PARÍS. Tras 15 días hospitalizado en Suiza, el presidente argelino, Abdelaziz Buteflika, regresó ayer a Argelia en medio de una huelga general de 5 días y de nuevas manifestaciones de protesta contra la decisión del mandatario de postularse para un quinto mandato en las elecciones del 18 de abril próximo.
El regreso del jefe del Estado, de 82 años, que gobierna el país desde 1999, se produjo por la tarde en el aeropuerto militar de Bufarik, en el norte de la capital, a bordo de un avión Gulfstream 4SP medicalizado, matricula 7T-VPM, según confirmó la Presidencia de la República. Desde allí fue trasladado al parecer al palacio de Zeralda, residencia que fue progresivamente transformada en los últimos años en epicentro del poder.
Afectado por un ataque cerebral que lo mantiene paralizado desde 2013, Buteflika se ausentó del país el 24 de febrero para someterse a “exámenes médicos de rutina” en la unidad privada del Hospital Universitario de Ginebra (HUG), ubicada en el octavo piso del nosocomio. A pesar de esa larga ausencia, no trascendió ninguna información sobre su estado de salud.
Buteflika no aparece en público desde 21 de febrero pasado, fecha en que asistió a la ceremonia de juramento de Tayeb Belaid, nuevo presidente de Consejo Constitucional, órgano que debe validar las candidaturas presidenciales.
A su regreso, el presidente encontró un país en plena ebullición tras dos semanas de manifestaciones en Argel y en las grandes ciudades.
Las protestas comenzaron hace varios meses en las gradas de los estadios de futbol y se extendieron a las calles y universidades el 22 de febrero, tras el anuncio oficial de la candidatura de Buteflika para un quinto mandato.
La actividad del país también estaba semiparalizada por una huelga general de cinco días, lanzada a través de las redes sociales, que comenzó ayer.
La huelga se prolongará hasta el miércoles, fecha en que el Consejo Constitucional debe anunciar las candidaturas aceptadas para la elección presidencial. La institución, integrada por funcionarios totalmente leales al poder, tiene en sus manos el futuro del régimen, pues puede apaciguar las tensiones invalidando la candidatura de Buteflika o postergando la fecha de la elección para dar tiempo a encontrar una solución de transición.
Pero, si acepta la postulación de un octogenario resistido por amplios sectores de la sociedad, paralizado e incapaz de expresar una palabra -advierte Françis Ghilès-, los riesgos que se abren pueden ser inmensos para el futuro del país.
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