El papa emérito Benedicto XVI admitió este lunes que participó en una reunión clave en 1980 sobre un sacerdote alemán acusado de abusos a menores, contrariamente a lo que declaró a los autores de un informe elaborado en Alemania que lo acusa de encubrir varios sacerdotes.
En una carta firmada por su secretario privado, monseñor Georg Gänswein, divulgada este lunes por la agencia católica alemana KNA y el portal de prensa del Vaticano, Vatican News, Benedicto XVI "quiere aclarar que, contrariamente a lo dicho a los autores del informe, participó en la reunión del 15 de enero 1980".
Las declaraciones dadas a los autores del informe, publicado el pasado 20 de enero y elaborado por la firma de abogados Westpfahl Spilker Wastl (WSW), fueron "objetivamente incorrectas", sostiene Gänswein.
Benedicto XVI recalca que no fue por "mala fe" y que se trató de un "error", del "resultado de una omisión en la edición de sus declaraciones" y pidió "perdón por ese error".
74 años de abusos
Al menos 497 personas sufrieron abusos en la archidiócesis de Múnich-Freising, en un periodo de casi 74 años (desde 1945 hasta 2019), según un resumen del informe.
La mayoría de las víctimas era varones y el 60% tenían una edad comprendida entre 8 y 14 años.
Según el documento, el papa emérito no hizo nada para impedir que varios sacerdotes abusaran sexualmente de menores en la archidiócesis alemana que dirigía en los años 1980.
Los abogados consideran que Benedicto XVI, que fue arzobispo de Múnich y Freising entre 1977 y 1982, no tomó medidas contra cuatro eclesiásticos sospechosos.
Dos de esos casos implican a clérigos que cometieron varios abusos probados por los tribunales, pero se les permitió seguir con sus obligaciones pastorales, según el informe.
Los autores del informe afirmaron que están "convencidos" de que Joseph Ratzinger, el nombre de pila del papa emérito, estaba al corriente del pasado pedófilo del sacerdote Peter Hullermann.
El sacerdote fue acusado en 1980 de graves abusos sexuales a menores, pero las autoridades eclesiásticas lo trasladaron a Baviera, donde, a pesar de la terapia psiquiátrica, continuó con los abusos. En 2010 finalmente se vio obligado a jubilarse.
Benedicto XVI subrayó que "no se tomó ninguna decisión sobre la atribución de una misión pastoral al sacerdote en cuestión".
"Solo se aceptó la solicitud de proporcionarle un alojamiento durante su terapia en Munich", aseguró.
El papa emérito, que reside en el Vaticano desde su renuncia en 2013 y que tiene una salud frágil, no ha reaccionado directamente sobre el contenido del informe.
A través de su secretario privado manifestó su "conmoción y vergüenza" por la pedofilia en la iglesia tras el informe y aseguró que "no había aún leído el informe de 1.000 páginas" que lo involucra.
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El Vaticano reiteró por su parte su "vergüenza" y "remordimiento" por los abusos sexuales contra niños en la iglesia, tras la publicación del informe.
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