BEIRUT. Las fuerzas sirias, con la cobertura de su aliada Rusia, consiguieron asediar a las tropas turcas estacionadas en puestos de observación al este de la ciudad de Idlib, capital de la provincia nororiental siria del mismo nombre y considerada el último bastión opositor en Siria, pese a que Ankara envió más refuerzos y equipo en la madrugada.
Desde el pasado lunes, se ha producido un incremento de la tensión entre Damasco y Ankara, valedora de la oposición siria, después de un intercambio de fuego que dejó víctimas en ambas filas y que ha obligado al presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, a dar un ultimátum al Ejército sirio hasta finales de febrero para que se retire de delante de sus posiciones.
Sin embargo, los movimientos militares de ambos países en Idlib hacen tambalear una situación humanitaria frágil y en la que se busca que Rusia medie para rebajar la tensión. En un comunicado, la Comandancia de las Fuerzas Armadas sirias afirmó que "un convoy militar turco que incluye vehículos blindados atravesó la zona turca de Oglinar hacia Siria".
Esas unidades "se han desplegado entre los pueblos de Binnish, Mar Masrin and Taftanaz con el objetivo de proteger a los terroristas, liderados por el frente Al Nusra e impedir el avance del Ejército Árabe Sirio y de completar la eliminación del terrorismo sistemático", se indica.
La región de Idlib, así como el oeste de Alepo están controladas por el Organismo de Liberación del Levante, alianza islamista en la que está incluida la exfilial siria de Al Qaeda anteriormente denominada Frente al Nusra, y considerada por Moscú y Damasco como "terrorista".
El Ministerio de Exteriores ruso confirmó ayer que en las últimas dos semanas de enero "expertos militares rusos y turcos fueron trágicamente asesinados" después de que ambos países intentaran un alto el fuego en la región, que quedó en papel mojado a los días de establecerse el 12 de enero.