BOSTON. La muerte de George Floyd ha reabierto el debate sobre la violencia durante la colonización europea y el esclavismo en Estados Unidos, reflejado en un creciente movimiento que busca la destrucción de estatuas de personajes considerados racistas.
Dos estatuas de Cristóbal Colón fueron vandalizadas en la noche del martes por manifestantes que protestaban contra la violencia racial en Richmond, Virginia, y en Boston, Massachusetts.
Un millar de manifestantes se congregó ante el monumento, en el Parque Byrd, para solidarizarse con los pueblos indígenas. Tras las arengas, la efigie de Colón fue envuelta en una bandera ardiendo y lanzada a un lago.
“Colón representa el genocidio”, fue una de las frases pintadas en la base del monumento, de unos tres metros.
Paralelamente, en Boston, el ayuntamiento retiró la estatua de Cristóbal Colón de piedra que hay en el parque que lleva su nombre, en una avenida del extremo norte de la ciudad, después de que durante la pasada noche fuera decapitada.
En Bélgica, la estatua ecuestre del rey Leopoldo II (1835-1909) ubicada en la plaza de Trône de Bruselas, amaneció con numerosas pintas antirracistas, tres días después de una masiva manifestación.
Sobre el busto del exmonarca puede leerse la inscripción “BLM”, por el movimiento “Black Lives Matter” (Las vidas negras importan), así como la frase “Este hombre mató a 15 millones de personas”, en referencia a las muertes causadas durante su presencia colonial en El Congo entre los años 1885 y 1909.
Esto se suma a acciones similares en Reino Unido tras el asesinato de Floyd a manos de un policía blanco. Los manifestantes buscan eliminar los símbolos del pasado colonial británico tras el derribo el pasado domingo de la estatua de Edward Colston, un comerciante de esclavos de finales del siglo XVII en Bristol.
El martes por la tarde, coincidiendo con el entierro de Floyd al otro lado del Atlántico, miles de activistas británicos intentaron hacer lo mismo en Oxford con la estatua de Cecil Rhodes, un magnate minero y político colonial, activo en Sudáfrica durante el siglo XIX. Los manifestantes gritaron “¡Abajo con él!” y “¡Descolonización!” y colgaron pancartas del movimiento Black Lives Matter ante la estatua.
Las estatuas de Winston Churchill en Londres y de la reina Victoria en Leeds fueron pintadas de igual forma.
Las protestas por la violencia policial en Estados Unidos han provocado un reconocimiento nacional de las injusticias históricas contra los afroamericanos, que se han hecho extensivas a otras minorías.
En Europa, parte de la acción civil se ha centrado en monumentos que glorifican el pasado imperialista de los países, los actos ofensivos por muchas personas en las actuales sociedades multiétnicas.
Pero aun hay reticencias.
Ayer, el presidente de EU, Donald Trump, contradijo al Pentágono al rechazar la idea de cambiar de nombre a una decena de bases militares bautizadas en honor a generales confederados y defensores de la esclavitud, mientras la presidenta de la Cámara Baja de Estados Unidos, Nancy Pelosi, exigía que se retiren del Capitolio once estatuas de confederados que se oponían al fin de la esclavitud.