PARÍS. En una nueva demostración de la profunda crisis institucional que paraliza al Reino Unido sobre el Brexit, Theresa May ofreció su renuncia como ofrenda para facilitar una salida de ese callejón sin salida y el Parlamento británico fracasó anoche en su intento de hallar “soluciones alternativas” al acuerdo negociado por la primera ministra con la Unión Europea (UE).
“Si quieren que me vaya, aprueben el acuerdo y la legislación necesaria a favor de un Brexit ordenado el 22 de mayo”, prometió la primera ministra en una reunión a puertas cerradas con los diputados del Partido Conservador poco antes de que comenzaran los debates en la Cámara de los Comunes sobre ocho escenarios alternativos propuestos por los parlamentarios.
Convencida de que su dimisión podía ser “lo mejor para el país”, la primera ministra se comprometió a renunciar a condición de que los diputados tories euroescépticos aprueben en una tercera votación el texto que firmó en noviembre pasado con la UE y que fue rechazado en dos oportunidades anteriores.
“Soy consciente de que muchos desean una nueva gestión y una nueva dirección en la segunda fase de las negociaciones del Brexit. No voy a oponerme a eso”, aseguró, aludiendo a las negociaciones sobre la futura relación comercial entre el Reino Unido y la UE. Su partida, según conservadores, podría concretarse en el tercer trimestre del año.
Su propuesta pareció conseguir el efecto buscado. Entre los 80 conservadores euroescépticos que votaron en contra de su acuerdo en dos oportunidades, 40 habrían expresado ahora su intención de aprobarlo y otros 40 estarían indecisos, según los últimos cálculos.
Si los números le son favorables, Theresa May podría organizar la tercera votación de su acuerdo de salida el 29 de marzo.
El cambio de actitud de una parte importante de parlamentarios tories demuestra que el problema esencial para el sector ultra-Brexit del Partido Conservador nunca fue el acuerdo en sí, sino la presencia de Theresa May al frente del gobierno, que bloquea las ambiciones políticas personales de sus adversarios.
Entre quienes cambiaron de posición, en primera línea aparece -por ejemplo- Boris Johnson, quien anunció que ahora votará a favor del acuerdo. Exalcalde de Londres, exministro de Relaciones Exteriores y figura de proa de la corriente ultra- Brexit, Johnson sueña con reemplazar a May en Downing Street (sede del gobierno).
A la luz del caos que reinaba en el Parlamento, sobre todo entre los tories, el reemplazo de May no parecía una hipótesis demasiado segura.
Ayer, como estaba previsto, los diputados debatieron y votaron ocho escenarios alternativos de Brexit, a fin de conocer las preferencias parlamentarias.
Entre las numerosas opciones presentadas, Bercow retuvo ocho. Pero, ninguna obtuvo la mayoría necesaria.