BOGOTÁ. América, líder eliminación de enfermedades con vacunación, afronta ahora el avance de un movimiento antivacunas que, aunque no ha tomado la fuerza que tiene en otras regiones, viene aumentando su influencia en medio de la alarma por la reaparición de brotes como el de sarampión.
Aunque en 2016 América fue la primera región del mundo en ser declarada libre de sarampión -como con la viruela (1971), la poliomielitis (1994), la rubéola y el síndrome de la rubéola congénita (2015)-, para 2018 se confirmó una nueva circulación del virus y la reaparición en Venezuela y Brasil de la transmisión endémica.
El debate se ha enconado especialmente en Estados Unidos a causa del peor brote de sarampión en décadas en el país.
La mayoría de niños infectados no feron vacunados, decisión que los padres justificaron en ideas religiosas -como algunos judíos ortodoxos-, filosóficas o en la creencia de que la inyección incrementa las posibilidades de sufrir autismo.
Un caso similar se vive en Costa Rica este año, debido al reporte de casos importados de sarampión y por la introducción en el esquema obligatorio de la vacuna contra el virus del papiloma humano (VPH) en niñas de 10 años de edad.
Tras su inclusión, en redes sociales se disparó la información sobre supuestos efectos adversos, como que motiva a comenzar las relaciones sexuales a temprana edad, e incluso la abogada y exdiputada Alexandra Loría recomendó a los padres que no la aplicaran a sus hijas al asegurar que al obligarlas a vacunarse se les está "violando el principio de autonomía".
La inmunización contra el VPH, vinculado con el cáncer de cuello uterino, ya generó una controversia en Colombia, país que registró una fuerte reducción de la vacunación contra ese virus (del 97% a menos del 30%) debido a un polémico caso en 2014 cuando unas 400 niñas que sufrieron desmayos, fiebre, pérdida de peso y dolores estomacales, en las extremidades y de cabeza supuestamente luego de recibir gratuitamente la vacuna contra el VPH, situación que el gobierno de entonces calificó de "sugestión colectiva".
En Brasil, la aplicación de siete de las ocho vacunas obligatorias para niños (rotavirus, meningocócica C, neumocócica, poliomielitis, combinada pentavalente, hepatitis A y triple virus) se redujo y el año pasado acabó por debajo de la meta estipulada del 95%.
Ese descenso se dio con el auge de movimientos antivacunas en la redes sociales del país, donde el mayor grupo contra las inmunizaciones en Facebook cuenta ya con más de 13 mil miembros, al que se suman una quincena de colectivos similares con entre 150 y 2 mil integrantes.
Aunque en América el debate se ha enfocado en los medios, en algunos países el asunto ha llegado hasta las cortes.
Uno de los casos más recientes se registró en Costa Rica, donde una niña de 10 años presentó un recurso de amparo ante la Sala Constitucional, aún en trámite, para que no le aplicaran la inmunización contra el virus del papiloma aduciendo que violenta su derecho a la salud debido a sus supuestos efectos secundarios.
Mientras en Argentina, tras la aprobación en diciembre pasado de una ley que establece la "obligatoriedad de aplicarse las vacunas", se ordenó inmunizar a un recién nacido contra la hepatitis B y la tuberculosis, desoyendo los reclamos de los padres sobre efectos secundarios como un supuesto "peligro de muerte súbita". Chile reportó un caso similar en 2012.