VIENA. Es viral y crece con el miedo. No es Covid-19 pero se expande a la misma velocidad y encuentra terreno fértil en la incertidumbre, el aislamiento, la información falsa y la búsqueda desesperada de remedios y respuestas. Hablamos de la cibercriminalidad.
Desde el inicio de la crisis sanitaria tanto Interpol, como Europol y la ONU han alertado de la proliferación de páginas que ofrecen tratamientos milagrosos contra el coronavirus y venden material sanitario defectuoso y a precios desorbitados que a veces ni siquiera existe.
Al mismo tiempo, los ataques informáticos que utilizan el miedo al Covid-19 como señuelo se han multiplicado por cinco en marzo respecto del mes anterior, según fuentes del gigante de ciberseguridad rumano Bitdefender. Un reciente informe de Europol confirma este incremento de estafas y delitos cibernéticos que se aprovechan de la pandemia.
Hace dos semanas, la Interpol decomisó más de 34 mil cubrebocas falsos y millones de fármacos, además de cerrar unas 2 mil 500 páginas web en las que se vendía material de este tipo.
Entre los fármacos intervenidos en la operación Pangea, desarrollada en 90 países, destaca el aumento de incautaciones de cloroquina, un medicamento contra la malaria que se usa también contra el coronavirus de forma experimental.
Los medicamentos falsos carecen con frecuencia del principio activo o tienen su dosis alterada. En otros casos, los fármacos son auténticos pero han sido robados y están caducados.
En esa operación fueron detenidas 121 personas en todo el mundo, algo excepcional en esta clase de delitos.
Aunque no existen cifras concretas sobre el alcance global de la criminalidad en internet, expertos estiman el volumen del negocio en miles de millones de dólares.
El mayor experto de Naciones Unidas en cibercriminalidad, Neil Walsh, asegura que las actividades delictivas se han disparado en la red. Entre las que más aumentan está la comercialización de equipos sanitarios falsos y supuestas curas que pueden ser letales, como beber gel desinfectante con más de 70% de alcohol.
"En una situación normal la mayoría se detendría y pensaría: espera, esto suena muy raro. Pero en esta atmósfera donde la gente tiene miedo y se siente perdida, algunos lo aceptan”, asegura.
También el aislamiento y la distancia física de amigos y familiares permite, a su juicio, una expansión de la desinformación, propicia para este tipo de engaños.
Walsh, director del programa global contra la cibercriminalidad de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD), recomienda seguir sólo los consejos de las páginas gubernamentales o de la Organización Mundial de la Salud (OMS), y aplicar el sentido común: sospechar de ofertas llamativas o de peticiones de información inusuales.
Pero incluso la confianza en instituciones como la OMS es explotada por los piratas para infectar nuestros ordenadores con virus para robar datos bancarios o extorsionar pidiendo recompensas para liberar la información que han encriptado.
Además de utilizar el 'phishing', que consiste en enviar correos electrónicos que suplantan a empresas o bancos para dirigir a la víctima a una web falsa donde se les roban sus datos, los hackers atacan las computadores de sus víctimas para pedir un pago por desencriptar el sistema.
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