Francia – Unos 5.000 efectivos de las fuerzas anti-motines blindarán hoy la avenida de Campos Elíseos, en el corazón de París, para evitar que la manifestación autorizada de “chalecos amarillos” degenere en graves incidentes, como ocurrió el sábado último.
Una protesta similar la semana pasada fue desbordada por grupos de extrema derecha y extrema izquierda que se enfrentaron durante más de 12 horas con la policía. Los incidentes, que por momentos alcanzaron niveles de auténtica guerrilla urbana, provocaron una decenas de heridos—uno de ellos grave—y 101 detenidos.
La avenida de Campos Elíseos, que tiene 1.910 metros de largo entre el Arco de Triunfo y la Plaza de la Concordia, quedará bloqueada desde la madrugada al tránsito de vehículos y todos los accesos a las estaciones de metro permanecerán cerradas. Un riguroso dispositivo de seguridad controlará las calles transversales, verificará la identidad de cada peatón que quiera ingresar al perímetro santuarizado. Igualmente confirmará que los transeúntes—manifestantes o no—no transportan armas, explosivos, artefactos incendiarios ni objetos contundentes.
El ministro del Interior de Francia, Christophe Castaner, anunció ayer que las fuerzas de seguridad serán implacables para impedir incidentes. En previsión de estallidos de violencia, las autoridades aconsejaron a los comercios de los Campos Elíseos que suspendieran sus actividades, protegieran las vitrinas y guardaran todo elemento contundente susceptible de ser utilizado como arma. Aproximadamente la mitad de los comercios no abrirá sus puertas.
“Además de los destrozos sufridos la semana pasada, vamos a padecer otra pérdida enorme, pues el primer sábado de diciembre en un día de compras familiares en previsión de las fiestas de Navidad”, lamentó André Courney, propietario de una boutique de ropa.
El perímetro de seguridad se extenderá a otros puntos estratégicos de la capital—como la zona aledaña del palacio presidencial del Elíseo, las plazas de la Bastilla, la República o Nación, o las inmediaciones de la iglesia de Madalena y de Notre-Dame de París—que pueden ser utilizados como puntos alternativos de reunión para burlar la vigilancia policial.
La ciudad será igualmente controlada por centenares de cámaras de video y varios helicópteros que sobrevolarán la ciudad en permanencia.
Como consecuencia de ese férreo dispositivo, la capital francesa vivirá la jornada en virtual estado de sitio.
La concentración de este sábado, organizada a través de las redes sociales, se realiza en un clima de extrema tensión debido al fracaso de la reunión entre una delegación de manifestantes y el primer ministro Edouard Philippe, que debía realizarse el viernes por la tarde. Al encuentro asistieron solo dos delegados de los “chalecos amarillos”. Uno de ellos, sin embargo, se retiró de inmediato argumentando que los servicios del primer ministro rechazaron su pedido de que el diálogo fuera difundido en directo por televisión. El otro representante, no identificado, entró y salió por una puerta discreta para eludir a la prensa.
“Nuestras puertas están siempre abiertas para dialogar”, comentó Philippe al término del encuentro de una hora y media con el único delegado de los “chalecos amarillos” que asistió a la reunión. El primer ministro reconoció que la discusión había sido “útil y positiva”.
Desde hace tres semanas, ese movimiento comenzó una movilización de gran amplitud para protestar contra el aumento de impuestos de los combustibles—decidido para financiar la transición energética—, pero las demandas se extendieron poco a poco hasta abarcar un amplio abanico de temas relativos a la precariedad, las dificultades de la vida en las zonas periurbanas y la disminución del poder adquisitivo de las clases medias.
A pesar de las bajas temperaturas invernales, la protesta se mantiene sin haber perdido intensidad ni popularidad. El movimiento cuenta con el apoyo 75% de la opinión pública, según la última encuesta del instituto Elabe.
El mismo estudio reveló que 24% de los franceses interrogados se definen como “chalecos amarillos”. En esa categoría, los electores de la líder de extrema derecha Marine Le Pen (42%) representan la proporción más elevada, seguidos por los partidarios del dirigente populista de izquierda Jean-Luc Mélenchon (20%), del ex candidato de derecha conservadora François Fillon (16%), el socialista Benoît Hamon (9%) y del presidente Emmanuel Macron (5%).
La protesta francesa comienza a ser imitada en otros países europeos. El viernes también hubo una violenta manifestación de “chalecos amarillos” belgas en Bruselas, que culminó con más de 60 detenidos.
En España también surgió un embrión de rebeldía. "Ya estamos aquí. ¡Guerra!", proclamaba una pancarta colgada en un puente de la carretera M-30 de Madrid. Aunque los “chalecos amarillos” españoles tampoco tienen líderes, como en Francia, en los últimos días aparecieron varios grupos muy activos en las redes sociales que también protestan por los aumentos en los precios de combustible, electricidad y el elevado costo de la vida. “En España—aseguran—la situación es mucho peor que en Francia”.