WASHINGTON. Casi una cuarta parte de la población mundial vive en 17 países que enfrentan un estrés hídrico extremo y se acercan a lo que se le llama "día cero", cuando los grifos se secan, según un informe publicado ayer.
El Instituto de Recursos Mundiales (WRI, por sus siglas en inglés) clasificó el estrés hídrico, el riesgo de sequía y el riesgo de inundación fluvial utilizando una metodología revisada por expertos.
"La agricultura, la industria y los municipios están consumiendo el 80% de las aguas superficiales y subterráneas disponibles en un año promedio" en los 17 países más afectados, dijo WRI.
Catar, Israel, Líbano, Irán, Jordania, Libia, Kuwait, Arabia Saudita, Eritrea, Emiratos Árabes Unidos, San Marino, Bahrein, India, Pakistán, Turkmenistán, Omán y Botswana conformaron los primeros 17.
"El estrés hídrico es la mayor crisis de la que nadie habla. Sus consecuencias están a la vista en forma de inseguridad alimentaria, conflicto y migración e inestabilidad financiera", dijo Andrew Steer, presidente ejecutivo de WRI.
Los expertos también advierten que un margen tan estrecho entre la oferta y la demanda podría empujar a los países hacia más "días cero", situación que Ciudad del Cabo estuvo al borde de vivir en 2018.
Otros 27 países integran la lista de "alto estrés hídrico de referencia".
Medio Oriente y África del Norte tienen 12 de los países más estresados. India, sin embargo, que ocupa el puesto número 13, tiene más de tres veces la población de los otros 16 países.
"La reciente crisis del agua en Chennai atrajo la atención mundial, pero varias áreas de India también están experimentando un estrés hídrico crónico", dijo Shashi Shekhar, exsecretaria del agua de India y quien asegura que la herramienta podría ayudar a las autoridades a identificar y priorizar los riesgos.
Incluso los países con un bajo estrés hídrico promedio pueden tener puntos críticos, detalló el informe. Mientras Estados Unidos ocupa un cómodo lugar 71 en la lista, el estado de Nuevo México sí sufre de estrés hídrico.
En tanto que la Ciudad de México se está comiendo sus aguas subterráneas tan rápido, que la capital del país está en riesgo de hundirse literalmente.