BEIRUT, Líbano. El presidente sirio Bashar Al Asad está cerca de ganar a los adversarios que querían derrocarlo, pero se encontrará a la cabeza de un país en ruinas, estiman los expertos.
Assad “controla (...) la mayor parte del territorio”, así como las zona “más pobladas”, “y creo que seguirá dirigiendo la mayor parte de Siria”, declaró Aron Lund, experto de Siria en el Century Fondation.
“La guerra continúa pero, estratégicamente, derrotó a los que pensaban que lo iban a derrocar y, salvo imprevistos, pienso que el gobierno sirio recuperará el territorio tramo por tramo”, dijo.
El régimen de Damasco tiene el apoyo decisivo de Rusia e Irán. Con la entrada de las tropas en Deir Ezzor (este), controlada por el grupo Estado Islámico, unos meses después de haber expulsado a los rebeldes de Alepo (norte) y de reconquistar amplios sectores en el desierto del sureste, controla ahora más de la mitad del territorio.
Según las cifras proporcionadas por el geógrafo Fabrice Balanche, esto representa los dos tercios de la población siria, estimada actualmente en unas 16 millones de personas.
Los kurdos controlan 23% del territorio, Estado Islámico 15% y los rebeldes 12%.
POSICIÓN DE FUERZA
El enviado especial de la ONU para Siria, Staffan de Mistura, afirmó que la oposición siria debe aceptar que “no ganó la guerra”, y pidió al mismo tiempo que el gobierno no cante victoria.
“¿Luego de la liberación de Deir Ezzor y de Raqa, el gobierno estará dispuesto a negociar y no sólo a gritar victoria? ¿La oposición será capaz (...) de realismo para entender que no ganó la guerra?”, dijo.
Las Fuerzas Armadas sirias controlan las principales ciudades y posee un poder de fuego considerable gracias al apoyo de Moscú y de Teherán.
“No sé si ganará la guerra, pero seguro que recuperó fuerza. Pero, francamente, retoma el control de un país completamente destruido. No sé lo que significa ganar la guerra en este contexto”, observó Maha Yahya, directora del Centro de Medio Oriente del Carnegie.
Otros expertos subrayan la fragilidad del poder, en un país profundamente dividido.
Además, la situación económica del país es catastrófica. El desempleo alcanza al 50% de la población activa, la pobreza alcanza el 85% y la mitad de la población está desplazada.
En el estado actual es improbable una reconstrucción, que los expertos estiman en “200 mil millones de dólares”, y los bancos del mundo no tiene la intención de ayudar a Asad.