El momento en el que un general de Vietnam del Sur, Nguyen Ngoc Loan, ejecuta a un prisionero de guerra es, quizá, la foto más emblemática de la guerra que sacudió a ese país del sureste asiático entre 1955 y 1975 y que representa la mayor derrota militar de Estados Unidos en los conflictos del siglo XX.
La imagen tomada por el fotógrafo Eddie Adams, repercutió tanto en la opinión pública que Nguyen Ngoc Loan tuvo que huir a Estados Unidos en donde, años después de la guerra, tuvo que soportar la descalificación y el desprecio público.
La Guerra de Vietnam es considerada como el primer conflicto televisado de la historia, pues la cobertura de la prensa fue permanente y permitió al público estadounidense conocer de primera mano la naturaleza cruda de los combates que, poco a poco, fue mermando el apoyo popular al gobierno y a los soldados, dando inicio a un movimiento pacifista de escala mundial.
La estampa de la ejecución del prisionero no sería el único emblema de lo atroz de esta guerra. La niña del napalm, la inmolación de un monje budista, las pilas de muertos durante la Ofensiva del Tet, los bombarderos B-52 dejando caer explosivos y la toma de la embajada de EU en Saigón son algunas de las imágenes que nos vienen a la memoria cuando escuchamos Vietnam.
Sin embargo, los campos de batalla no fueron los únicos escenarios del conflicto. Las protestas del movimiento hippie en Estados Unidos y la estampa de la firma de los Acuerdos de París son un golpe a la memoria para quienes fueron testigos de los años 60 y 70.
“La guerra de Vietnam se perdió en las salas de los estadounidenses, no en los campos de batalla de Vietnam”, dijo alguna vez el filósofo y teórico de la comunicación Marshall McLuhan.
“El general mató a un vietcong con la pistola. Yo maté al general con mi cámara”, escribiría años después Eddie Adams sobre la foto que le valió el premio Pulitzer de 1968.