Estados Unidos.- Al despuntar el alba, bajo un manto de fina lluvia, los vecinos de Silver Spring (Maryland) ya se daban hoy cita en la biblioteca pública del centro de esta localidad que sirve de ciudad dormitorio a la capital de Estados Unidos, Washington. Todos ellos con un mismo propósito: votar.
"Hay mucho en juego", asegura Sophia, una maestra de escuela de mediana edad que prefirió no dar su apellido a Efe, "por eso -dice- hay que considerar cuidadosamente cada nombre".
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Esta opinión coincide con la de la mayoría de los analistas y medios locales que ven en estos comicios, ya no sólo unas elecciones legislativas en las que están en juego todos los escaños de la Cámara de Representantes y un tercio de los del Senado, sino todo un plebiscito a la presidencia de Donald Trump.
Sophia parece confirmar esta teoría al explicar que, como demócrata que dice ser, ha dado su apoyo al candidato progresista a gobernador, Ben Jealous, pero que se ha decantado por los republicanos de cara al Congreso.
"Tenemos que dejar que el presidente pueda llevar a cabo su agenda y para eso necesita el control de las dos Cámaras", sentenció la maestra.
La posibilidad de que los demócratas recuperen el control de las Cámaras coloca al presidente ante el abismo
A pesar de que oficialmente la Casa Blanca no se juega nada en estos comicios, la realidad es que la posibilidad de que los demócratas recuperen el control de las Cámaras coloca al presidente ante el abismo de dos años de mandato con escasa capacidad de maniobra y, sobre todo, con un férreo control a su Administración.
Por eso, no es de extrañar que en las últimas semanas Trump se haya implicado en la campaña electoral republicana de una manera que era difícil presagiar hace apenas un año, cuando acusaba al Congreso de ser un lastre que sólo servía para ralentizar al Gobierno.
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Sin embargo, el hecho de que en sus dos años de mandato la falta de apoyo en las Cámaras -controladas por el Partido Republicano- le haya impedido sacar adelante algunas de sus grandes promesas electorales parece haber convencido a Trump de que tener que bregar con un Congreso demócrata podría dar al traste con todo su programa electoral.
Precisamente es ese programa el que aparentemente ha llevado a movilizarse a algunos sectores de la sociedad que tradicionalmente se muestran menos interesados en la política, como pueden ser los jóvenes y los inmigrantes, por lo que se espera una participación sin precedentes en unas elecciones de medio mandato.
A pesar de que este país no celebra la jornada electoral en un día festivo, lo que supone un gran contratiempo para las clases trabajadoras que a duras penas consiguen arañar un poco de tiempo para poder ejercer su derecho al voto sin faltar al trabajo, Jennifer Moreno no ha querido faltar a su cita con las urnas.
"Me tengo que ir corriendo a trabajar", dice de entrada esta joven de origen dominicano, sin embargo, finalmente, accede a hablar "un par de minutos" con Efe.
"Es importante estar aquí. Necesitamos poner fin a lo que está pasando en este país", comenta. Lo que está "pasando", explica, es "un país dividido, que no trata con dignidad a los emigrantes que se ven forzados a huir de sus países y que amenaza con dar un paso atrás en los derechos de las mujeres a decidir sobre su cuerpo".
Moreno, que trabaja como camarera en un café cercano, cuenta que se están cubriendo entre las compañeras porque "ninguna quería perdérselo" y lamenta que no se den más facilidades a los votantes.
En esta biblioteca las colas son largas aunque, según explica uno de los jueces de operaciones electorales, con el paso de las horas se reducirá dramáticamente debido a que "la gente aprovecha para votar antes o después de ir a trabajar".
Esa urgencia se nota en las prisas de quienes acaban de votar, quienes, según llegan a la puerta del edificio, intentan localizar un taxi con sus teléfonos móviles o se marchan caminando a toda prisa, bajo un paraguas que les ampara de la lluvia.
A pesar de la incertidumbre del resultado, de las prisas y del mal tiempo, la mayoría sonríe al salir de la biblioteca; pegada en el pecho llevan un pegatina con un mensaje contundente y bilingüe: "I voted / Yo voté".