WASHINGTON. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, lanzó el pasado martes su campaña para un segundo mandato con claras señales a sus oponentes demócratas de que la de 2020 será una carrera dura y agresiva.
Excepto el demócrata de izquierda más aguerrido Bernie Sanders, los aspirantes demócratas ofrecieron como respuesta colectiva un encogimiento de hombros.
Incluso para un presidente que gusta de exagerar sus logros, insultar a sus oponentes y hacer afirmaciones inexactas, el discurso de Trump ante 20 mil personas en el Amway Center de Orlando, Florida, fue excepcional.
Desde los primeros minutos, arremetió contra periodistas que cubrían el evento, alentando a la multitud a sumarse a con insultos. Dijo que los demócratas son "impulsados por el odio" y movidos por el "socialismo radical".
Afirmó además que los inmigrantes ilegales amenazan a la clase trabajadora estadounidense, "cortando su camino hacia el sueño americano".
Durante casi 80 minutos, el presidente no dio nuevas ideas. Tampoco hizo el menor esfuerzo para extender su alcance más allá de sus seguidores de derecha.
Pero claramente esos no fueron los objetivos, sino arengar a la tropa republicana para lo que se anticipa como una campaña tóxica.
Trump "entusiasmó a la base y le envió a los demócratas un mensaje bastante fuerte de que esta será una carrera difícil", dijo el titular del Comité de Defensa del Presidente, Ted Harvey, al canal Fox News.
Silencio estratégico
Cómo competir con este rival acostumbrado a romper reglas es la interrogante que se plantean los 23 demócratas que aspiran a la candidatura presidencial de su partido para noviembre de 2020.
¿Saltar a la arena y luchar? ¿Rebatir las afirmaciones falsas? ¿O quedarse completamente al margen?
Sanders, a veces considerado como una versión izquierdista de Trump, optó por la primera opción. Sin duda, sus partidarios apasionados e ideológicamente convencidos habrían estado decepcionados con cualquier otra actitud.
"Un discurso de una hora y media de mentiras, distorsiones y un absoluto sinsentido", dijo Sanders en un video difundido tras la presentación de Trump.
"Nuestro trabajo es derrotar al presidente más peligroso de la historia contemporánea de este país", agregó.
El favorito en la interna demócrata, Joe Biden, quien fue vicepresidente de Barack Obama, se inclinó más por la segunda opción, concentrándose en la afirmación del presidente de haber logrado un milagro económico.
"Seamos claros: el presidente Trump heredó una creciente economía de la administración de Obama-Biden", tuiteó el equipo de campaña del demócrata. "Ahora, él está en el proceso de despilfarrarlo", agregó.
Pero la mayoría de los demócratas respondieron con silencio o, en el mejor de los casos, con un tuit predecible, algo que Trump, que parece lucrar siendo el centro de atención, puede encontrar especialmente irritante.
La estratega demócrata Dee Dawkins-Haigler dijo a Fox que ese tipo de respuesta tranquila podría ser justo lo que quiere la mayoría de los votantes.
"No hemos visto nada más que locura en este país durante los últimos dos años y tenemos que volver a la normalidad", dijo. "De la forma en que vamos ahora con toda esta polarización, tenemos que llegar al centro", señaló.
Su decisión no fue casual. Trump necesita repetir su victoria en Florida si quiere prolongar su residencia en la Casa Blanca en 2020.