ROMA. La línea seguida por el Vaticano, con el papa Francisco en primera fila, sobre los migrantes provenientes de África no es compartida dentro del mismo Estado pontificio. El influyente cardenal africano, Robert Sarah, actual prefecto de la Congregación para el culto divino, declaró su neto contraste.
El cardenal publicó en Francia un libro, titulado “Se acerca la noche y el día casi ha terminado”, que él mismo definió un grito de alarma de la Iglesia sobre el mundo de hoy, destacando la migración.
“Todos los inmigrantes que llegan a Europa viven amontonados, no tienen trabajo ni dignidad… Y bien, ¿es esto lo que quiere la Iglesia?”, dijo. “La Iglesia no puede colaborar con esta nueva forma de esclavitud en la que se ha convertido la migración masiva”, añadió Sarah en entrevistas, difundidas también en Italia.
El cardenal de Guinea, de 73 años, asegura que Europa (la meta de los inmigrantes) “ha renunciado o ha perdido el sentido de sus orígenes, de sus raíces, y un árbol sin raíces muere. Es más, temo que Occidente morirá. Hay infinidad de señales. No hay natalidad, están siendo invadidos silenciosamente por otras culturas, por otros pueblos que progresivamente los dominarán y cambiarán su cultura, sus creencias y su moral. Hablo como africano… en mi país hay mayoría musulmana. Creo saber de qué hablo”, afirmó.
Robert Sarah definió “una locura total” el querer “globalizar al mundo suprimiendo a las naciones, las especificidades”. Y subrayó: “el pueblo judío tuvo que exiliarse, pero Dios lo condujo de nuevo a su país… Cristo tuvo que escapar de Herodes y refugiarse en Egipto, pero volvió a su país cuando Herodes murió. Cada uno de nosotros debe vivir en su país”. El purpurado coincidió con quienes consideran en cambio que “es mejor ayudar a las personas a crecer en su cultura que estimularlas a ir a una Europa en plena decadencia”, y definió “una falsa exégesis utilizar la Palabra de Dios para valorizar la migración”.
El cardenal africano sentenció que “si Occidente continua por este funesto camino, existe el gran riesgo de desaparecer debido a la falta de natalidad, y que sea invadido por los extranjeros, como Roma fue invadida por los barbaros”.
Los conceptos manifestados por el cardenal africano contrastan con la línea de Francisco, quien define como un grave error temer a los migrantes y su cultura, rechazando el concepto de “invasión”.