BRUSELAS. Los líderes de la OTAN, del G7 y de la Unión Europea (UE), con Joe Biden a la cabeza, escenificaron y sellaron en tres cumbres sucesivas en Bruselas su cierre de filas en apoyo a Ucrania y multiplicaron sus advertencia y presión a Rusia para que pare su guerra contra la exrepública soviética, que inició hace un mes.
Tres citas con múltiples actores pero con dos protagonistas, el presidente de EU, Joe Biden, y su homólogo ucraniano, Volodímir Zelenski, quien intervino en todas ellas por videoconferencia para pedir insistentemente más ayuda militar para su país y más sanciones contra Rusia.
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“La idea de la unidad de Europa en su conjunto (...) realmente es lo más importante que podemos hacer para parar” al presidente ruso, Vládimir Putin, dijo Biden a su llegada al encuentro con los líderes de los Veintisiete.
Biden aseguró que la OTAN está más unida que nunca y reiteró su mensaje de que Estados Unidos "está de vuelta".
También advirtió que la Alianza “responderá” a un potencial uso de armas químicas en Ucrania dependiendo de “cómo sean utilizadas”, mientras el jefe de la OTAN, Jens Stoltenberg, anunció la activación de las defensas ante ese tipo de amenazas y reforzará la capacidad de Ucrania para que pueda defenderse.
La OTAN enviará, en concreto, “sistemas de detección, asistencia médica y sanitaria y equipamiento de descontaminación”, precisó.
Stoltenberg, que renovó un año más su cargo, hasta el 30 de septiembre de 2023, por la gravedad de la amenaza rusa, dio cuenta también de la decisión de los 30 líderes de la OTAN de establecer cuatro batallones internacionales en Hungría, Bulgaria, Eslovaquia y Rumanía, que se unirán a los otros cuatro desplegados en 2017 en los tres países bálticos y Polonia.
En la distancia, Zelenski se dirigió al Consejo del Atlántico Norte para pedir “ayuda militar ilimitada”, y en concreto que entreguen aviones y tanques porque “es cuestión de vida o muerte”.
Los países de la OTAN ya les proporcionan armas letales, sistemas que les ayudan a derribar aviones y a atacar carros de combate o drones, pero se niega a mandar tropas o aviones a Ucrania para evitar que “este conflicto se convierta en una guerra en toda regla en Europa”, entre Rusia y la Alianza, recalcó Stoltenberg.
Para ese flujo de material letal y no letal, financiado por primera vez con fondos europeos para un país tercero, la UE ha autorizado destinar mil millones de euros.
Acelerar esos envíos es vital, ya que la “victoria” en Ucrania se va a decidir en las “dos próximas semanas”, según el alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores, Josep Borrell.
Tanto los líderes de la OTAN como los del G7 (los siete países más ricos del mundo) y de la UE también instaron a China a que se abstenga de respaldar el esfuerzo bélico de Rusia en Ucrania y que tampoco dé asistencia a Moscú para que pueda esquivar las sanciones internacionales impuestas por la agresión a su vecino.
En respuesta, China calificó de “desinformación” las afirmaciones de que Pekín ofrece “apoyo político” a Rusia y acusó al jefe de la OTAN de difundir “mentiras” sobre la invasión de Ucrania.
Paralelamente, los países del G7 y de la Unión Europea acordaron vigilar para impedir que Rusia sortee las sanciones y restringirán las transacciones de oro del Banco Central ruso. Además, Biden propuso expulsar a Rusia del G20, lo que supondría un nuevo revés para Moscú, que ya salió del G8 por invadir Crimea en 2014.
Por su parte, la Casa Blanca anunció que Estados Unidos recibirá hasta 100 mil ucranianos que huyan de la guerra y donará mil millones de dólares para ayudar a los países europeos a manejar la oleada de refugiados.
Además, el gobierno de Biden impuso más sanciones contra políticos, magnates y empresas rusas.
Se trata de “sanciones de bloqueo total contra más de 400 personas y entidades, entre ellas la Duma y sus miembros, élites rusas adicionales y empresas de defensa rusa que alimentan la máquina de guerra de Putin”.