La guerra ha cambiado irrevocablemente las vidas de millones de ucranianos, que se han visto despojados de sus seres queridos, de su salud, de su trabajo o de sus hogares.
Miles de residentes de ciudades como Mariúpol, en el sur del país, que se encuentra casi completamente destruida durante el asedio ruso, han hallado refugio en la capital regional occidental de Leópolis.
"En realidad no tenemos a dónde volver, nuestros hogares han sido quemados o demolidos por las autoridades rusas. Aún así añoramos regresar a nuestra hermosa ciudad", dice Oksana Myjailyshyn, de 20 años, quien administra un centro de ayuda a los desplazados de Mariúpol en esta ciudad.
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Un largo mural se extiende por la estrecha calle que alberga el centro. "Queremos que los locales sepan más sobre Mariúpol", denuncia Oksana, mostrando la pintura.
"Éste es nuestro teatro, donde se refugiaban personas cuando fue destruido por una bomba rusa", dice, señalando al edificio que fue destruido el 16 de marzo de 2022 con cientos de civiles dentro.
"Ahí había una señal que decía 'Niños' porque creímos que les detendría a la hora de atacarlo", lamenta.
Además de los edificios característicos de Mariúpol y de la destruida acería de Azovstal, el mural refleja también las esperanzas de su autor, Dmytro Vovk, de regresar algún día a su ciudad natal.
A las hileras de coches que la abandonaron en las primeras semanas del asedio, con franjas blancas para indicar que transportan a civiles, les sigue la imagen de una familia en una ciudad en paz.
"Todos esperamos poder volver… Pero en cualquier caso, será un lugar diferente", reflexiona Oksana.
Dmytro creó varios murales en la ciudad, a orillas del mar de Azov, en rápido desarrollo antes de la invasión, aunque muchos han desaparecido o fueron destruidos en los combates o demolidos a propósito.
Uno de las obras destruidas de forma deliberada es el famoso mural del artista kievita Oleksandr Korban, que representaba a Milana Abdurashitova, una niña de 6 años que perdió una pierna durante un ataque en enero de 2015 en el que perecieron 29 personas, incluida su madre.
Las autoridades rusas lo eliminaron en noviembre del año pasado con la justificación de que era necesario "restaurar el aislamiento del edificio", de acuerdo con el alcalde de Mariúpol, Petro Andriuschenko.
Oksana está segura de que no se trata de una coincidencia, y de que los rusos quieren eliminar los recuerdos de sus acciones en Mariúpol y los rastros de la historia ucraniana de la ciudad.
Además del mural, las autoridades rusas han destruido un monumento a las víctimas del "Holodomor", la hambruna que en 1933 acabó con las vidas de millones de ucranianos, han rebautizado calles y han sustituido señales en ucraniano por otras en ruso.
Por el contrario, las calles de las ciudades bajo control ucraniano siguen llenándose de murales de artistas locales y extranjeros.
El famoso Banksy es el autor de siete obras en la región de Kiev, que reflejan la inesperada incursión de la guerra en las vidas pacíficas de los vecinos, como el que muestra a unos niños usando un obstáculo de defensa antitanque como un balancín.
Por otro lado, el francés Christian Guémy, conocido como “C215”, ha creado murales en ciudades como Leópolis, Kiev, Bucha y Hostomel.
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Uno de ellos se basa en una fotografía de Andriy Andriyenko y refleja la despedida del guarda fronterizo Vitaly de su amada Albina en la estación de tren de Kramatorsk, cuando ésta se disponía a ser evacuada en dirección a Polonia.
Mientras prosigue la invasión rusa, la escena capturada en el mural sigue siendo revivida una y otra vez por miles de familias ucranianas.
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