RANGÚN. Las fuerzas de seguridad de Myanmar dispararon lanzagranadas contra manifestantes en una ciudad cerca de Yangon, matando a más de 80 personas, dijeron el grupo observador Asociación de Asistencia para Prisioneros Políticos (AAPP) y un medio local, mientras el propio embajador del país ante la ONU pidió una “acción enérgica” contra la junta que reprime a los manifestantes.
Los detalles del saldo de muertos en la ciudad de Bago, a 90 kilómetros al noreste de Yangon, no estaban disponibles inicialmente porque las fuerzas de seguridad apilaron los cuerpos en el complejo de la pagoda de Zeyar Muni y acordonaron el área, de acuerdo con testigos y medios.
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La AAPP y el medio de noticias Myanmar Now dijeron el sábado que 82 personas murieron durante la protesta contra el golpe militar ocurrido el 1 de febrero en el país. Los disparos comenzaron antes del amanecer el viernes y continuaron durante la tarde, dijo Myanmar Now.
“Es como en un genocidio”, dijo Ye Htut, un organizador de la protesta, citado por el medio de comunicación. “Disparan contra cualquier sombra”.
Muchos residentes de la ciudad huyeron, de acuerdo con versiones de las redes sociales.
AAPP, que ha mantenido un recuento diario de manifestantes muertos y arrestados por fuerzas de seguridad, previamente ha dicho que han muerto 618 personas desde el golpe.
El creciente derramamiento de sangre también ha enfurecido a algunos de los cerca de 20 grupos étnicos armados de Birmania, que controlan franjas de territorio, principalmente en las fronteras.
Al menos 14 policías perdieron la vida ayer en el país durante un ataque coordinado de varias guerrillas étnicas, informan medios locales.
El ataque, que dejó al menos cinco oficiales heridos y dos desaparecidos, sucedió a primera horas del día en el estado Shan, indicó un testigo al portal de noticias Irrawaddy.
Según esta persona, el asalto fue lanzado por los grupos rebeldes Ejército Arakan, el Ejército de Liberación Ta'ang y el Ejército Nacional de la Alianza Democrática, guerrillas étnicas que a finales de marzo lanzaron un ultimátum a la junta militar por la brutal represión contra las manifestaciones en rechazo del golpe de Estado militar del 1 de febrero.
Hasta la tarde del sábado, ninguno de los grupos ha reivindicado la ofensiva.
Estos tres grupos armados firmaron previamente un comunicado conjunto en el que advirtieron al Ejército birmano de que si no detiene sus acciones violentas y satisface las demandas de la población, colaborará con los disidentes en las protestas de la llamada “Revolución de la primavera”.
Los rebeldes amenazaron con anular su acuerdo de alto el fuego si continúa la matanza indiscriminada de manifestantes. Birmania está sumida en el caos desde que los militares derrocaron a la líder civil Aung San Suu Kyi en febrero. Los manifestantes se niegan a someterse y exigen la vuelta a la democracia.
Tras más de dos meses de gobierno militar, los esfuerzos por verificar las muertes y confirmar las noticias sobre la represión se ven limitados por el corte de internet de la junta.
Por eso los detalles de la brutal represión en la ciudad de Bago, a 65 kilómetros al noreste de Rangún, tardaron un día entero en aparecer.
A pesar del baño de sangre, las protestas y las huelgas continúan. Los manifestantes intentan frustrar la represión con medios de acción alternativos.
En Rangún, los manifestantes arrojaron pintura escarlata en las calles del centro, cerca de la Pagoda Shwedagon.
Panfletos que decían “No nos gobernarán” fueron esparcidos en varias partes de Rangún. En Mandalay (centro), los pegaron a la estatua del general Aung San, padre de Aung San Suu Kyi y héroe de la independencia birmana.
El embajador de Birmania ante la ONU, que se rebeló contra la junta militar que gobierna de facto en su país, instó el viernes a imponer una zona de exclusión aérea, un embargo de armas y otras sanciones para forzar la restauración de la democracia.
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