiados en un pedazo del fuselaje del avión fueron rescatados por la Fuerza Aérea Chilena.

No fue el fin de la historia, había que continuar, asumir la realidad, ser felices y honrar a los que no volvieron.

Así lucía hace 50 años la información de Los Andes en El Sol de Tampico | Hemeroteca El Sol de Tampico

La familia, el motor para volver: José Luis Inciarte, sobreviviente de Los Andes

Para José Luis Inciarte, conocido como “Coche”, quien perdió 30 kilogramos de peso en esta odisea, volver a ver a la familia fue el motor para que, en la soledad de la cordillera, instaurar una sociedad de la nieve.

“La zanahoria por delante era volver a ver la familia… queríamos hacer todo lo impensable para lograr lo imposible”, declaró en entrevista virtual a El Sol de Tampico.

Una foto que se tomó durante el vuelo, antes de la tragedia en 1972 | Reuters

A cinco décadas del accidente, Coche, el noble, dice que aún no sabe qué ocurrió, del accidente se salvó porque le cambió el lugar en el avión a su gran amigo Gastón Costemalle, algo similar ocurrió en la avalancha cuando intercambió el sitio con Marcelo Pérez.

De lo que está seguro, es que nadie espera que alguien sobreviva en esa cordillera a más de 3 mil metros de altura y con una temperatura de -30 grados centígrados.

La única certeza que teníamos es que estábamos tirados en el fondo de una gran olla de nieve, inhóspita, donde el ser de humano no puede vivir, sin embargo, anochecíamos y adormecíamos, destinados a morir, pero no nos moríamosDice José Luis Inciarte, conocido como “Coche”, el hombre que tenía 24 años cuando se cayó el avión y que hoy es abuelo de 9 nietos.

Sobrevivientes de Los Andes, vivieron cuando se les creía muertos

Eduardo es uno de los primos Strauch que junto con Daniel y Fito, se encargó de la organización y el reparto del alimento, dice que jamás se ha preguntado por qué se salvó, ya que sabe que no hay una respuesta.

“Curioso el tema del tiempo, ¿No? No puedo decir si es mucho o poco, 50 años es un montón, parecería, pero en muchos aspectos parece que no, todo está tan cerca, tan vivo”, analizó.

Así quedó la parte frontal del avión que se estrelló en Los Andes hace 50 años | Reuters

“De esos 16 que salimos somos decenas de personas generando amor, es muy conmovedor, somos más de 100. Es enorme la familia”, añadió.

Eduardo, el elegante, el pintor, recuerda que pese al paisaje frío, gélido y blanco de los 72 días que estuvo en la montaña, ninguno fue igual.

“No quiere decir que los que murieron no hayan hecho algo para salvarse, luchamos sin cuartel durante los 72 días, pusimos nuestra creatividad al máximo y la usamos para salir”, explicó.

La motivación para sobrevivir propició que la mente ejecutara mecanismos de protección como no percibir olores, pese a no bañarse, o no llorar, pese a la muerte, para no deshidratarse.

“El momento cuando escuchamos con mi primo Daniel la noticia de que había llegado a la civilización, Canessa y Parrado, que nos iban a rescatar, ese es el momento más lindo de mi vida, —después sonó el Ave María en la radio— el Ave María es la confirmación”, expresó.

No fue canibalismo, fue una comunión: sobreviviente de Los Andes

Una vez que los jóvenes regresaron a esta civilización, la pregunta era ¿cómo se alimentaron?, tras el asedio de la prensa revelaron que se usaron los cuerpos de algunos de sus compañeros.

“Hubo mucha prensa, muy, muy asquerosa, tratando de vender con sensacionalismo muy desagradable.

Javier Methol, Roberto Canessa y Calos Paez, durante septiembre del 2002 rememorando las páginas de los periódicos que hablaron del suceso | Reuters


No lo sufrí para nada, estaba tan seguro con lo que había hecho que lo volvería a hacer mil veces para vivir”, recordó Eduardo Strauch, quien aseguró que no recibió ningún tipo de agresión por parte de estas familias.

“Al principio, el gran gancho de esta historia era la antropofagia, porque caníbales no fuimos, porque no matamos para comer, porque comimos cuerpos ya muertos… lo tuvimos qué hacer porque nadie quería morirse a los 20 años”, argumentó Coche.

“Fue una noticia mundial, pero en ese momento recién nos enteramos de la trascendencia de la historia cuando entran periodistas de todo el mundo, cuando entran por la ventana de la habitación”, destacó Antonio Vizintin.

Antonio Vizintin, sobreviviente de Los Andes, cargó una mochila de 30 a 40 kilos y no lo supo

Antonio Vizintin fue uno de los tres expedicionarios que realizaron el último viaje, sin embargo, al ver que el camino era arduo y que la comida podría escasear, regresó; él no lo sabía, pero en sus espaldas cargaba la mochila más pesada, la del alimento.

En las páginas de El Sol de Tampico se informó sobre el tema de los sobrevivientes de Los Andes | Hemeroteca El Sol de Tampico

“La mochila era en realidad un pantalón que usábamos las piernas por los hombros y lo que sería la cintura la cerrábamos con una piola, me enteré de que pesaba 30, 40 kilos, 30 años después”, relató.

“Llevaba la máquina de afeitar que mi padre me había prestado, una botella de agua, un revólver y varios pares de medias y por supuesto, la esperanza, nosotros éramos las piernas de los que se quedaron en el fuselaje”, apuntó.

“Es parte de las cartas que te tocan, no puedes sentarte a llorar porque fuiste un sobreviviente del que murieron muchos y que años después se muere la madre de mis hijos y, por suerte, la vida sigue, estoy casado, sigo con mis dos hijos, tengo cuatro nietos, la vida sigue”, agregó el hombre siempre fuerte al que de forma contrastante le llaman “Tintin”.

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A 51 años, los sobrevivientes de Los Andes refrendan que la vida sigue, con los recuerdos aún vívidos de aquellos días complejos y luchando cada día por demostrar que la oportunidad de ser recatados tenía un motivo: enseñar al mundo la fuerza del espíritu.

Un 22 de diciembre de 1972, los jóvenes refugiados en un pedazo del fuselaje del avión fueron rescatados por la Fuerza Aérea Chilena | Reuters

Publicado originalmente en El Sol de Tampico