LA HABANA, Cuba. La revolución cubana celebrará mañana su 60 aniversario sin Fidel Castro, muerto a finales de 2016, en una isla socialista que por la vía de las reformas busca evitar el naufragio económico. Santiago de Cuba acogerá el acto conmemorativo, que se celebrará al pié de las tumbas del héroe nacional, José Martí y de Fidel, y con un discurso de Raúl Castro que, como otros históricos octogenarios, está retirado de la vida pública pero influyente en el poder.
Por primera vez desde 1976, Cuba tiene un presidente sin apellido Castro: Miguel Díaz-Canel, de 58 años, que repite “somos continuidad”, y que el jueves tuiteó que “la revolución cubana es invencible, crece, perdura”.
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Para el veterano disidente Vladimiro Roca, sin embargo, “la revolución está muerta hace rato”.
“El legado histórico de la Revolución Cubana parece muy desgastado, tanto desde el punto de vista político como económico”, sostiene, en la misma línea, Jorge Duany, director del Instituto de Investigaciones Cubanas de la Universidad Internacional de la Florida.
La nueva Constitución cubana, que será llevada a referendo el 24 de febrero, ratifica el comunismo como meta social, pero reconoce el papel del mercado, la propiedad privada y la inversión extranjera, y asegura que Cuba “jamás” retornará al capitalismo. El Partido Comunista (PCC) sigue siendo “único” y la “fuerza política superior del Estado y la sociedad”. Pero la sociedad va cambiando y pronto habrá, por ejemplo, beisbolistas millonarios en la isla tras el reciente acuerdo con las Grandes Ligas de Estados Unidos.
NUEVO CICLO
Con reformas económicas en marcha y una generación al mando sin la legitimidad histórica de antaño, se abre un nuevo ciclo y Raúl, al timón del PCC hasta 2021, ya ha anunciado que Díaz-Canel lo sucederá también en ese puesto clave.
Vladimiro Roca, que pasó a la disidencia por la vía del desencanto, augura que la revolución “se va a extinguir por su propio peso”, por la indiferencia y la ausencia de apoyo externo, mientras para el académico Duany “no hay señales evidentes de que se abra un nuevo ciclo económico y político (...), da la impresión de que se trata de un castrismo sin un Castro”.
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Díaz-Canel ha reiterado que la “batalla más importante es la economía”, atascada hace años en un crecimiento que apenas supera el 1%, pero para muchos cubanos la esperanza de mejorar depende “de que puedan trabajar por su cuenta o emigrar”, según Duany.
Rusia y China se vuelven a alistar como aliados de Cuba, pero no están dispuestos a subsidiarla, como hizo la Unión Soviética durante 30 años con Fidel, mientras Estados Unidos, tras el deshielo de Barack Obama, ha regresado a la hostilidad con Donald Trump y no se vislumbran cambios antes de 2020.
“LA CUADRATURA DEL CÍRCULO”
Analistas descartan un retorno a la Guerra Fría porque el escenario mundial no es de confrontación ideológica, sino de “luchas por la primacía del poder” entre las grandes potencias. En América Latina se registra una oleada de gobiernos de derecha, y Venezuela no logra salir de la crisis, poniendo en jaque a la economía cubana con su dependencia petrolera.
Esto significaría institucionalizar la revolución en momentos de crisis económica y que el PCC encabece una economía de mercado, en la cual puede haber enriquecimiento legítimo y legal, mientras pide a sus dirigentes austeridad y defender una fuerte política social.
Díaz-Canel y su equipo han vuelto a la táctica de Fidel de un gobierno en la calle, “con el oído pegado a la tierra” como les pidió Raúl. Su actividad es constante. Para ello han actualizado en la era digital el nacionalismo al que apeló siempre Fidel, ahora con la etiqueta “Somos Cuba”, repetida en redes sociales.