En un futuro cercano, si hay un brote de coronavirus en un barrio aislado en Argentina, se podrá llevar una cabina portátil para hacer test sin que el personal de salud se contagie y a los enfermos más graves se les llevará al hospital en una cabina totalmente cubierta, que filtrará el aire para eliminar rastros de la enfermedad, transportada por un personal sanitario vestido con telas "antivirus".
Centenares de científicos argentinos trabajan para que la imagen sea posible y la población pueda vivir un nuevo día en que el personal sanitario y la gente se exponga lo mínimo a la enfermedad.
"Va a haber todo un mundo nuevo que se va a desarrollar", asegura la investigadora del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), Mariana Carfagnini, que encabeza uno de los 64 proyectos financiados por el Gobierno argentino en el marco de la pandemia de coronavirus.
REDUCIR CONTAGIOS
Según explica la investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) Laura Steren, uno de los momentos donde más contagios de sanitarios se producen es cuando se realiza el test para saber si el paciente efectivamente tiene el virus SARS-CoV2.
El equipo dirigido por esta científica trabaja en el desarrollo de una cabina que permitirá establecer una barrera física entre pacientes y médicos lo que reducirá considerablemente el contagio.
“La propuesta es que el paciente entre en la cabina y cualquier aerosol que pueda emitir quedará dentro de esa cabina y será filtrado el exterior”, explica la científica aregentina quien añade que también podría plantearse una cabina con funcionamiento inverso, es decir, que fueran los médicos quienes estuvieran dentro del habitáculo esperando a los pacientes.
LUCHA CONTRA EL VIRUS
Los avances en los que trabaja la ciencia argentina no se circunscriben al ámbito sanitario y, por ejemplo, el equipo liderado por Mariana Cafargnini en el Inti trabaja para descubrir qué capacidad de filtrado tienen distintas telas, de tal forma que el consumidor sepa cuál es la adecuada para hacerse una mascarilla casera.
Para aumentar la certidumbre de los ciudadanos, el equipo de la científica también trabaja en crear una especie de "sello de confianza" para poner a las mascarillas y que indique cuáles han sido testadas y se consideran más seguras.
Asimismo, otra de las ramas del estudio se dedica a investigar la posibilidad de añadir recubrimientos antivirales o nanomateriales, los cuales impedirían la propagación del coronavirus a textiles de la vida cotidiana como la ropa o la tapicería de los asientos de un autobús.
Una línea de investigación similar trabaja en un gel con propiedades antivirales, creado a partir de un polímero natural elaborado con desechos del camarón, con el que el virus se queda "pegado" a la tela recubierta por el gel y no se expande.
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